Viernes, 04 de agosto de 2023.- La Verdad Única.
Se da en todas las culturas y en todos los tiempos que ha vivido el ser humano sobre este planeta de agua, este planeta azul que nos contiene, que nos da vida y que maltratamos inmisericordemente.
Es una búsqueda constante de darle sentido a nuestro breve, muy breve y corto paso, por la aventura del vivir, a este breve transitar.
La Verdad Única.
Necesidad impostergable de quien busca respuestas lógicas, sólidas, constatables y requiere normas precisas, de una guía, que solía llamarse en un pasado, no muy remoto: la regla de oro, para mantener el recto rumbo, la ruta óptima, la dirección correcta, la vía exacta, en un mundo lleno de posibilidades inciertas y engañosas, o es acaso, la aspiración bizarra de mentes estrechas, de corta visión, rígidas y a la vez debilitadas por la falta de ejercicio, concretas y poco dadas al análisis y la especulación creativa.
¿O ambas cosas?
Lo que es, es, dicen, esa es la verdad y siempre lo ha sido.
Afirman, sin la menor duda.
Eso piensan y sobre esa premisa basan su vida e intentan que todo a su alrededor transcurra bajo esa norma.
Hay una Verdad Única, la nuestra, síganla y verán los resultados.
Sostienen en una afirmación que no admite discusión, en un tono de almas casi posesas, deleitándose en el concepto alcanzado tras tremendos esfuerzos de diferente índole.
La llamada Verdad Única, herencia de otros tiempos, concepción casi religiosa y auto limitante, les da seguridad, precisión en el andar, les proporciona un claro rumbo a su vida llena, en un principio, de dudas y expectativas desordenadas.
No aptas para el recto camino de un andar inmaculado.
Como si el vivir fuera una lucha constante contra aquellos elementos que nos desvíen del camino trazado por esa Verdad Única e irrefutable.
Eso sí, los somete a una rigidez que niega la posibilidad de ampliar sus visión del mundo y de la vida, de la ciencia misma, partiendo de que la ciencia es conocimiento, con elementos que automáticamente y por economía de esfuerzo, no se paran en calificar de distractores y contaminantes.
Cuidado con esa Verdad Única y con sus adeptos, fanáticos y adoradores.
Causa innegable de muchas guerras y conflictos en la historia de la humanidad que se obsesiona en su camino autodestructivo.
Mucho cuidado y mente alerta, abierta y crítica con los fanáticos y con los sacerdotes del pensamiento único.
Y recordemos a ese poeta que expresó:
No tengo la verdad,
porque no la quiero,
porque cuando ella viene,
mi corazón se va.
Buenas tardes, Venezuela.