Cuando fui a un CDI en los Estados Unidos

Como siempre, llegué puntual a la consulta del médico, aquí no médicos cubanos sino de otras nacionalidades. Me senté a esperar con los codos en los brazos de la silla y los pies juntitos como en la iglesia de mi pueblo. No había nada que hacer ni nada que leer, porque acá te cobran hasta por leer, eso lo que quiere la candidata a PREPRESIDENTE allá en Venezuela. Me puse a observar intensamente las mosaicos del piso. Allí adiviné un pez con el lomo rozando la hondura de una ola. Otro pez espiaba en el fondo. En los mosaicos de al lado había una tortuga con la boca muy abierta, que por cierto tenía pinta del tío Caimán. Como no se movía, no representaba ningún peligro inminente…

Una enfermera llamó mencionando un nombre y una dama gruesa que tenía una franela azul de Vente Venezuela caminó hacia ella. Ambas desaparecieron tras la puerta que bloqueaba la visión de un pasadizo misterioso. Me estremecí. Salí del mar de las mosaicos del piso por un momento, cambié de posición, me revolví en la butaca y las volví a mirar. Todas las figuras habían desaparecido, pero en mi subconsciente estaban los rostros de los candidatos Majunches. No pude encontrarlas en las volutas del diseño. Se me aceleró la ansiedad que siempre me da cuando voy al médico, y más acá en la tierra del Tío Sam que todo hay que pagarlo. Me brinca un labio, lo calmo con un toque de dedo, me comenzaron a los famosos Tic nerviosos.
Para evitar ataques de histeria controlada, me asomo a una ventana que da a la calle y en mi estado de alucinante oía en mis oídos la canción aquella de "A luchar compañeros" del himno de los adecos Crecía al borde de la acera un árbol-montaña tan alto como un peñón, movía los dedos de hojas con la brisa. Solo le faltaba un hilo de agua despeñándose y unos cuantos pájaros en las ramas recargadas de verde que posados en sus ramas me miraban cómo preguntándose y éste qué?.
Alguien llamó mi nombre. Se me enfriaron los pies. Acudí sin ganas.
"Firme este papel de pago".
"¿Mi seguro médico no cubre el costo de la consulta?"
"Sí, pero tiene que firmar que va a pagar de todas maneras" acá es la tierra del Tío Sam cómo lo quiere la Maricori todo hay que bajarse de la mula .
"¿Cuánto es?"
"No lo sé".
"Está bien", dije todo confundido de inquietud, no por el pago sino porque ya tocaba mi turno.
"Pase para acá". Entro por el mismo pasillo lóbrego lleno de amenazas y peligros presentidos de las guarimbas.
Me pesan en una balanza alta. (Me quito los zapatos por si las moscas estoy muy delgado por qué acá no sé come ni mondongo ni reina pepiada)
"Yo vengo por los ojos", dije.
"No importa, hay que pesarla de todas maneras.
"Bueno, ¿cuánto peso?"
"Bastante. No se preocupe" no pregunté más por si acaso me lo cobran.
Me sientan en una esquina para tomarme la presión arterial.
"Lo mío es la presión del ojo solamente", repetí porque presentí que a esa gente lo que le interesa más es el biyuyo.
"Cálmese, hay que medirla".
"¡Rayos!", pienso, pero callo.
Me llevan a otro cuartico lleno de instrumentos espeluznantes igual los que tenían los guarimberos. Se van y yo quedo rodeada del terror que me producen estas cosas. Al rato, llega una técnica con cara de asiática para colocarme en la cara un antifaz de un solo ojo.
"Lea las letras de la pared" que en mi imaginación decía "hasta el final"...
"Está bien", dije confundido de inquietud, no por el pago sino porque ya tocaba mi turno.
"Pase para acá". Entro por el mismo pasillo lóbrego lleno de amenazas y peligros presentidos a lo guarimba.
Me pesan en una balanza alta. (Me quito los zapatos por si acaso estoy muy gordo)
"Yo vengo por los ojos", dije.
"No importa, hay que pesarlo de todas maneras.
"Bueno, ¿cuánto peso?"
"Bastante. No se preocupe" lo paga su seguro o la tarjeta de crédito si la tiene.
Me sientan en una esquina para tomarme la presión arterial.
"Lo mío es la presión del ojo solamente", repetí.
"Cálmese, hay que medirla".
"¡Rayos!", pienso, pero callo.
Me llevan a otro cuartico lleno de instrumentos espeluznantes. Se van y yo quedo rodeada del terror que me producen estas cosas. Al rato, llega una técnica y me coloca ante mi unas proyecciones y ve bien?

Las leo, las cambia, leo, las cambia otra vez y otra vez, hasta que se vuelven hormiguitas: "&%$•/()&%$•"=)(/%&". Mueve una palanca del antifaz que cambia el hueco de ver para otro ojo. Repite la misma rutina atormentante. Estoy mareado.
"Muy bien, ahora incline la cabeza".
La inclino, hecha gotas debajo de mis párpados y luego me pega una goma adentro del ojo. No siento nada. "13 y 13" es el día, dice como si yo supiera lo que eso significa. Guardo silencio por no quedar como ignorante. Tengo ganas de vomitar.
Continúa el proceso. Más gotas que dilatan las pupilas. Veo una gran claridad y no distingo bien de las gotas que toma Henry Ramos. Paso a un cuarto en penumbras cómo en las reuniones de La Mesa, trato de leer una revista: ou nryus shid ji guen dopd. No puedo, desisto… espero…desespero…tengo hambre…me pican los ojos… tengo sed… quiero ir al baño…me duermo…. Recordando las marchas de los ESCUALIDOS.
Un matrimonio llega y me sacan del sopor con su conversación familiar. Me entero de que al velorio no fue nadie, que la viuda no lloraba, que los niños de Yunisberta van a una escuela privada muy cara y que ellos no saben cómo el padre la puede costear porque dice que la educación privada vuelve a los chamos más inteligentes, que Juancito se compró un camión nuevo de uso para cargar el sonido de La PREPRESIDENTE y Precandidata, para cargar todo su estiércol… que si la suegra, que si la novia, que si la boda de LOCOLDO López la van a transmitir por la Tele… En eso me llaman. Paso a otra habitación aun más tenebrosa que la anterior. Me sientan en la silla eléctrica, no, es solo aterradora. Me cuelgan los pies demasiado cerca de una maquinita de dentista… ¡Ay, Dios!
"Ahora viene la doctora DELSITA".
Tengo ganas de irme corriendo, el corazón me palpita angustiado. Miro las paredes con alarmantes dibujos del interior del ojo. ¿El ojo tiene humor vítreo? ¡Qué horror!
"Que va, me voy de aquí". Me levanto. Llega la doctora DELSITA en ese momento. Me pongo mas frío que los finados del Hotel Penélope, decido desmayarme de miedo, pero la docta sonríe y me saluda muy amigablemente.
"Hola, ¿cómo está? Vote por mi en las primarias secundarias "
"Ah… muy bien doctora, ¿y usted?"
"Muy bien, muchas gracias. Que bonita franela chemise tienes puesta."
"Gracias, usted también tiene una blusa preciosa".
En realidad no es posible ver mucho debajo de su bata blanca. Creo que ella se da cuenta de mi embuste, pero se hace la distraída porque también ella mintió acerca de mi ropa que la compré en el mercado de las pulgas en Maracaibo. Me coloca la cabeza dentro de un extraño aparato. Yo no sé por qué pienso que me van a sacar una muela del juicio. Todo es espantoso, estoy sudando. Estrujo un pañuelo desechable para disimular el temblor de mis manos.
"Vamos a ver. Ponga la frente en este lugar y la barbilla aquí. Mire hacia mí".
Ella enfoca una luz intensa en mis pupilas dilatadas y me alumbra el cerebro por dentro y por fuera. Hecha un vistazo con otro aparatico que parece una lupa. Yo veo solamente la punta de su nariz. Huele bien la doctora. Como he quedado ciega debo orientarme por el olfato y pensé dentro de mi será que está doctora trabaja para los servicios secretos del Tío Sam, supuse yo.
"Ya puede bajarse. Todo bien. Vuelva en 6 meses".
Creo que eso fue lo que dijo porque al oír "puede bajarse" pero de la mula me tiré de la silla y caí de bruces en el suelo. No era cierto. Tan solo fue que se trabó la trenza mis Reebok chinas en la silla. Me tambalee y, debido al mareo, no pude enderezarme del todo. Quise ponerme de pie, me agarré de la falda de la doctora y se la jale casi la dejo en puras pantaletas. Ella no dijo ni media palabra. Yo solo atiné a despedirme con la voz enardecida: "Sí, espéreme en 6 meses, ¡ja!" hasta que me renueven la visa acá en la tierra del Tío Sam.
Escapé rápidamente, dejando detrás de mí el azoro de los presentes y como tenía hambre fui me comí un Hot Dog con bastante mostaza y kétchup para sentirme más gringo y una Coke…tremenda papa y me fui a dónde vivo arrimado para ver mí serie favorita Alf el extraterrestre.



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Marco Pedraza


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