El voluntariado es un elemento clave para la construcción de la sociedad civil. Les da vida a las aspiraciones más nobles de la humanidad – la búsqueda de la paz, de la libertad, de las oportunidades, de la seguridad y de la justicia para todas las personas. (IAVE, 2001).
¿Quién no ha pasado por la gratificante experiencia de realizar trabajo voluntario? interactuando entre grupos heterogéneos en riqueza cultural y de lenguaje, se pierde esa dimensión humana que se percibe en la calidez de la amistad que surge cuando se dialoga en condición de iguales en bondad y fraternidad.
Con este preámbulo de la declaración universal del voluntariado, te quiero invitar a reflexionar un poco sobre la forma que viene tomando la figura del voluntario en el Ecuador.
3 meses después de haber llegado a Ecuador, visité una finca en la costa, en la que por primera vez conocí la figura de voluntariado, una mujer joven, de poco esmero y desinterés en los detalles de "Fashion Styled" pero que dejaba asomar su carácter vehemente, me explica que debía Intercambiar labores domésticas y profesionales 5 horas (en el discurso) durante 6 días de la semana, por comida, cama y disfrutar del espacio, y en mi condición de migrante me pareció suficiente para ganar tiempo, conocer personas de la localidad, su cultura y compartir mis conocimientos profesionales, lo contrario sería tener que trabajar 12 horas diarias durante 7 días, y ganar 300$ mensual, pagar 200 de alquiler y con el resto cubrir necesidades básicas, lo cual sería anularme y dejar de existir como persona para convertirme en un instrumento de plusvalor, así que tomé como elección el voluntariado.
Habiendo entrado en contexto después de 4 semanas preferí llegar a un acuerdo de alquiler dentro de la finca, había materia prima (que pagué el doble del precio real) para practicar, y así podía trabajar con libertad. Agroecología y Agroturismo era el emblema del lugar, también había intercambio cultural, solían aceptar voluntarios de todas partes del mundo (si eran europeos tenían privilegios, aunque era relativo, a Pif un Corsico, lo pusieron a trabajar en el campo 6 horas, por 6 días, no tenía la opción de comida y solo le permitían poner su carpa). Sentía mucha curiosidad en saber cómo establecían contacto con personas, profesionales (no siempre lo eran) que trabajaran gratis y qué casualidad sus labores reforzaban un discurso retórico que se pregonaba con mucho orgullo en todos los eventos públicos a los que asistían.
"Somos una finca permacultora, y sostenible, trabajamos con los 17 objetivos del milenio, somos la escuelita de la comunidad, somos una fábrica de productos Orgánicos, trabajamos con agricultura familiar campesina".
Era una tarde cuando llegó un nuevo voluntario, con apariencia de una estampa, que a la mirada superficial engañaba con su figura enclenque (pobre hombre, seguro le harán lo mismo que a Pif). Su nombre era Pablo Sanz, de origen español de la provincia de Rioja, psicólogo, especialista en inteligencia emocional, (Te preguntarás, al igual que yo ¿Qué hace un Psicólogo en una finca?) Así que observé de lejos su trabajo y comencé a evaluar, interiorizar y analizar, los contenidos prácticos de las actividades recreativas que desarrollaba en la comunidad, a pesar de su corta edad, era responsable, asertivo y comprometido, eso me movió a tener un par de conversaciones con él, gracias a que compartimos el idioma (se llevaron el oro, pero nos dejaron la lengua) me comentó que él había venido a trabajar con los niños de la comunidad en una escuela, También me explicó que los voluntarios eran contactados a través de una aplicación internacional, en la que gracias a la divina providencia Venezuela no está incluida.
Conociendo un poco más lo que este hombre hacía, intuí que buscaba impactar la realidad social que afectaba a la comunidad, fortalecer la autoestima de los niños, mejorar la integración familiar, sin embargo, tres semanas era poco tiempo, para alcanzar objetivos concretos, y no había garantías de continuidad. Un día él programó una actividad en la escuela, detrás de él ví salir al equipo de marketing de la finca, con su arsenal de aparatos tecnológicos, horas después, la maestra de la institución llamó porque no había autorización para hacer público ese trabajo audiovisual y menos en la página de la finca.
Finalmente, después de otra serie de irregularidades y de intercambios de ideas el psicólogo y yo, llegamos a la conclusión que lo importante no era la visión humanista con la que él venía a trabajar, lo importante era contribuir a generar una matriz de opinión pública alrededor de la figura representativa de la finca, gracias a eso consiguen proyectarse como pioneros en el tema de economía circular, reciben reconocimientos por las instituciones del estado, quienes promueven su "buena labor social" facilitando los trámites burocráticos fundamentales para mantener vigentes las certificaciones orgánicas que son costosas y muy complejas de conseguir.
Evidentemente el voluntario se convierte en figura más conveniente y oportuna para alcanzar fines individuales, que la suma de voluntades para mejorar situaciones sociales complejas y con fines colectivos.
En esta etapa descubrí que algunos jefes ecuatorianos, dejan en manos de Dios la administración y las gestiones organizativa de sus empresas, luego con el término Acolitame, seguido del diminutivo un Ratito, expresado con muchísima ternura, consiguen poner en condición de semi esclavos a sus obreros y voluntarios, que terminan haciendo el trabajo que Dios no puede hacer.
Al mudarse a Quito, pasé un mes buscando trabajo desafortunadamente a nosotros los venezolanos como mano de obra no calificada se nos rechaza, por apego literal a la normativa jurídica, o por chovinismo (para no decir Xenófobos) no siendo suficiente para mí la primera experiencia, pero seguía siendo una alternativa pagué la membresía en una aplicación, para tratar de conseguir voluntariado en otro lugar, no podría generalizar que todos los anfitriones fueran practicantes del cinismo y la conducta vil. Así que apliqué y mi solicitud fue aprobada, debía viajar a Baños de Agua Santa, un paraje precioso del Ecuador, muy similar a Mérida. Me sentía muy afortunada al ver que nuestros hermanos ecuatorianos al menos como voluntarios si "nos quieren". Al llegar al sitio me asignaron las responsabilidades de mantenimiento y limpieza, esta vez era en un hostal y me aclararon que el intercambio era: 5 horas de trabajo, 6 días a la semana (a mí me premiaron con el turno de 10 pm a 7 am por no saber inglés) y solo incluía el desayuno. Mientras pudiera aprender inglés y el cuadro que apareciera cada mañana ante mi vista en dirección a los 4 puntos cardinales fueran las verdes e imponentes montañas de Baños, todo estaba perfecto.
Esta vez el contexto era diferente palpitante flujo de personas que vienen de Europa y otras partes del mundo hacer el clásico recorrido turístico sur americano, hacen voluntariado porque les permite ahorrar, pero también hay otras realidades, personas que durante su viaje fueron víctimas de hurtos y robos perdiéndolo todo, otras que no tuvieron más alternativas que refugiarse en un voluntariado porque su país no está pasando por buen momento caso Argentina y Venezuela, otros que huyen de situaciones familiares muy complejas. Cuando empecé a conocer la otra cara detrás del voluntariado, sentí un poco de consuelo al ver que no era la única.
No obstante, estaba con un grupo de voluntarios bien particular, tener diálogos interesantes con ellos no era suficiente, muchas personas no expresan lo que sienten porque quizás piensen que decirlo no cambia nada. Pero fui educada por un filósofo, y me enseñó que no basta con interpretar, hay que accionar, para transformar. Evaluando el entorno, noto que la cocina del hostal era pequeña, y de libre acceso a los turistas, se hacía fila para cocinar (se tornaba estresado el ambiente) cada nacionalidad era una parcela de sabores, olores y colores reflejo directo de su cultura, valores éticos y hasta un poco de sincretismo que lleva consigo el viajero. Los alemanes, los ingleses, australianos y los irlandeses difícilmente interactúan con otros, aunque el fin fuera el mismo: divertirse y ahorrar. Así que se me ocurrió invitar a los huéspedes a participar de una comida que haría, solo debían colaborar con un dólar, a lo cual no se opusieron.
Así fue como, se pudo evitar la acumulación de personas en la cocina, logramos sentar en la mesa a todas las nacionalidades que hacían vida en el hostal, era muy satisfactorio para mí verlos, reír e intercambiar culturas mientras compartían los alimentos, y lo más importante fue conseguir que los más vulnerables también pudieran integrarse a compartir, esto se repitió en los posteriores días, se creó un ambiente tan familiar que los huéspedes no querían marcharse.
Culminadas mis 2 semanas de voluntariado, la directiva me planteó quedarme, con una interesantísima propuesta:
Harás tus horas de voluntariado (10:00 pm a 7:00 am) y en tu tiempo libre puedes cocinar para los turistas, debes hacer un menú, fijar precios y pagar al hostal 25% de lo que vendas.
Llegamos a Nochebuena 2022 (ese día recibimos la sorpresa Idan Levyi, un Israelí, días atrás se había marchado, viajó unas 10 horas de vuelta, quería pasar navidad con nosotros) hicimos comida para 25 personas, la materia prima y la mano de obra fueron mí capital, por solicitud del jefe los platos tendrán un costo de 15 $, por castigo yo recibí la inversión más 20 $ dijo el jefazo al hacer cuentas.
Para año nuevo fue el mismo plan con la diferencia que debía cocinar para 30 personas con distintos gustos gastronómicos, veganos, vegetarianos y omnívoros, fue un gran reto, terminé de trabajar a las 9 pm, para luego comenzar mi turno como voluntaria esta vez fue más considerado de 12 am a 7 am. Al momento de pagarme exigí que fuera a partes iguales, lo cual se dio en un ambiente forzado.
Los días transcurrían, y la máxima autoridad del hostal aparecía en raras ocasiones, caminando entre nosotros con ínfulas de oompa loompa, dirigiendo con Zalamería miradas cautivadoras a los voluntarios y sin cruzar palabra con ninguno.
Llegó febrero, era el cumpleaños de un voluntario, me dispuse a hacer una torta sin horno, mientras llegaba la hora de cantar cumpleaños, dejamos la torta en la mesa y subimos a la terraza, al bajar no encontré el pastel, Jamás imaginé que a alguien se le habría ocurrido guardarlo en la basura, no me preocupé en preguntar quién lo había hecho, sabía que actuar con dignidad y demostrar que no estamos condenados a ser maltratados tiene un precio.
Conclusión queremos aclarar que no buscamos arremeter contra las personas ni sus empresas, por eso nos reservamos nombres, simplemente buscamos reflexionar para que estos escenarios no se sigan repitiendo.
Ecuador por experiencia en estos dos sitios mencionados la filosofía del trabajo voluntariado está desvirtuada, se ha convertido en, un nuevo mecanismo de explotación laboral, en nombre del intercambio cultural trabajamos como bobos, para que unos vivitos vivan bien, y los que viven bien nunca están conformes.
No hay reciprocidad en solidaridad ni respeto al migrante, con hostilidad y desdén se violentan los principios éticos y los derechos humanos de los voluntarios.
Pero el voluntariado tiene sus cosas especiales, que no las podemos invisibilizar por eso, me quedo con lo mejor, me quedo con los voluntarios y viajeros del mundo, que con respeto y educación me trataron, no hubiera podido cocinar para tantas personas y tolerar la Petulancia pululante sin ellos, me quedo con los estrechos lazos de amistad con la Alegría de Camille, Juan, Felipe y Carlos, con la sinceridad y ternura de Sixtin, Ione, Aina y May, con la serenidad de Daniela y Megan con las clases de inglés de Spencer, con el compromiso de hacer el libro de recetas a petición de: Nina Granow (USA), Mathew Kopple (Australia), Virginia Garreta (Argentina). Me quedo con lo más importante, las buenas Relaciones humanas y la amistad.