Nacer o no nacer

Ciertamente, a nadie le preguntan si tiene algún interés en particular para ingresar a nómina de los nacidos en el planeta Tierra. En verdad, esto no es posible, pero sería bueno imaginarse la opinión del no nacido sobre su futuro al salir a luz por primera vez, en el caso tener la oportunidad de conocer su destino inmediato y a largo plazo. Solo existe una condición para el nacimiento, este no es otro que el coito o la copula entre un hombre y una mujer. Este niño que vendrá al mundo puede ser consecuencia de una noche de placer entre dos seres que se aman; también por una noche de tragos que sin pensarlo la pareja no tomó las previsiones pertinentes. Algunos niños arriban al mundo por un accidente al romperse el condón durante la unión de los amantes, así mismo, por un descuido de la dama que olvidó la pastilla anticonceptiva. En el peor de los casos, ciertas criaturas son producto de una abominable violación de un monstruo que arremete su aberración sexual contra la castidad de una joven o la integridad de una dama inocente. Finalmente, los nenes secuela de una fertilización invitrio o una gestación subrogada, es decir, de un vientre en alquiler. Lo que si es seguro que ningún neonato llega al mundo por gracia divina puesto que hasta lo que la ciencia conoce, para un concepción se necesita espermatozoides y óvulos, no por una voluntad bienaventurada. Hasta lo que se sabe por la teología, Dios no ha preñado a ninguna mujer. A menos que sea a través de tercera persona, como es el caso de José quien fecundó a María por intermediación del Espíritu Santo. Pero esto último no es más que una mentira escolástica. Como nota en la anterior explicación, en ningún caso en la concepción de un niño se conoce la opinión del interesado.

Pero el problema de la gestación no termina allí, una vez que la dama descubre que está preñada caerá en manos del ginecobstreta que trabaja, bien en un hospital oficial o en una clínica privada, donde la embarazada es sometida a múltiples exámenes que años atrás eran una rutina. Sin embargo ahora, como todo es un negocio la pareja, los futuros padres, deberán desembolsar grandes sumas de dinero para someter a la dama y al embrión a todo tipo de exámenes. Hasta para conocer el sexo del feto la futura madre será sometida a una ecografía que cuesta dinero. En este aspecto, al embrión nadie le pregunta si quieres ser sacado de su estado de placidez en que se encuentra dentro del vientre de la madre, sin pensar si tales ondas sonoras (ultrasonidos) le puede afectar su salud. Así se mantendrá hasta que el obstetra decida, a conveniencia de la factura, si la embarazada dará a luz en forma natural o por cesárea. Por lo general la clínica escoge la segunda vía, dado que la ganancia del negocio es mayor por la vía de la intervención quirúrgica. En algunos casos, si el obstetra se va de vacaciones o tiene que asistir a un simposio de algo, adelanta el parto del neonato con la aprobación de la parturienta, pero sin consultar al protagonista.

Después del nacimiento se da comienzo al martirio de la crianza del niño, dado que como la madre y el padre trabajan fuera del hogar para poder pagar la factura de la cínica. Es inexorable buscar la persona quién se encargará del cuidado del niño. Este se debatirá en una propuesta de los recién paridos, bien sea a la abuela materna o a la paterna, quienes una vez consultados rechazan la oferta dado que ellos ya cumplieron con su trabajo, por lo tanto dejarán la creatura en manos de una niñera, quien a pesar de no ser de la familia se dedicará a la formación inicial de la criatura. En un futuro internarán al recién nacido en una casa maternal para que se ocupe de la educación de los primeros años de vida del neonato. Hasta cumplir cierta edad este cursará los primeros años de estudios en un kindergarten orientado por una maestra que cobra un salario muy bajo y quizás, con problemas económicos y conyugales. Durante este período levantan al bebé bien temprano, lo despiertan de su sueño placentero sin preguntarle si esto le agrada y ya, casi recién nacido, el bebé deberá soportar el insufrible tránsito de la ciudad para llegar a su destino.

Las dificultades apenas se han iniciado. Cuando tiene unos seis o siete años el problema inmediato de los padres es buscar la escuela donde el niño o niña va a ser recluida, obligado(a) a soportar el carácter de un maestro, maestra, profesor o profesora. En este colegio tendrá que sobrellevar las calamidades que el educador o la educadora trae de su casa para volcarlo en el ambiente del salón de clases. Con el agravante, si el colegio es privado, los padres, tendrán que pagar una factura mensual para que el estudiante se mantenga en la institución durante casi once años sin que tales estudios le sirvan para desenvolverse en la vida.

La educación de los estudiantes parece generar nuevos problemas, ya no es la escuela donde perdió once años, ahora hay que pensar en una universidad, bien oficial o privada, esta ultima de elevados costos. Y el otro inconveniente ¿qué estudiar? Habrá que hacer un examen sobre las profesiones mejores pagadas. Si el padre es socio de una clínica, el joven deberá estudiar medicina; si en cambio es accionista de un bufete de abogados el hijo deberá estudiar Derecho. En fin, en algunos casos la facultad que escoja el bachiller dependerá del negocio familiar. Si tal posibilidad no se cumple el recién graduado ingresará al mercado laboral en una empresa donde pagan salarios miserables a cambio de un horario de trabajo inhumano.

Todo lo que he destacado anteriormente se refiere al aspecto familiar e individual, pero lamentablemente los seres humanos compartimos un ambiente social, económico, ecológico, político y financiero, que al final son los que determinan la salud física y mental de quienes deambulamos por el planeta Tierra.

Con respecto al ambiente social es bueno recordar que por diversos medios de comunicación se resalta la competencia, que no es más que la habilidad para utilizar los conocimientos para obtener ciertos logros en el ambiente que se desenvuelve. Esta competencia entre los miembros de una sociedad genera ciertos comportamientos negativos como el egoísmo, deprecio, racismo, abominación, discriminación, entre otros. Los humanos no compiten para obtener benéficos colectivos, sino individuales, la preocupación fundamental es conseguir bienestar personal en el ambiente laboral. En este escenario se rivaliza para alcanzar un cargo mejor remunerado y con ascendencia sobre los demás. Para el logro de esto se vale de la hipocresía, de la mentira y de la deslealtad como los antivalores para alcanzar y avanzar en materia profesional.

El ambiente económico no depende del recién graduado, depende de las decisiones políticas de los gobernantes. Si el gobierno es fascistas, capitalista, socialista o progresista, el sueldo y los gastos del recién graduado dependerá de las medidas que tome el gobernante, que lamentablemente no está en manos de de las medidas de su equipo de gobierno sino del estado de la economía internacional. A manera de ejemplo, un jefe de estado pacta con el FMI de seguido compromete los ingresos de una nación proveniente de las exportaciones. Por lo general, tales ingresos deberán ser utilizados para los pagos de los créditos, que por lo general se han beneficiado las empresas transnacionales. Todo estos estos manejos generan malas consecuencias a la economía de un país, lo cual se transforma en la caída del PIB, inflación y desempleo.

El recién nacido cuando ve la luz por primera vez desconoce que acaba de arribar a un planeta enfermo donde el aire, las aguas, la tierra y los alimentos están contaminados producto de las descargas en el ambiente de los residuos tóxico de las grandes industrias los cuales son nocivos para la salud. Además, de las talas de los bosques que contribuyen a la desertificación del planeta y como consecuencia el calentamiento global.

Cuando el niño nace ignora que el mundo está conducido, en su mayoría, por una cáfila de políticos quienes se dicen democráticos, pero su único interés son los beneficios económicos de las empresas que los financian. Son los políticos sedientos de riquezas quienes en alianza con las avaras corporaciones industriales, financieras, fábricas de armas, empresas agroalimentarias, laboratorios, etc. quienes deciden sobre la vida y la muerte de los habitantes del planeta. Son ellos los que llevan la guerra a todos los lugares del globo; son estos capitalistas los encargados de elaborar los planes de gobierno que pondrá en práctica el candidato recién elegido para regir los destinos de un país. Por este motivo los planes de gobierno del candidato elegido nunca se cumplen.

Al planeta únicamente lo mueve el dinero, son en los grandes centros financieros donde se decide lo que se hacer en cada zona del planeta. Son los avaros consorcios los que ventilan sobre la fabricación de virus para utilizarlos en la guerra bacterióloga, son estos centros los que están propulsando el fin de la agricultura y la ganadería para que todo las ganancias se generan, no a través dela producción, sino mediante los mercados de valores. Son los centros financieros los que dan préstamos a las fábricas de armas para acabar con la población civil de numerosas regiones. Son estos capitalista, que nunca conocerá el recién nacido, quienes decidirán sobre la vida y la muerte del recién nacido.

Paradójicamente, en la medida que más se vive más nos aproximamos hacia la muerte, hacia la nada y esto, el fin del planeta, lo están acelerando los dueños y los ejecutivos de las grandes corporaciones. Estas avaras sociedades ven al errabundo planeta azul, no como la casa grade donde podrán coexistir en armonía ocho mil millones de humanos, sino una gran filón de donde se puede extraer grandes riquezas.

Las jóvenes parejas deben pensar sobre decidir o no traer un hijo a este mundo caracterizado más por la ferocidad, no por la armonía para vivir en paz y sobre todo, por la indiferencia del prójimo sobre lo que ocurre a otro lado de su sitio de reclusión. Creo que los humanos, sobre todo la gente de mucho dinero, se empeña en destruir lo que a la naturaleza le costó erigir durante más de cuatro mil millones de años, quizás por eso el pensador chino Confucio tenía razón: "La vida es simple, pero insistimos en hacerla complicada". Lee que algo queda,

 



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Enoc Sánchez


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