Dos prácticas en la relaciones internacionales

"En la Guerra de Ucrania, el imperialismo estadounidense, el imperialismo ruso y el imperialismo chino se enfrentan. Estoy en contra de todo imperialismo y admito que en el futuro el imperialismo ruso o el imperialismo chino pueden ser los más peligrosos, pero no tengo ninguna duda de que en este momento el imperialismo más peligroso es el de Estados Unidos. Saca ventaja en dos áreas, la militar y la financiera. Nada de esto garantiza la longevidad de este imperialismo. De hecho, he argumentado que está en declive, pero la decadencia en sí misma puede ser uno de los factores que explica la mayor peligrosidad de hoy".

(Boaventura de Sousa Santos en el artículo "

Los imperialismos", 25/02/2023).

Si algo hoy es cierto, es que el mundo actual está transversalizado por la incertidumbre, el azar y la sorpresa; pero también es cierto que este mundo se encuentra sumido en una disputa entre tres "países fuertes"; los tres con intenciones de seguir siendo (o de ser) el hegemón mundial, con sus aliados -algunos incondicionales y otros circunstanciales-, pero, en definitiva, con el desiderátum de que sus intereses nacionales, proyectados en el firmamento mundial, sean los que predominen por encima de la moral y de la ética. El rancio realismo haciendo presencia.

Esos tres "países fuertes" son Estados Unidos, Rusia y China. El primero con sus históricas ínfulas de superioridad, con su "Estado empresario" (José Saramago) o "Estado Profundo" (Noam Chomsky) y quien siempre ha utilizado, según el historiador Howard Zinn, en el texto Sobre la guerra, el consejo expuesto por Maquiavelo en El Príncipe: "emula al león y al zorro". El león usa la fuerza y el zorro el engaño, cuando la estrategia del engaño no funciona para convencer y lograr sus fines, se acude entonces a la fuerza.

Eso sería una expresión "modernizada" de la visión hobbesiana (De Tomas Hobbes) de que: "el hombre es el lobo del hombre" o "el hombre es un lobo para el hombre" (Homo homini lupus)

Los otros dos países (Rusia y China), se identifican más con la visión lockeana (De John Locke) o grociana (De Hugo Grocio) de respeto de las leyes e instituciones en las relaciones internacionales, al sostener que un estado natural no es un estado de anarquía y de guerra de todos contra todos, sino que sí es posible una situación de paz, de buena voluntad y de mutua asistencia entre iguales, donde la convivencia es ordenada por la ley natural. En definitiva, es mediante la razón que los hombres pueden llegar a conocer el conjunto de mandatos y de prescripciones que integran la ley natural. La libertad de los hombres en el estado de naturaleza no consiste en obrar según su antojo, sino en la capacidad que tiene cada uno de desarrollar su conducta acatando la ley natural. De allí que estos países descarten la guerra, defienden la institucionalidad internacional, abogan por la solución pacífica de los conflictos y de la utilización del derecho público internacional; no se oponen a que otras naciones sean independientes y soberanas, pero, se debe estar bien claro: defienden, por encima de cualquier otra consideración, sus intereses nacionales y en el terreno de las relaciones internacionales han venido haciendo uso de la ecuación: "diplomacia más comercio".

Ambos países se desarrollan como Estados Unidos, bajo la lógica del capital, no plantean un modelo económico alternativo (por ejemplo, el socialismo) y, como diría el filósofo francés Jacques Ranciére, "no están frente del capitalismo, sino que viven en su mundo".

En el caso de China, vale acotar, gobierna el partido comunista y ha enfrentado exitosamente la pobreza histórica de esa milenaria nación, con logros impresionaste en los últimos años.

Pero, sobre todo, es importante tener claro que los países débiles que "sufren lo que tienen que sufrir" (Tucídides) no deben abrigar la ilusión de la existencia de armonía de intereses nacionales en el campo internacional y que tampoco estamos entre amigos como podría interpretarse de acuerdo a la visión de la "paz perpetua" de Immanuel Kant.

¿Y cómo queda América Latina en esa disputa?

La posición de EEUU en esta zona del mundo siempre ha estado clara. Mientras que, por un lado, busca sacar de estas tierras cualquier atisbo de establecer relaciones políticas, comerciales, diplomáticas con China y Rusia, por otro, se dedica a seguir pensando y actuando como si nuestro continente fuera algo así como su propiedad privada. Siguen afirmando que somos su "patio trasero", bajo una visión racista, colonialista y de potencia hegemónica. Y eso ha sido así y lo sigue siendo. Por ejemplo, en plena tercera década del siglo XXII, la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur, quien, con total desfachatez y prepotencia, sostiene que debe tenerse presente la importancia de la región de América Latina para Washington. Y así lo dice: "Esta región está llena de recursos y me preocupa la actividad maligna de nuestros adversarios que se aprovechan de ello, aparentando que están invirtiendo cuando en realidad están extrayendo", en mensaje no cifrado sino directo contra China y Rusia. Esta militar destacó la importancia del llamado "Triángulo del Litio" que acumulan el 68% de este mineral del mundo. "Argentina, Bolivia y Chile lo tienen y —nuestros adversarios— están sustrayendo recursos de estos países y de su gente". Para Richardson este es un tema de "Seguridad Nacional" eufemismo destinado a tratar de establecer como una verdad inmutable que Estados Unidos es amo y señor de nuestras riquezas y que eso le da derecho a intervenir cuando lo crean necesario. Los ejemplos sobran.

Richardson también se pregunta: "¿Por qué es importante América Latina? Al respecto, menciona una larga lista de aquello que le interesa a Washington: Litio, ricos recursos y tierras raras. El petróleo venezolano que posee las reservas más grandes del mundo, incluidas las de crudo ligero y dulce, cobre y oro. Como igualmente destacó la importancia del pulmón verde que es el Amazonas. Al mismo tiempo, sentenció: "tenemos el 31 % del agua dulce del mundo en esta región y ante eso nos queda mucho por hacer. Tenemos que empezar nuestro juego".

Mayor claridad imposible. Para Estados Unidos esta zona del mundo es como un mero depositario de riquezas naturales, a las cuales tendrá un derecho, según destino manifiesto, para apoderarse de ellas, disponer su extracción y disfrute a costa incluso de generar desestabilización, golpes de estado o cualquier otra forma de dominio.

Según el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo de la Federación ruso, Konstantín Kosachev, "resulta evidente que, cuando EE.UU. se preocupa por la creciente influencia de Rusia y China en sus vecinos del sur, solo confirma la idea evidente de que Washington rechaza categóricamente todo aquello que propone de palabra: los principios democráticos en las relaciones, el mercado abierto y libre".

Kosachov recordó que, para la Casa Blanca, Latinoamérica siempre ha sido su patio trasero y, en este caso, Washington "ha superado los ejemplos más evidentes de doble moral estadounidense" al declarar que EE.UU. solo busca socios en esa región.

Desde China y Rusia, según declaraciones de sus principales dirigentes y comprobados en hechos concretos, se habla de que, con América Latina, deben establecerse relaciones simétricas, en lugar de la crónica consideración de "patio trasero". Que existe un compromiso de desarrollar un nuevo tipo de relaciones de grandes potencias basado en el respeto mutuo, la coexistencia pacífica y la cooperación de beneficio mutuo.

También se afirma que las relaciones chino-rusas no están dirigidas contra terceros y no están sujetas a la influencia de terceros.

Por supuesto, que, en la lucha por los recursos naturales, sean estos renovables y no renovables, es preocupante para EEUU, que, en el caso de Latinoamérica, observar que, día a día, su influencia se va debilitando a costa de la presencia de la Federación Rusa y la República Popular China.

En todo caso, es evidente que América Latina es una de las regiones del mundo en las que se hace patente el conflicto entre la idea de un mundo unipolar y los principios de la multipolaridad, lo que representa en realidad la lucha de una visión autoritaria del mundo contra el modelo democrático.

¿Qué hacer entonces?

En el terreno de los "países débiles", existen, por un lado, los gobernantes entregados a los designios del imperio estadounidense, son incapaces de contradecirlos y la dignidad no es su divisa. Pero también existen, por otro, gobernantes que, ante una arremetida para acabar con la vida de su pueblo y nación, por parte de los "poderes facticos" de Estados Unidos y de sus administradores actuales, desarrollan acciones de resistencia que implican altos costos y se ven en la imperiosa necesidad (casi de sobrevivencia) de aferrarse al apoyo y ayuda de los otros "países fuertes" (Rusia y China) para "no morir en el intento". Porque como nos decían nuestros padres: "es bueno tener visiones idealistas de un mundo mejor, pero sé realista, vives en el mundo real", es decir, aquí también debe actuarse con mucho realismo y no con la quimera de ese animal fabuloso de la mitología griega, que se representa con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón.

En el caso de América Latina, que entra en la categoría de los "débiles", el camino inevitable que se presenta no es otro que debilitar en forma sensible la influencia de EEUU en la región, especialmente en materia de política interior, fuertemente sujeta al poder económico, a la política de chantajes y presiones, que suele ejecutarse, ya sea en forma directa por el "Estado profundo" que allí manda o usando a ese ministerio de colonias, que ha sido la Organización de Estados Americanos (OEA).

También es necesario que, en materia de política exterior, Latinoamérica levante, con mucha voz y fuerza, su independencia, autodeterminación y no sólo se oponga a las presiones estadounidenses, sino también que, soberanamente, decida relacionarse con quienes, al final, respetan los organismos internacionales y el derecho internacional público.

De allí que, parece haber llegado el momento de dejar de ser la misma Latinoamérica de la década de los 50, 60, 70 u 80 del siglo XX y abrirse a Rusia y China, por ejemplo, que practican relaciones basadas en principios democráticos.

Hay que emprender un camino liberador, que ayude mucho a debilitar e incluso eliminar la nefasta influencia de Estados Unidos en la región de América Latina, especialmente en el plano de sus procesos de desestabilización de nuestros sistemas políticos. Y, al mismo tiempo, reforzar y consolidar la confianza de nuestra gente en el poder de aquellas fuerzas políticas que tienen como norte, la verdadera independencia política y económica.

Asunto estratégico en ese camino liberador es que la dirigencia de Latinoamérica logre emanciparse del "síndrome del coloniaje cultural", que ha sido una de las grandes fortalezas de la hegemonía gringa en esta parte del mundo.



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Franklin González

Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Sociólogo, Profesor Titular, Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Altos Estudios ?Pedro Gual? del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

 framongonzalez@gmail.com

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