¿Repunte del imperialismo cristiano?

La exclusión de los clérigos en favor de civiles y militares seglares en el ejercicio de labores gubernamentales o para el desempeño de la *cosa pública* ora como burócratas, ora como asesores, data desde bien agotado el siglo XVIII.

La Historia non sancta habla de la autocoronación de Napoleón Bonaparte como un claro hito del rompimiento definitivo de la dependencia que hasta ese momento tenían los políticos mundanos del poderoso y omnímodo papado. Hasta el calendario se configuraba según las fiestas cristianas, por eso se decía: *el día de San Martín*, en lugar de 11-11-YY, costumbre aún no quebrada del todo porque seguimos diciendo: *día de Navidad en lugar de 24 de diciembre.

Y si bien es innegable la marginalidad política que empezaron a sufrir los clérigos, también debemos reconocer que su influencia psicológica, su control espiritual sobre la muchedumbre humana y cristiana no ha cesado un segundo durante la vida posmedieval, a tal punto de que ante el imborrable desprestigio sufrido por los gobernantes y políticos seglares, es común la designación de un representante religioso cristiano (caso venezolano) para que este sirva de avalista confiable ante la potencialidad de corruptelas, malversación, dilapidación, prevaricato y demás actos desviados de la moral mundana que tan apasionada y disciplinadamente sigue vigilando la Iglesia Cristiana, por encima de las inevitables desviaciones que suelen sufrir algunos de sus miembros, quienes forzosamente respiran en la misma contaminada atmósfera de infieles y descarados políticos, más atados al poder individual y materialista que al poder colectivo de los pueblos que, sin embargo, siguen eligiéndolos, y políticos civiles y castrenses que continúan recibiendo el beneficio de la duda en favor de cada nuevo aspirante a Presidente de una república o a la corona de alguno de los imperiales que aún que subsisten en nuestro planeta.

Por eso estamos viendo que las sociedades cristianas actualmente tienen en la Jerarquía Cristiana, y hasta en sus derivaciones protestantes, una alternativa a la incontrolable inmoralidad civil y militar, ante el fracaso de los seglares quienes como políticos ya han demostrado ser incapaces para suavizar o eliminar, por ejemplo, el problema del hambre, el problema de la *redistribución de la pobreza*, de la injusticia social, de la indolencia popular, de la delincuencia desenfrenada, de la demagogia remunerada, de la impunidad descarada.

Inferimos que el dominante Imperio Mercantil tiene esa carta bajo la manga, y muy posiblemente pronto veamos reformas constitucionales para que los clérigos cristianos y afines gocen del mismo derecho político que gozan por ahora hasta los más connotados y reincidentes pillos, acusados, cuestionados y recuestionados que hasta han sido reelectos como concejales, diputados, magistrados, fiscales, alcaldes, gobernadores, ministros y hasta Bipresidentes de estas repúblicas.

Tal cambio podríamos considerarlo como un repunte y vuelta por sus fueros del Imperialismo Cristiano, como relevo a la ineficacia e inutilidad y desprestigio de los actuales gobiernos civil y militar que tienen por ahora la exclusiva del Derecho Político.


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Manuel C. Martínez M.


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