El término invisible se utiliza para calificar a aquel o aquello que no se puede ver. Es algo imposible de ver para un ser humano. Sin embargo, en el terreno de la ficción, actualmente, existe mucha imaginación respecto a cómo un individuo puede volverse invisible durante unas elecciones primarias en Venezuela. La invisibilidad es la esperanza de quienes quieren ser candidatos presidenciales y en su afán de imponerse sobre los demás candidatos actúan de manera fraudulenta cuando llega la hora de contar los votos. ¡Quien no gana así!
El domingo 22 de octubre, estuve caminando por las calles sin parar, de arriba abajo, de arriba abajo. Al poco rato que ya me sentía borracho, no podía encontrar lo que yo andaba buscando. De hecho, estaba buscando un centro de votación para ejercer mi voto; pero, me cansé de dar vueltas y nunca vi colas de gente, al menos en el sitio en donde yo vivo. ¿Será que la gente es invisible? Me pregunté.
Estaba en lo cierto. De inmediato, se oyó una voz que provenía cerca de un paredón, y supuse que era el sitio en donde estaba la cola para votar en las primarias. Yo no veía a nadie, hasta que alguien me dijo: "No te asustes, yo estoy aquí haciendo mi cola". Y a pesar de que me dijo que hiciera la cola, no hice caso. Así que le pregunté, a la voz que me habló, si había mucha gente en esa cola, y su respuesta me desanimó: Si, esta cola está más larga que las colas de la gasolina subsidiada. La misma voz me dijo: ¡No te desanimes! Yo le pregunté: "¿No habrá una cola para las personas que no son invisibles?". Me respondió: No hay muchas; pero, aquí en esta cola, solo estás tú. Total, no pude votar.
Ahora comprendo la importancia de ser invisible: Nadie te ve, ni te toca, ni te habla, solo te suman y te convierten en parte de un total fraudulento para propósitos definidos. En realidad, de no haber sido por la voz que me habló, esta historia no se hubiera conocido, ni hubiera comprendido los resultados escrutados en el primer y segundo boletín del Comando Nacional de las primarias.
