Comandante Supremo Hugo Chávez:
Estás bogando feliz en la eternidad, porque rescataste para la posteridad el fuego luminoso y libertario de nuestro Padre de la Patria, Simón Bolívar. Los pueblos del mundo se inspiran en tu obra redentora y te aclaman para siempre.
Como bien sabes, la historia se abre paso en forma zigzagueante y contradictoria. A veces con sobresaltos provocados por revoluciones o revueltas populares, y otras domeñada con la parsimonia conservadora impuesta por los dominadores de turno.
Venezuela ha tenido—así lo creo como historiador—dos grandes mutaciones civilizatorias. Una, la independencia, que gestaron nuestros héroes precursores de la nacionalidad y de la patria soberana, en la búsqueda de la realización plena de los ideales que galvanizan la felicidad humana. Y otra, la que se inaugura con tu insurgencia. También sabes, Comandante, que las conquistas alcanzadas por los pueblos en su lucha por la emancipación pueden ser revertidas o amputadas. Así ocurrió después de la independencia, cuando las oligarquías domésticas y los caudillos rurales a su servicio, restauraron, renovaron o reforzaron las cadenas del esclavismo, del vasallaje y de la opresión.
Gracias a ti, las conquistas alcanzadas por la Revolución Bolivariana han ensanchado los espacios libertarios y prefiguran la realización del más elevado humanismo. Estas conquistas son atacadas con saña imperial. Pero el país marcha con renovados bríos enfrentando el imperialismo y sus vasallos domésticos bajo el liderazgo de tu hijo, nuestro valiente presidente Nicolás Maduro Moros.
En este nuevo aniversario de tu natalicio, los venezolanos y venezolanas, y los pueblos del mundo, se inspiran en tu legado. Sigue, mi Comandante Supremo, tu periplo eterno soñando en que todos los seres que pueblan el planeta tierra puedan coexistir en armonía con la Pachamama.
Tú, apóstol bueno de la liberación y de la justicia planetaria, guías los pasos de quienes soñamos con la reconciliación humana. Sigues derrotando, junto con tu pueblo, los abominables esperpentos de la injusticia y la opresión.
Tareas muchas me encomendaste, Comandante, algunas, en compañía del joven dirigente sindical y parlamentario, Nicolás Maduro, y de mi entrañable camarada José Vicente Rangel. También coordinábamos iniciativas anti golpistas con Aristóbulo Isturiz y Alí Rodríguez Araque. Te cumplimos con devoción revolucionaria. Gracias por creer en nosotros.
Estoy pensando en escribir otras páginas sobre mis recuerdos personales sobre tu obra redentora. Espero tener el tiempo suficiente para hacerlo, antes de que el indefectible ocaso físico arruine mi predicamento.
¡Vida eterna, Comandante Supremo!