El periodista Juancho Marcano junto a su esposa había llegado de visitar a una amiga, quien estaba muy contenta porque su bella gatica, había dado a luz cuatro gaticos del color de la penumbra y de paso su padre era, el mínimo de dichos esposos, llamado Rocky, que en una descuidada, de la bella hembra gatuna, aprovechó el momento y, sin pensarlo dos veces, con su instinto animal, ambos se entregaron a ese amor salvaje que es común en los felinos.
El perro Pipo al verlos que se acercaban, la cola se le iba a salir y cuando ya estaban en el portón del garaje, les dio la bienvenida y les preguntó cómo les había ido en su visita, e igualmente le informó al periodista que su amigo Evaristo había estado por ahí y había hablado con un vecino que se acercó, de la muerte de un señor llamado Roberto Hernández Montoya, sobre quien, Pipo, le preguntó: ¿Juancho quién era ese personaje?
El reportero mirando al cielo al cual la noche le había pintado nubarrones oscuros, aprovechando que ya la tarde estaba moribunda, le contestó: "Roberto Hernández Montoya, Pipo, era un licenciado en Letras, fue profesor universitario, escritor, comunicador, columnista y sobre todo humorista, de esos que tienen el ingenio de tener la mejor ocurrencia, cuando las condiciones están dadas. Esta cualidad y hasta lo hizo muy conocido, la desarrolló por cierto en un programa de televisión, el cual conducía con un hijo de este pueblo llamado Roberto Malaver, hermano del colega y amigo Emigdio Malaver. Ahí ellos en ese programa que se llamaba "Como ustedes pueden ver", y que se conoció más que todo como "Los Robertos", por el nombre de sus conductores, hacían y deshacían con esas frases ingeniosas que se les ocurría y por eso se ganaron una gran cantidad de audiencia tanto de partidarios del gobierno como de la oposición".
- ¿Juancho y esa gente así llega al cielo?
- Claro, Pipo; bueno, a mi modo de ver si, pues son personas predestinadas que son capaces de tener esa respuesta rápida, inteligente y jocosa ante cualquier situación, sea triste o alegre, y para hacer eso es que deben ser escogidos por Dios y después vuelven al reino celestial.
Pipo entendió que ya Juancho estaba por darle fin al día, y por eso el can se dirigió a su dormitorio a esperar ahí la cena para luego buscar el sueño y rogar que lloviera.