Me siento obligado a defender a Aporrea. Pues no hay duda que ha estado bloqueada y acosada por años y por su línea editorial, injustificadamente se le sanciona. Se pasa por alto algo que una simple revisión revela. Es una página abierta al pensamiento de todos aquellos que en ella han querido participar. Es difícil hallar en Venezuela y en muchas partes, medios tan democráticos y preocupados por el equilibrio de sus contenidos, tanto en lo informativo, como en la opinión. Acusar a Aporrea de hostigar al gobierno carece de sustento. Basta revisarla, nada escrupulosamente y si hasta con ligereza, para comprobarlo. Si en algo ella parece rígida, es no dejarse penetrar por quienes juegan y apuestan radicalmente a favor de lo totalmente contrario al interés nacional.
Lo que parece distanciar casi radicalmente a Aporrea de quienes ahora ejercen el gobierno, es lo relativo a los asuntos inherentes al interés popular, sobre todo el salario. Para la página sancionada la lucha por el salario es sagrada. Para quienes gobiernan, por una percepción errada, hasta al parecer contraria a sus mismos intereses, constituye un error, digamos táctico, por decir lo menos y no pecar de exagerado o imprudente. Pero aun así, las diferencias no parecen tan grandes como para que medien las sanciones tantas veces denunciadas.
Lo habitual, bastante bien lo sabe uno que lleva años en estos menesteres, es que las páginas, diarios y revistas, cuiden que las informaciones y hasta las opiniones, en gran medida, coincidan con su línea editorial. Hemos vivido varias veces la experiencia de ser excluidos de páginas por contradecir su línea editorial o mejor decir lo que a sus editores no les gusta. O no les gusta a quienes esas páginas patrocinan. Aporrea, no ha tenido necesidad nunca de desmentirse; pues su informaciones son tomadas estrictamente de la realidad y los medios más calificados para difundirlas.
Este servidor, a manera de ejemplo, llegó a aparecer semanalmente en varias páginas y de un buen número me sacaron. ¿Por qué? Pues porque dejaron de producirse ciertas coincidencias. Como que empecé a decir cosas que en nada o poco coincidían con la línea asumida en ellas. Hasta buenos amigos de uno, para evitarse malos entendimientos, nos excluyeron de sus páginas. Y les entendí, no hice de eso ningún inconveniente y menos motivo para algarabías. En veces, la amistad bien vale hacerse el desentendido.
En Aporrea escribe todo aquel quien sienta deseos de comunicar algo. Escritores no dignos de ser definidos como enemigos, contrarios u opositores al gobierno, pero si persistentes críticos. Nombrar uno sería muy fácil, pues hay bastantes, como hay defensores de este y de todas sus políticas. Y publican opositores hasta radicales, pero siempre en la tónica de reclamar al gobierno lo que creen debe hacer de acuerdo a lo que asumen como los deseos de Chávez. No tiene Aporrea la disposición de juzgar la opinión de quienes en ella opinan y menos condenarles o excluirles. Y se da el extraño caso, jamás visto en otro medio, que en esa página publican artículos dedicados a criticarla duramente por alguna circunstancia o incidencia y quienes eso hacen, siguen apareciendo como si nada hubiese sucedido..
Pero hay también un hecho muy curioso, digno de mencionar y que aboga en favor de Aporrea, desde la perspectiva oficialista. Los escritores de derecha, sobre todo de esa extremista, de la que ha estado empeñada en tumbar al gobierno, no sienten interés en verse retratados en ella. Y esto algo dice; para mí es como un elocuente discurso. Y es más, la página misma, en su línea editorial e informativa, siempre ha estado de frente contra el golpismo, terrorismo y el imperialismo. En los tiempos de guarimbas e invasiones, fue demasiado evidente la actitud contraria a tales procederes de Aporrea, como lo es su posición inconfundiblemente antiimperialista.
Y no diré más, me limitaré a reponer lo que escribí cuando se comenzó este intento de acallar y hasta arrinconar a Aporrea.
Las calificaciones contra Aporrea, su gente y articulistas
Eligio Damas
Domingo, 19/10/2014
Para alguna gente pareciera que la página web Aporrea, es la "pagapeos".
Hay una vieja anécdota caraqueña, tanto que viene desde la época colonial, que Francisco Herrera Luque recoge en una de sus obras - creo que esta es "Los Amos del Valle"- en la cual se describe el sentido de aquella expresión.
Las mantuanas, esposas de "Los Amos del Valle", de "los grandes cacaos" de Caracas, cuando iban a misa, se hacían acompañar de algunas jóvenes de su servicio personal; está como por demás decirlo; estas eran sus esclavas. En la misa, las jóvenes esclavas, se colocaban detrás y a una prudente distancia de sus amas. Cuando a alguna de aquellas señoras, entre el levantarse y sentarse, arrodillarse y pararse, como acontece en los ajetreos de la misa, se les salía un gas, sobre todo sonoro, gestualizaba dando a entender que aquello era obra de alguna de las muchachas que detrás de ella estaba. Por eso se les llamaba así a aquellas jóvenes, "las pagapeos".
Poco tiempo atrás, cuando el gobierno llamó al diálogo, salió el rumor que llegaba a algunos acuerdos con sectores de la economía privada, algunos camaradas que escribían en aporrea, intuyeron que vendrían calamidades sobre todo en materia de precios, que de todos modos ya se estaban expresando y no se veía manera alguna de evitarlas, y otras cosas más según dijeron o sugirieron, optaron por despedirse de la página y tomaron gran espacio al anunciar aquello. Reaccionaron como si Aporrea y quienes la página manejan, tuvieran la culpa de aquellos malestares que ellos percibían. Por eso, en esa oportunidad escribimos un artículo ¿Por qué irse de Aporrea? http://www.aporrea.org/medios/a189052.html, ya que no veía congruencia en lo que estaban percibiendo y pensando sobre la conducta del gobierno, el futuro inmediato y el despedirse de la página. Era como una forma de echarle a Aporrea, Gonzalo Gómez y su equipo, la culpa de lo que ellos intuían. Es decir, en ese caso, usaron a Aporrea como la "pagapeos". Por cierto, he visto que algunos que aquella actitud asumieron han vuelto a la página y eso es bueno. Aunque también es bueno decir que las decisiones apresuradas, a la carrera, o por "arrechera", no producen nada bueno. Si no lo creen, pregúntenle a Capriles.
Llevo algunos años escribiendo en Aporrea y pienso que mi actitud procura ser equilibrada y sensata. Soy de los tantos que apoya el proceso que inició Chávez, con todo lo que eso encierra, como estar en firme actitud de "oposición a la oposición", o sea a la derecha, sin darle un palmo de terreno al imperialismo y los intereses mercantiles. Si hace falta decirlo, para satisfacer alguna exigencia, estoy firme con el proceso revolucionario y de cambio que demanda el pueblo de Venezuela y la patria grande. Pero no soy ingenuo como para creer que todo marcha bien y que mi obligación es callar y no advertir el ruido que escucho viene de allá arriba, desde las cabeceras del río. No me siento obligado a ocultar los males o errores que perciba, porque si lo hago estaría siendo inconsecuente con la dialéctica, mi percepción de la historia, política, vida y el pensamiento de Chávez. ¡Qué hasta las piedras hablen!, decía el comandante. Quienes están obligados a hacerlo que lo sigan haciendo, se les entiende. Como se entiende a quienes asumen la misma actitud porque están cerca de los mandos, son escuchados y se sienten corresponsables hasta en lo específico.
No conozco personalmente a Gonzalo Gómez, ni ningún otro integrante del grupo editor de Aporrea. Como tampoco a alguien que milite en ese grupo político de izquierda que llaman "Marea Socialista". No comparto en su totalidad sus percepciones sobre la coyuntura venezolana; lo que no niega que algunas cosas entran en el campo de mi percepción. Pero soy contrario a los grupos; esto lo he dicho varias veces. Si optase por romper con el Psuv lo haría para seguir con mi soledad pero no entraría en ningún grupo, porque mi experiencia – estoy en esto desde 1955 ó 1956 – me ha enseñado que la "grupalización" de la izquierda ha sido uno de los mayores males que nos ha afectado. Pero aun así, creo que salir a denigrar de Aporrea porque en la página se hacen críticas al gobierno, no sólo son prácticas de inmaduros y de gente en exceso "celosa" o pretendiendo ser más papistas que el Papa. Cuando hablo de inmaduros no estoy usando un adjetivo con doble sentido, no. Lo uso en el sentido que quienes eso hacen, porque lo creen su deber, nada comprenden.
Es todo un disparate decir que hacer críticas, en mejor sentido de la palabra, señalar errores, proponer cambios, observar públicamente las fallas, sobre todo no teniendo otras maneras de proceder, es "darle alas o argumentos a los enemigos". Ese es un viejo truco que, por cierto Betancourt y sus seguidores usaron con frecuencia para acallar la crítica. Como es demasiado infantil – el "infantilismo de izquierda" no es una entelequia- decir que Gonzalo Gómez se pasó para la derecha o hace de agente de la MUD, por haber participado en un Foro en Margarita donde también estuvo María Corina Machado. ¿Qué era lo recomendable, abandonar aquel espacio porque estaría esa señora? Eso no me parece sensato y sí, como una exhibición excesiva, innecesaria de solidaridad.
Pero es todavía más insensato y "celoso" en demasía, decir que todos quienes escribimos en aporrea pertenecemos a la ultraderecha o saltamos la talanquera. Como es insensato, lo que pareciera haber percibido, que algunos articulistas como demasiado conformes con los hechos y no dispuestos a hallar gazapos, han optado por irse de Aporrea, para que no "les caiga la chupa". ¿La historia se repite? Advierto que este fenómeno es a la inversa.
Lo que no cabe duda a nadie equilibrado es que Aporrea es una página en gran medida a favor de la idea del cambio, antiimperialista, antioligárquica, donde todos tienen cabida y puede, quien no goza de privilegios, expresarse libremente.