Una bufonada imperialista

El laudo arbitral

"Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad"

Esta frase del Libertador Simón Bolívar, escrita en una carta dirigida al Coronel Patrick Campbell, fue una profecía que desgraciadamente siempre ha estado presente en la relación de los yanquis con la América Hispánica.

Existen múltiples ejemplos de la injerencia de los norteamericanos en cualquiera de los asuntos de las naciones latinoamericanas y el Laudo Arbitral es una muestra de esto, en donde los gringos se convierten en aliados con otros "imperios" para someter a las naciones que quieren ser libres.

En el año de 1895 los Estados Unidos consideraban una amenaza la apropiación que las potencias europeas intentasen de cualquier territorio en América. Ya para la época de Simón Bolívar habían creado una farsa en su política exterior, como lo fue el planteamiento que hizo el Presidente James Monroe en su mensaje al Congreso el 2 de diciembre de 1823, mensaje que fue conocido como "la doctrina Monroe".

Richard Olney, Secretario de Estado norteamericano, participaba "hipócritamente" en defensa de Venezuela, en contra de los actos agresivos por parte de los británicos contra la nación latinoamericana.

Los gringos en su falsa actitud, el 17 de diciembre, en el Congreso, el Presidente Grover Cleveland indica que no permitirán usurpaciones británicas en Guyana. Pidió a la "pérfida Albión", someter la controversia con Venezuela y si no se sometían a un examen jurídico para analizar sus títulos de propiedad sobre esos territorios.

Crea el Congreso de los Estados Unidos una comisión investigadora para conocer la verdad entre las dos naciones. Aunque parezca asombroso, estaría integrada por seis personas para delimitar los verdaderos límites de la Guayana inglesa con Venezuela.

Los integrantes son un Juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, David Brewer, el Presidente de la Corte de Apelaciones, Richard Albey, el Miembro del Foro de Nueva York, F. Courdert, el Presidente de la Universidad John Hopking, D, Gilman, un miembro de la Universidad de Cornell, Andrew White.

El Secretario de esa comisión es Severo Maller Prevost, que era un experto en Derecho Latinoamericano. Los británicos al verse amenazados por la verificación de los limites por la mencionada comisión y que se viera la modificación arbitraria que habían realizado, deciden formar con Venezuela un Arbitraje, teniendo la intención de disolver la comisión norteamericana y se trasladan a Paris, en Francia.

Los yanquis firman con "la pérfida Albión" las bases del tratado de Arbitramiento para decidir el problema limítrofe.

Como lo ha realizado a través de la Historia el imperialismo norteamericano, presiona a Venezuela para que acepte que ningún venezolano participe en las negociaciones.

La ausencia de Venezuela fue resultado del arreglo anglo-estadounidense, originado en el Convenio de Washington del 2 de febrero de 1897.

El jurado estaría integrado por dos ingleses; Lord Brewer y Lord Fuller.

La representación de Estados Unidos fueron Russeel y Colins y por supuesto no podía faltar el vendido que siempre usan en estos casos los imperialistas, un ruso zarista de nombre Freedrich De Martens, un hombre de mentalidad británica de la Cancillería de San Petersburgo, un árbitro "neutral" .

Con el tiempo se conocería que el ruso zarista era un probritánico, que promovía el entendimiento entre la Rusia Zarista de esa época e Inglaterra, tenía la convicción que el Derecho Internacional Público debía ser solamente asunto de las "naciones civilizadas" y Venezuela la consideraba "bárbara" o semicivilizada.

El esbirro De Martens como era de imaginarse, entró en un arreglo deshonroso con los ingleses para quitar a Venezuela de una parte importante de su territorio.

Pero debemos detenernos aquí para conocer quién era el ruso pro-británico Federico De Martens, miembro permanente del Consejo Imperial de Relaciones Exteriores, Delegado Plenipotenciario de Rusia en la Haya y Consejero Privado, en pocas palabras un esbirro imperial, que se parcializaría por Inglaterra.

Los ingleses temían que en el jurado pudiese existir alguien con sentimientos en contra de ellos, el voto del Presidente debí ser decisivo y como lo mejor era que no fuese ni inglés ni gringo, quien mejor que un aliado, evitando que fuese un español, holandés o portugués.

Los cuatro miembros del jurado con un procedimiento establecido en el Art. 32 del convenio designaron a ese genuflexo de Inglaterra, así que pueden imaginarse que Venezuela no tendría muchas posibilidades de ganar el arbitraje.

De Martens había publicado en Inglaterra en 1897 un libro titulado "Rusia e Inglaterra en Asia Central", que fue publicado en francés e inglés y muy difundido en Gran Bretaña. Era lógico que actuara a favor de los ingleses.

Los representantes del imperialismo gringo presentan 3 volúmenes más 1 Atlas y los ingleses 7 volúmenes y 1 Atlas.

Después de 54 sesiones de trabajo y apelaciones de 4 horas cada una.

De julio a octubre se reúne el Tribunal de Arbitraje.

El 3 de octubre el tribunal dicta el falló, como era de esperarse no era a favor de Venezuela, aseguraba a Inglaterra el 90 por ciento del territorio en disputa, era un compromiso entre las potencias y no un resultado del Derecho.

Como ocurre siempre con las decisiones del imperialismo, nunca apegadas al Derecho Internacional, sino a las apetencia de las naciones poderosas.

Esta payasada sería conocida como el Laudo Arbitral.

La decisión fue muy breve, que únicamente se limitó a demarcar la línea fronteriza decidida por el Tribunal que comenzaba en Punta de Playa, 43 millas al Este de Punta Barima y Mururuma, continuando hacía el Sur a lo largo del río Amacuro, menos la Boca del Orinoco y 500 millas cuadradas de la desembocadura que fueron reconocidas para Venezuela.

Objetaron que la decisión fue tomada para evitar una guerra, pero no tomaron en cuenta ni los antecedentes jurídicos ni históricos.

Venezuela desde el primer momento protestó, al otro día el Dr. José María Rojas, le escribiría una carta confidencial al Gobierno de Venezuela, que aducía sus profundas reservas de la validez de la decisión, que no era otra cosa que un atropello al Derecho.

El 7 de octubre protesta el fallo el Presidente de Venezuela Ignacio Andrade.

Este Laudo o como quiera que se llame, no es otra cosa que un fallo lleno de vicios de nulidad, realizado a espalda de nuestra Patria, con amenazas de coacción y el uso de la fuerza, por parte del Leopardo Inglés, con su consabida arrogancia imperial, definiéndose como derogado e indigno.

Venezuela denuncia en el año de 1900 el Laudo de Paris, los británicos en Caracas notifican al recién gobierno de Cipriano Castro que si no nombran a una comisión demarcadora, ellos lo harán por si sola.

¿Qué tal? ¿No les parece que es demasiado el cinismo?

En el mes de octubre de ese año "la pérfida Albión" comienza la demarcación, obligando un mes después a los venezolanos a incorporarse.

Como era de imaginarse los gringos, como "destinados por la providencia para plagar de miseria a América en nombre de la libertad", presionan al gobierno de Venezuela para que participe en la "demarcación".

Para 1903 en la Corte Internacional de La Haya, representantes venezolanos denunciaron que el fallo de 1899, dejó un sentimiento de amargura en Venezuela.

Pasan los años y en pleno gobierno del Gral. Medina Angarita, en 1944, sabiendo que le habían arrebatado el Esequibo, elogia la participación de Severo Mallet en el Laudo Arbitral, otorgándole la Orden del Libertador, en agradecimiento por su participación para que nuestra Patria pudiese conservar por lo menos su soberanía sobre el Orinoco, al que también le tenían ganas los ingleses.

La mentira puede durar mil años, pero la verdad la alcanza en un segundo, a su fallecimiento Severo Mallet- Prevost deja una confesión para ser publicada: "Si bien es cierto que en la decisión el Tribunal le dio a Venezuela el sector en el litigio más importante desde el punto de vista estratégico, como lo es la desembocadura del Orinoco, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante, sobre el cual Gran Bretaña no tenía en mi opinión , la menor sombra de derecho."

En 1949 queda descubierto la gran mentira que resulto el Laudo Arbitral de París, al ser publicado en el The American Journal of International Law, las irregularidades la expuso Severo Mallet Prevost, quien en un Memorandum, redactado por Otto Soerinch; abogado; que fue publicado después la muerte del norteamericano.

Narra Mallet Prevost que los dos norteamericanos que eran árbitros en el Laudo le contaron la presión que había ejercido el ruso, para que fuese aprobada la línea Shomburgk, con la intención de despojar a Venezuela del río Orinoco, con el voto, como era de esperarse de los ingleses.

Martens propuso a los yanquis que aceptasen la mencionada línea y que todos votasen contra Venezuela; una decisión unánime; para que a cambio nuestro país no perdiera el río, el punto de partida en la costa se fijaría al sudoeste de Punta Barima.

Denunció que el ruso había visitado Gran Bretaña y llegaron a un convenio entre las dos naciones y sí fue despojado nuestro país de un territorio muy extenso que le correspondía y que los ingleses no tenían ningún derecho.

Mallet Prevost firmó dos documentos importantes el primero del 26 de octubre de 1899 que decía, dirigid al Prof. George Burr:

"Nuestros árbitros fueron forzados a aceptar la decisión, y con estricto carácter confidencial, no dudo en asegurarle a usted que los árbitros británicos no se rigieron por consideración alguna de Derecho o Justicia, y que el árbitro ruso probablemente fue inducido a adoptar la posición que tomó por razones totalmente extrañas a la cuestión. Sé que esto sólo va a abrirle el apetito, pero al presente no puedo hacer otra cosa. El resultado, a mi juicio, es una bofetada al arbitraje".

El norteamericano siempre aseguro que el Laudo fue un compromiso y así se lo hizo conocer al Juez William Cullen.

Luis Emilio Gómez Ruiz; canciller; representante de Venezuela en la IV Reunión de Cancilleres Americanos, señala la nulidad del Laudo Arbitral, manifestando que no fueron considerados los aspectos legales e históricos, fue un acuerdo entre las potencias, para evitar un conflicto entre ellas.

El representante venezolano; Ramón Carmona, en la X Conferencia Interamericana de Caracas; reafirma los derechos de nuestra Patria sobre la Guayana Esequiba.

Continua por años las protestas de Venezuela por la bufonada del Laudo, en 1962, el Canciller nuestro Marcos Falcón denuncia ante la Asamblea de la ONU por nulo e irrito a esa componenda entre potencias llamada el Laudo Arbitral.

Un año después, el 5,6 y 7 de noviembre e representante nuestro se reúne con Inglaterra y el gobierno de Guayana Británica para examinar la documentación sobre la controversia.

Como "la Pérfida Albión" ya no puede ocultar el fraude del Laudo, no les queda más que hacer que intentar darle la Independencia a la Guayana Británica, pero el 17 de febrero de 1966 se acuerda firmar el Acuerdo de Ginebra pero esa será otra Historia…….

 



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José Rosario Araujo


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