- Hay que tener mucho ojo y cuidado con los grandes sinvergüenzas que están saliendo en cambote, diciendo que son puros, angelicales, y gritando cual abominables energúmenos contra la corrupción. Con esto no defiendo a nadie y que la justicia haga su trabajo implacable contra los ladrones de los bienes nacionales. No exculpo a nadie que esté siendo investigado en este momento, pero no podemos aceptar que tipos inmorales vengan ahora a pretender erigirse en impolutos y a enarbolar las banderas sagradas de las virtudes y valores republicanos.
- Hay personajes que aparecen ahora como Robespierre, atacando por diferentes medios la corrupción y dando clases de ética y de moralidad cuasi religiosa. Ahí tenemos al Ismael García, al Henry Falcón, Julio Borges, Leopoldo López, María Corina Machado, Miguel Rodríguez Torres, Patricia Poleo, Gaby Arellano, el mismo Juan Guaidó, Rafael Ramírez (quien viene en este trance, y se confiesa ante El Matacuras), Andrés Izarra (quien cometió robos descomunales en VTV y TELESUR), ¡un William Dávila Barrios! (sobre quien podrían escribirse más de cien volúmenes por todas las triquiñuelas que hizo como viceministro de Justicia, negociando pasaportes a chinos y firmando contratos nerviosos a la hora de entregar su último mandato en Mérida como gobernador).
- Toda la bilis cloacal de la oposición más inmunda está estallando por las redes, retratándose ellos mismos en lo que atribuyen a los demás. Las listas de ladrones de la IV república no cabrían, digo, en mil volúmenes. Basta con mencionar los delirios de LOCOVEN, el Diccionario de la Corrupción en Venezuela entre 1979 y 1984, el libro de Carlos Capriles Ayala "Origen de la corrupción en Venezuela, desde Páez…", "Los Doce Apóstoles, Proceso a la degradación política" de Pedro Duno, las denuncias de Domingo Alberto Rangel; "Venezuela es como cuero seco" y "La Amante de Carlos Andrés Pérez", por Argenis Rodríguez.