Los seres humanos en su relacionamiento con los demás seres humanos y con la naturaleza, en su vida social, han logrado crear una variedad infinita de "objetos sensibles". En su trashumancia han logrado dotarse de una imaginación inimaginable e inagotable. Aprendió a vivir su vida y a transformarla, desde su real parecer. Pero, apareció la modernidad occidental capitalista y todo lo transformó. La relación entre yo y mi mundo, fue sustituida por una relación entre yo y otro mundo.
Transición ésta que no era casual. La relación con su mundo lo inducía a pensar su vida en él. A saber, cómo se había formado y de qué estaba hecho. Pero, sobre todo, a conocer cuál era la importancia de su mundo. Y ese conocimiento lo fue adquiriendo a través del sentido común. La imagen de la vida vivida, dejo de ser su realidad. Su nueva realidad fue convertida en una formula intelectual abstracta.
El cientificismo moderno iniciaba su dictadura. Se desconoció que el sentido común es muy anterior al conocimiento científico. El concepto sustituyó el sueño y, con ello, la esperanza. El conocimiento sensible fue sustituido por una "niebla conceptual", la cual se apoderó del ser.
Infinito ha sido (y es) el vocabulario que la modernidad occidental ha utilizado para imponerse como civilización universal. Vocabulario del cual ha sido extrañado el sentido común porque él no es, ni debe convertirse en un concepto. Reducirlo a tal condición sería desnaturalizarlo, quitarle el rostro, despojarlo de su razón existencial, como fuente para la explicación de la vida social de los seres humanos.
Necesario es, devolverle al sentido común su razón de ser, como fuente del conocimiento sensible de nosotros mismos y del entorno en el cual trascurren nuestras vidas. Necesario es, devolverle su condición de creador de conciencia, para pensar la vida como convivencia humana entre humanos. De allí, su carácter impugnador a toda forma de dominio.
Raffaele La Capria, dice que el sentido común, "es un duendecillo intolerante y rebelde, que tiene por característica asombrarse sin cesar, porque mantiene siempre los ojos abiertos a la realidad,…" Y, la realidad política que vivimos los venezolanos nos dice que, el sentido común es esencial en el ejercicio del acto político; nos dice que, no hay posibilidad de hacer política -de manera concreta-, si no lo hacemos teniendo presente el sentido común de nuestras acciones, hacia quién va dirigido ese quehacer.
En razón de ello, me permito señalar que, por mucha fundamentación teórico-conceptual que le demos a la propuesta del Socialismo del siglo XXI, la consolidación de éste no será posible si no la dotamos de sentido común, si no tenemos claro cuál es la Venezuela de este tiempo. Y, cuando habló de la Venezuela de este tiempo, su ubicación temporal está referida a los años de la agresión y el asedio económico y político a que ha sido sometido el gobierno del Presidente Nicolás Maduro.