- Así como te lo estoy diciendo, Juancho.
El periodista Juancho Marcano había llegado del pueblo de realizar ciertas diligencias y aprovechó de visitar a unos amigos para conversar con ellos, sobre los últimos hechos en el poblado. Cuando llegó su perro, Pipo, lo esperaba, como siempre en el portón, y luego de entrar y estacionar el viejo malibú, el can empezó a conversar con él.
- Bueno Juancho como te iba diciendo que por aquí pasó tu amigo Evaristo y llegó más triste que novia plantada en la iglesia, y todo, sin que me lo pregunte, es porque venía del conuco y como el nuestro es vecino con el de él, te dejo dicho que es preferible no ir a veces por ahí, pues las plantas lo que dan es lástima, porque cada una tiene en su tierno corazón, clavada la flecha de la sequía, que la pone triste y a derramar lágrimas por estar sedientas.
- Lo entiendo, Pipo, pues vengo de visitar a unos amigos que también tienen matas sembradas, bien sea en sus patios o conucos, y la impresión es la misma: No provoca ver las pobres plantas, porque ese dolor que reflejan es también nuestro y por tanto lo sentimos como si fueran ellas.
- Así mismo dijo Evaristo, de ahí que iba cargando con una tristeza que, al parecer, no podía con ella, porque ya muchas de sus plantas se han secado, incluyendo las de aguacates, que la vez pasada estuvieron cargadas de tan exquisito fruto.
El periodista guardó silencio como tragándose una lágrima de impotencia producida por el largo y ardiente estío, y por eso, Pipo, al notar su mudez y dolor, optó por cambiar la conversa y por eso le comentó: "Sabes, Juancho, que por la emisora comunitaria estaba oyendo un programa y el conductor estaba hablando de las personas que no se equivocan nunca, ¿las conoce tú, acaso?
Juancho Marcano, escuchó a su perro, lo observó que esperaba la respuesta, y por eso señaló: "El que no se equivoca debe ser un genio, aunque creo que no deben existir esas personas".
El canino asomó los dientes como sonriendo y manifestó: "Claro que existen, periodista ilustrado, y aquí hay muchas, pues aquellas personas que no se equivocan nunca, son las que no hacen absolutamente nada".
El periodista sonrió, abrazó a su perro y ambos pasaron hacia la casa.