Tras las derrotas de las fuerzas republicanas de los años 1812, 1813 y 1814, donde se pueden apreciar las diversas dificultades sociales y políticas del momento, los enfrentamientos entre los principales jefes republicanos, la escaza cohesión popular a la causa republicana, Bolívar va logrando entender lo que es la concepción revolucionaria, y los conceptos populares de aquella contienda, donde ambos ejércitos antagónicos, estaban integrados por soldados venezolanos, sin distingos ideológicos. Sobre esa misma lucha incesante, de estridencias profundas, es que Bolívar comienza a entender, lo que es lograr la conciliación en sí mismo, una conciencia que realmente permita concebir el triunfo en la guerra, mediante la forja de una conciencia revolucionaria, que haga lograr el objetivo emancipador, que se proponía alcanzar.
Bolívar, ante la reacción del pueblo, que mantenía una idea de lucha ambigua, ante la guerra desde la manera de entenderla, ya que para el pueblo que era explotado, oprimido e ignorado por los oligarcas criollos, serviles de la corona española, que ahora defendían la República, les daba lo mismo apoyar a los realista o a los republicanos. Pues, eran los mismos explotadores, descendientes de los conquistadores que asolaron los territorios aborígenes; descendientes de los colonizadores, enriquecidos con las tierras usurpadas y la mano de obra esclavizada. Esta era la realidad del momento. Realidad que no la podemos ocultar en aras de la descolonización de nuestra conciencia histórica que nos llama a estudiar la historia con la verdad y sin prejuicios.
En el gobierno republicano, no se había formulado ninguna censura ni cuestionamiento al sistema esclavizador, porque éste era y seguía siendo el fundamento de la dinámica social capitalista, en la que se había desenvuelto la oligarquía mantuana y holgazana, durante tres siglos de enriquecimiento, lo que debemos llamar por su nombre: Acumulación originaria del Capital, la génesis de sistema capitalista salvaje, que hoy nos sigue avasallando cruelmente. Los esclavizados y esclavizadas seguían despertando con el grito de sus crueles caporales, que por desgracia eran sus propios hermanos de clase, que desde las primeras horas del día los obligaban a iniciar sus agotadoras tareas a que eran duramente sometidos.
Es este el momento histórico, cuando Bolívar echa a un lado su linaje oligárquico, al que pertenecía él, y los demás jefes republicanos, con algunas excepciones, por supuesto, la mayoría de ellos eran descendientes de esa raza mantuana. Se da cuenta Bolívar, que mientras el pueblo no participe en masa, apoyando la Revolución, no habrá éxito posible, porque son los pueblos quienes históricamente han empujado con dolor, sudor y sangre, los triunfos revolucionarios, aunque estos triunfos sean luego escamoteados por las oligarquías oportunistas de todos los tiempos, que terminan traicionando a las grandes mayorías explotados y oprimidas históricamente.
La primera Etapa de la Época Republicana se pierde porque las masas populares no creían en el mantuanaje que dirigía el endeble gobierno republicano; se alzan los esclavos de Barlovento, hay deserciones en la tropas republicanas; los mantuanos no querían a Miranda porque las ideas de este eran revolucionarias y no las aceptaban por ser Miranda descendiente de "blancos de orilla" y tantas otras causas que tenían que ver con la desesperanza de las masas populares. En la derrota de la segunda Etapa de Época República, las masas populares estaban de frente, con el "Taita" Boves, porque el "taita" les ofrecía las tierra y la libertad, comía y dormía con ellos, entonces los campesinos sin tierras, los esclavos, los aborígenes a quienes los mantuanos les habían arrebatado sus tierras y su libertad, desde hacía trescientos años, veían en el Asturiano la tabla de salvación para el logro de su redención social, y se inaugura con Boves y su "Legión Infernal" la guerra de clases.
Por lo que hemos visto y estudiamos, podemos deducir que en este doloroso trayecto histórico, las derrotas de los republicanos no sólo se dieron por la superioridad numérica del ejército realista, que sí fue una realidad, pero las causas más certeras fueron las divergencias que existían entre los principales jefes republicanos, por el control de la conducción de mando, en aquella compleja situación de guerra, sobre todo en la perdida de la segunda Etapa de la Época Republicana, donde la indisciplina militar y la falta de cohesión, en la forma de conducción política del momento, se manifiesta con excesivo encono interno, donde lo ideológico no era papel de predominio en los jefes militares y mucho menos en las tropas que dirigían. Pero Bolívar sí supo canalizar esa situación y aprovecharla en función de convertirse en el conductor de aquel complejo proceso, logrando avizorar con acertado tino, el rol político que debe orientar el proceso, hacia la dirección de lo que tenía que ser una política con una capacidad sincerada, para el logro de su proyecto de Gobierno, como en lo sucesivo lo demuestra.
Esa es la realidad histórica, porque ciertamente quienes condujeron la primera y la segunda Etapa de la Época Republicana y la Independencia, pertenecían al recalcitrante mantuanaje que avasallaban al pueblo desde los tiempos de la conquista. Los blancos criollos no tenían conciencia de lucha revolucionaria; ellos sólo querían el poder para poder acrecentar sus riquezas a expensas del dolor humano que sufrían los que ellos llamaron las "castas inferiores". Bolívar capta la reacción asumida por el pueblo, y comienza a adquirir conciencia revolucionaria, (no de clase). No olvidemos que Bolívar, aun cuando sea El Libertador de América, es oligarca, es hijo de oligarquía mantuana, es esclavista, es uno de los caraqueños más ricos, que después de entender al pueblo, y además convencerlo, ofreciéndole la libertad, pone su linaje de lado.
Ahora veamos lo que hace Bolívar al llegar a Oriente en 1816, desde Haití, con la ayuda aportada por el Presidente de ese país, Alexander Petión. Inmediatamente decreta la abolición de la esclavitud, (pero no olvidemos que esa fue la condición que le impuso Petión, a cambio de la ayuda militar para la Expedición de los Callos), lo que le da un matiz social a la guerra. Podemos llamarla, entonces, Guerra Revolucionaria para la Emancipación Republicana, lo que hace entender a las clases explotadas, del momento, escasas de conocimiento político e ideológico, que por allí era posible lograr su ansiada liberación social. Recordemos que el Decreto proponía la libertad de los esclavos, pero aún todavía no estaban claras las masas populares, sobre el significado reivindicativo, de la Independencia para el pueblo, para las masas populares del momento, igual les resultaba, una República o una Monarquía, sin embargo, ya muerto el Taita Boves, en 1814, fueron miles de esclavizados a unirse al Ejército Libertador, en la búsqueda desesperada de su libertad, así como pardos, aborígenes, blancos de orilla, hasta españoles pobres, que impulsan el carro de la emancipación bajo la conducción de Simón Bolívar ya hecho Jefe Máximo.
Es a partir de aquel memorable momento, desde Carúpano, cuando en realidad Bolívar comienza a convertirse en el Jefe Máximo, que reconocen después de muchas desavenencias, (es de imaginarse, después de muchas ajustadas y desajustadas deliberaciones), los Caudillos, Líderes, Libertadores de Oriente: Juan Bautista Arismendi, Santiago Mariño, Manuel Piar, Francisco Bermúdez y de los llanos de Apure, el Centauro, José Antonio Páez, con sus indómitos lanceros; es cuando se unifica por primera vez el Ejército Libertador. Se supone que a partir de allí fueron limadas las asperezas entre Bolívar y estos jefes, hasta cierto punto, porque con Páez no quedaron muy bien limadas, y se consolida el mando único en la persona de El Libertador.
Ya sofocadas las incidencias divisionistas del caudillaje, hay jefatura militar, hay un Ejército organizado, adiestrado y disciplinado; es fusilado en Angostura, octubre 1917, el General Manuel Carlos Piar, el héroe de San de San Félix, que necesario es, en aras de resarcir la verdad histórica, y hay que decirlo: Piar era anti-oligarca, anti-mantuano, con afinidad hacia los pardos y demás estratos marginales. Pero Bolívar tuvo que hacerlo. Sí, tenía que hacerlo. Por eso provino en emanar la orden de que se conforme un tribunal de guerra, que procediera a juzgar culpable de los hechos y delitos que se le imputaban al General en Jefe Manuel Piar, ciertos o no. Tenía que hacerlo, pues, temeroso a que este general, como caudillo y líder que comulgaba con la emancipación de las masas populares, lograra levantar de nuevo, como en la época de Boves, a las multitudes desposeídas y esclavizadas, y hacer revivir la guerra de clases, que arruinaría por completo el proyecto bolivariano, y lo que más temían, de aquel general, los oligarcas era el peligro de la instauración de un gobierno del pueblo y para el pueblo, capaz de romper la cadena de la opresión, que contribuyera a medrar los intereses y privilegios de la clase explotadora del momento, que viene siendo la misma que mantiene el actual sistema de explotación y opresión.
No existiendo ya, obstáculos que puedan frenar la marcha hacia el pináculo del triunfo en la fragua patriótica de Bolívar, ahora avanza y viene a refundar la tercera Etapa de la Época Republicana en 1819, que se había iniciado con la liberación de la isla de Margarita en 1817 y ahora se completa con la liberación de Guayana, y le incorpora la octava estrella a la Bandera Nacional, como octava provincia liberada y desde allí Bolívar convoca el Congreso de Angostura y nace lo que tradicionalmente se ha llamado la Tercera República, que no es otra cosa que la tercera Etapa de Época Republicana, que viene a proclamarse como República de Colombia, lo que los historiadores han llamado la Gran Colombia, que viene a ser la concreción del viejo sueño Mirandino, que ahora Bolívar trata de hacerlo realidad. chirinosreinaldo04@gmail.com