De los pueblos originarios de Venezuela, sabemos que la resistencia combativa y el heroísmo, fue ejemplar, desde el momento en que el conquistador declaró la llamada "guerra justa", para doblegar y exterminar a los pueblos originarios. Pero la respuesta de los aborígenes, fue una resistencia armada, que se dice duró más de cien años en combate abierto y decidido, en su inicio, pero en realidad fueron tres siglos de insurgencia permanente, hasta ser exterminados y dominados de diversas formas. Pues, veamos cómo nuestro Libertador Simón Bolívar, 323 años después del inicio de la invasión europea, escribe en su profética Carta de Jamaica, con visionario discernimiento, desde Kingston el 6 de septiembre de 1815, dirigida a Henri Cullen, un comerciante jamaiquino de origen británico, en respuesta a una carta, que de este había recibido:
"Tres siglos ha –dice usted- que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón". Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían orgullo de América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva.
El investigador español Antonio Espino López afirma en su libro "La Conquista de América", que las masacres contra los pueblos aborígenes; con asesinatos, amputaciones de sus extremidades con hacha; las heridas hechas con agua hirviendo o quemados vivos sobre hogueras, violaciones masivas de las mujeres aborígenes, "parecieran sacadas de mentes trastornadas", pero fue una triste realidad vivida por los habitantes de nuestros pueblos ancestrales, que valientemente ofrendaron sus vidas en heroicos combates de resistencia vernácula en contra del intruso imperialista europeo.
Según John Muñoz Téllez, investigador y especialista en Cultura aborigen y autor del libro "Memorias del Holocausto en América Latina", acusa, que las matanzas de los aborígenes cometida en América por los conquistadores europeos fue tal, "que hicieron desaparecer de entre 60 a 150 millones de personas", "la mayor masacre cometida contra la humanidad", para hacer desaparecer a los pueblos originarios que se oponían a la invasión de sus tierras y el robo de sus riquezas y la aplicación de diversos métodos de explotación humana. Sin embargo, no ha habido todavía, algún pronunciamiento de desagravio, que haga entender a la colectividad continental y a la humanidad entera, la inmensa gravedad histórica, del mayor holocausto ocurrido sobre el Planeta Tierra. ¿Será que todavía nos hacen falta argumentos de mayor relevancia para asimilar la valoración dimensional de tan triste acontecimiento que acaba suceder, apenas, hace 500 años? Es que "por el engaño nos han dominado -lo dijo El Libertador Simón Bolívar- más que por la fuerza" y por tal razón pareciera mentira todas las verdades que han sido relatadas en los documentos históricos de la conquista y colonización en Venezuela y en el resto del Continente, sobre todo las crónicas de Fray Bartolomé de Las Casas.
En el proceso de conquista llevado a cabo en territorio venezolano, al igual que el resto del Continente, a parte de las armas de fuego, la espada, el cuchillo, la lanza, utilizadas para el dominio y exterminio a los aborígenes, también utilizaron el caballo como arma, animal totalmente desconocido y temido por los nativos, y luego también los cazan, con perros amaestrados para la cacería de seres humanos (aborígenes), Taviani, al referirse a las armas y maneras de los conquistadores para castigar y asesinar y exterminar a los pueblos originarios, citando al padre Bartolomé De las Casas, y escribe:
Después de la de los caballos: era el arma de 20 perros de presa que, enardecidos al grito de ¡cógelo!, en una hora capturaron a cientos de indígenas.Como éstos usualmente iban desnudos, con facilidad se puede imaginar los estragos causados por los ferocísimos lebreles, al ser provocados e incitados a morder cuerpos desnudos (…) –citando a de las Casas- "Esta invención se comenzó a poner en práctica aquí, y fue creada por el demonio; se difundió en todas estas Indias y terminará cuando ya no se encuentre más tierra en esta parte del mundo, ni gente que sojuzgar y destruir." Fue esta la primera de tantas "otras exquisitas invenciones que se encontraron, aplicaron y difundieron para la total destrucción de la nación indígena".(Op. Cit.P. 96).
A partir de aquella aciaga fecha, agosto 1498, Venezuela pasa a ser la "tierra prometida" para la usurpación, el robo y el saqueo extractivo del conquistador, aplicando la esclavitud de los aborígenes. Era la tierra prometida a los reyes de España, donada por el Papa Clemente VI; territorio para el saqueo y el crimen perpetrado por militares, obispos, curas y bandoleros: desde lacayos advenedizos, de baja ralea. Muchos de los enviados a estos vírgenes territorios, purgaban penas en las cárceles españolas, y eran traídos a la tierra venezolana a realizar sus desmanes vandálicos como lo expresa Garmendia en su obra, "Cuando el conquistador juan de Villegas":
El material humano que acompaña a los Conquistadores se recoge en las escorias sociales de las zonas marginales de las ciudades españolas. Mientras zarpa el basurero humano con destino a las Indias, España se descongestiona de gente indeseable y parasitaria. (3)
"El sentimentalismo no era trigo que se procesaba en los molinos de aquellos implacables grupos. Esta actitud indiferente ante los Derechos Humanos, surge como resultante de los sentimientos de la época personificados en hombres endurecidos formados en las carnicerías contra los Moros, tercios de Flandes y Granada, saqueadores de ciudades vencidas, estupradores, violadores de mujeres, capaces de beber sangre en el cráneo de las víctimas. Si esos hombres se conducían sádicamente en Europa, participando en los baños de sangre aplicados a las ciudades, lógicamente, transportados a otro ámbito, con mayor razón desarrollan igual conducta devastadora". Garmendia pág. 129.
Pero los pueblos originarios no se doblegaron. Resistieron y lucharon hasta morir, desde aquí podemos estudiar las libertarias hazañas, de hombres y mujeres aborígenes, por nombrar algunos como Guaicaipuro, Nigale, Baruta,Terepaima, Chacao, Tamanaco, Arichuna, Queipa, Cayaurima, Chicuramay, Guaicamacuto, Mara, Paramaconi, entre otros valientes jefes aborígenes que nombraré en posteriores entregas, y muchos, que de ellos son desconocidas sus hazañas por mezquindad histórica, al igual que valientes mujeres como la Guerrera Ana Soto, Urquía, Urimare, Apacuana y tantas otras que no aparecen en las página de la historia de Venezuela y que tenemos en deber de estudiar sus vidas y honrarlas como heroínas de las primeras luchas emancipadoras que forjaron los caminos de la Patria Venezolana.
Tomando en consideración la relación emancipadora de Nuestro Libertador Simón Bolívar, con respecto a los pueblos originarios, el 4 de julio de 1825, Decreta en Cuzco, Perú, los derechos y libertades de los aborígenes, como ciudadanos, atendiendo la distribución equitativa de las tierras, prohibiendo las prácticas de explotación sufridas durante siglos, del yugo español, en el que considera:
"Que la igualdad entre todos los ciudadanos es la base de la Constitución de la República;
Que esta igualdad es incompatible con el servicio personal que se ha exigido por fuerza a los naturales indígenas, y con las exacciones y malos tratamientos que por su estado miserable han sufrido éstos en todos tiempos por parte de los jefes civiles, curas, caciques y aun hacendados…"
Hasta la Próxima entrega. chirinosreinaldo04@gmail.com