Con esto de las persecuciones contra todo lo que huela a disidencia y esto de intentar sumar peras con manzanas, tengo que asumir que Andrés Izarra es mi amigo. Yo no sufro del complejo de Pedro el apóstol, ese que negó a su maestro las veces que fuera necesario para evitar algún castigo. Si algo me molesta de los señalamientos del fiscal es los deseos de hacer escarnio del exministro al vincularlo no solo a la Exxon (sin prueba alguna) también colocarlo al lado de Guaido y Julio Borges. No hay prueba alguna contra Izarra y estoy seguro que no existe. Pero en todo caso trabajar para la Exxon o la Chevron no creo que sea delito. Exxon tiene casi 70 mil empleados.
Conozco a Izarra desde hace casi 30 años y al lado de algunos amigos convivimos en variadas ocasiones junto a otros venezolanos, recuerdo a Jesús Marrero y uno que otro diputado a la Asamblea Nacional de Venezuela, eran días intensos cargados de sueños inocentes en lo político y vislumbramos en algunas ocasiones la posibilidad de una Venezuela mejor. Lo cierto es que la utopía terminó en distopía y en la búsqueda de asaltar el cielo, caímos en una trampa infernal. Andrés fue un defensor del gobierno de Hugo Chávez y yo también lo fui. En mi caso personal me da cierta vergüenza haber creído en que Hugo Chávez era la posibilidad de profundizar la democracia, yo pienso y creo que no fue así.
De esas últimas ocasiones en que vi a mi amigo Andrés fue en la casa de su papá, estaba con el Yuri Pimentel y los invité a visitar a Douglas Bravo, era una reunión de amigos y conocidos del legendario comandante guerrillero, hablamos con algunos veteranos del periodo conocido como periodo de La Lucha Armada. Andrés un tipo jovial y risueño, su acompañante Pimentel era un tipo de carácter cuadrado y de carácter poco gentil y que se confunde a veces con una botellita de amargo de Angostura.
Mi amigo Izarra está en Europa con su familia y no vive en la condición de trabajador de una empresa petrolera importante, la izquierda desde siempre tiene la costumbre totalitaria de señalar con el dedo flamígero de su "superioridad moral" a cualquiera que disienta en un momento dado, puedes pasar en cuestión de segundos de ser un dulce a estar dentro de una piñata donde sufrirá los embates de los palos mediáticos, políticos, sociales e incluso del ostracismo o el aislamiento. Basta con leer algún texto de André Gide, Heberto Padilla, Arthur Koestler para conocer la magnitud de cómo puede ser castigado un ser humano por aquellos que alguna ocasión hablaros del amor por la humanidad.
Los cambios modelo Venezuela se parecen cada día más a los de Nicaragua o Cuba, el gobierno desea acercarnos más a modelos totalitarios más cargados hacia la marcialidad y las carencias, que hacia la civilidad y la abundancia. Andrés es un perseguido como Ernesto Cardenal o Sergio Ramírez. Andrés no es un poeta, pero es un hombre que quiere a su patria y a su pasado. Yo mantengo mi postura de ser amigo de Andrés Izarra. De comprender que es un tipo que solo cometió el "delito" de pensar con cabeza propia, de respetar la palabra empeñada y de señalar que el gobierno de Maduro no representa una propuesta ni transparente, ni democrática.
Yo tampoco trabajo para la Exxon, la única relación que tengo con esa compañía es cuando compro lubricantes para el carro que conduzco (de repente esto se volverá delito y me acusaran de colaborar con el enemigo) buscaré una alternativa y cambiaré de marca. Las cosas como son y eso de negar a mis amigos no va conmigo. No meto la política en el paquete de la amistad o por lo menos trato de no hacerlo. Ya tendremos oportunidad de ver a Andrés en algún camino, vereda o nación. Quizás en Venezuela, en una nación que no sea tan castigada por quienes gobiernan. Ya nos tocará saludarnos en la desgracia. Cuando era ministro las colas para verlo eran largas seguramente. Pero ahora nos toca a los amigos saludarlo con aprecio y con fraternidad, como amigo, sí solo como eso.
Un abrazo Andrés Izarra, un abrazo en la fraternidad.