Cotidianas 2.0

La encrucijada de la patria

La hora luce turbia, la situación económica se presenta enmarañada, confusa y llena de peligros para el país. Las condiciones sociales de vida son cada vez más precarias. Salarios que humillan y envilecen la condición humana. La corrupción y la ineficiencia burocrática destruyen las instituciones. La tensión social crece. Estamos en una encrucijada: asumir la crisis como forma de vida, un incierto cambio de rumbo, la imposición del autoritarismo o retomar el camino de la Democracia Participativa y Protagónica.

Si la hora luce turbia, los hechos lo revelan cada vez con más precisión y lo que percibimos es el murmullo de un profundo descontento popular que crece cada día. Nadie puede negarlo, es necesario aceptarlo y dejar que el fanatismo de unos pretenda minimizarlo y la ambición de otros lo utilice como bandera política. La patria no tiene culpa de que un atajo de imbéciles y tunantes especulen con ella y, sobre todo, es menester no ignorar nuestra realidad ni resistirnos ante los cambios necesarios, sea cual sea la tempestad que nos traiga.

La ineficiencia burocrática predomina en las instituciones públicas. Se repiten errores. Se atrasan decisiones importantes y otras se anuncian con perniciosa lentitud. La intermitencia en la aplicación de políticas públicas sigue marcando el comportamiento del aparato de Estado. Prevalece la improvisación, la gente desespera y la incertidumbre (social y política) se consolida para abrir paso al desaliento nacional.

La corrupción se entronizó en las instituciones públicas y privadas afectando las posibilidades de recuperación del aparato productivo. Ya, la corrupción no es un simple ruido al margen de las instituciones para ganar privilegios y hacer negocios de baja ralea. Su daño es de tal magnitud que afecta la legitimidad de las instituciones y su esencia democrática. No hay hueso sano, murmura la gente con resignación y escepticismo ante tan denigrante quiebre ético.

La crisis de los partidos políticos ha conducido a un tosco pragmatismo de la dirigencia nacional, regional y municipal. Un pragmatismo vil que reduce el quehacer político a la picardía, el negocio y el inmediatismo. Se anuncian cruzadas contra la corrupción. Purgas masivas ("mano de hierro" y "caiga quien caiga".), tolerancia cero, etc. Todo se reduce a un escándalo mediático. Se evidencia un déficit en el imaginario político.

El rumbo de la patria no lo pueden definir factores políticos y económicos externos. Sin negar el contexto y la dinámica de la comunidad internacional, es necesario cimentar un nuevo Consenso Social que permita construir políticas públicas para atender los grandes problemas del país. La oposición sigue entre lo ridículo y lo grotesco jugando al caos para alimentar su esperanza de reconstruir el desgastado modelo neoliberal. El chavismo entre la arrogancia y la soberbia para imponer directrices políticas en un aparato burocrático que disimula su descontento.

La Cumbre de Colombia, convocada por el presidente Gustavo Petro, tiene una carga de buenas intenciones y una agenda de negociaciones con muchos aspectos ocultos. No ofrece posibilidades de solución a nuestros grandes problemas. Una Mesa de Dialogo solo servirá para fortalecer la polarización. La salida a la crisis del país la debemos construir los venezolanos. Ningún diálogo político funciona sin voluntad plena y bajo condiciones de extremas exigencias unilaterales. En política no hay callejón sin salida. La democracia tiene sus propios mecanismos para salir de cualquier encrucijada.



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Darío Morandy


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