Soluciones sencillas

Técnica infalible para que no se te queme el café

Domingo, 26 de noviembre de 2023.- Yo soy de los que le gusta, de los que nos gusta, beber por la mañana, su cafecito colado, ah, y me lo preparo yo mismo.

Temprano en la mañana, bien temprano porque soy mañaneador, como se solía decir y rodeado de algunos de mis gatos, los más caseros, quienes no se cansan de supervisar y espiar todo lo que hacemos.

Comienzo el día con una buena taza de café, bien caliente, humeante y bien hecho, negrito por supuesto y algo cerrero.

Cuando el café se me acaba, lo que ocurre con cierta frecuencia, preparo del té de doña Fru, quien siempre está bien abastecida y dejó el café hace años.

Pero volvamos al título de esta nota que fue lo que probablemente le indujo a leerla.

Resulta que últimamente se me ha estado quemando mucho el café y ¿a quién no le ha pasado? pensará usted, por sus adentros, como solía decir una vieja amiga gran conversadora y tomadora de café.

Pues a mí no se me quemaba y con ese pensamiento rondándome y casi martillándome el cerebro me conseguí en la entrada del edificio donde vivo con doña Fru y nuestra bandada de gatos, me conseguí con un vecino, mayor que yo, que ya soy mayor, quien es de lo más agradable y muy amable y con el que ocasionalmente conversaba y le conté lo que me estaba pasando.

Yo creo, y permítanme compartirlo con ustedes, que soy un tipo con suerte, de los cientos, de los miles de edificios que tiene la ciudad y de los millones de habitantes que en ella viven, resultó que el vecino que les comenté resultó ser un filósofo de lo cotidiano.

Déjenme seguir con la narración del encuentro y ya verán a que me refiero.

Le conté a Vergara, que así se apellida nuestro filósofo, todas las peripecias relacionadas con relación al asunto del café, me escuchó atentamente y me hizo dos o tres preguntas e inmediatamente me dijo que tenía la solución para mi problema, pon atención me dijo.

Usted se para frente a la cocina, enciende la hornilla, coloca la ollita donde va a hervir el agua o a calentar el café y se queda al lado de la cocina hasta que finalice la operación.

Nada de ponerse a hacer otras cosas mientras tanto, termine de preparar su café y verá como funciona.

Así lo he estado haciendo y solucionado el asunto, no más café quemado en nuestra cocina.

Soluciones sencillas



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Luis Enrique Sánchez P.


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