Comentaremos en breve lo que consideramos sobre este tema, tan caro por las tantas dudas que surgen respecto a lo que permanece como criterio, que pese a todo al parecer es lo único que no cambia, al respecto y con el paso del tiempo es una idea fija de un pensamiento en todos los tiempos. Como respirar, llega y de manera consciente o autónomamente ocurre, en otras tradiciones culturas a la hora de conectarse con lo que está, antes del ser. Claro que depende de las posturas que se ocupan de tales asuntos, o las disciplinas y ciencias que lo encarnan, y que los han abordado, aproximando respuestas a las preguntas que posibilitan vislumbrar estas inquietudes axiológicas, ontológicas, metodológicas, epistemológicas y teóricas al respecto. No es nada sencillo de explicar, tampoco hay una forma simple, cruzados por la intuición creemos percibir que hay una idea que lo guía todo en su devenir, dentro de la vastedad de nuestras experiencias en la existencia, la que cada uno tiene en particular, pero que, considerada en conjunto, es como asumir que es la expresión más clara de lo que se considera la vida en este planeta Tierra. Para algunos el mundo fue creado en un pasado muy remoto, por un dios o dioses, cuestión de fe y creencias, donde en la naturaleza, criaturas y especies destacan la presencia del hombre como ser superior, acompañado por la mujer en un viaje a través del tiempo, desde una narrativa bien tramada, que se repite en ciclos y contextos, variando solo por la manera de estar, de ser, y de actuar, como creación o como evolución; o ambas a la vez, del mismo modo en que nos colocamos en una realidad, que cabe entender como imaginación plena de cuanto somos capaces de inventar, partiendo de ideas, pensamientos y acciones. Habiendo conciencia, libre albedrío, voluntad y criterio, que nos parecen suficientes para hacer las cosas que hacemos, para realizar nuestros sueños y nos parecen buenas respecto de las que no lo son, y que cada uno y junto a los demás realizamos a diario en la sociedad planetaria, dividida, segmentada, en compartimientos estancos, estratificada y segregada en una realidad que nos trasciende. Es lo que hemos considerado como lo real, que al abarcarlo todo, y nos deja atónitos y sin embargo nada es absoluto, pues existe la duda de que lo que hay sea, porque es imposible comprobarlo. Un ejemplo para aclararlo es preguntarnos por la existencia de esa singularidad, es decir, la partícula de la que todo se origina, y que ante la duda y lo imposible se recurre al creador, por tanto, es inmensa la magnitud y las posibilidades que caben tomar en cuenta, puesto que abarcan niveles, planos y dimensiones en las múltiples alternativas que pudieran estar presentes a la hora de tratar de deshilvanar los hilos de la madeja. Dilucidar las incógnitas sobre tales aspectos no es para nada fácil, puesto que son tales asuntos los que han mantenido al mundo de las ideas y del pensamiento en constante búsqueda de la verdad, cargada de contradicciones que parten de algo esencial. Ante tales circunstancias dadas y tenidas por ciertas, nos afectan, por decir lo menos, el cuerpo, la mente, la psiquis y el espíritu en cuanto a investigadores de los fenómenos presentes, afectados por fuerzas y energías, al momento de tratar con tales posibilidades en un compromiso propio y personal, en la vastedad majestuosa como causa de todas las cosas que hay, y de todas las cosas que son, o que pudiera ser por nosotros mismos, sin la intervención o la presencia imaginaria y fortuita de algo más allá de nosotros mismos. Aquello que somos, y de lo que podemos estar seguros, no depende de lo que hay afuera, sino lo que cada uno quiere que sea para sí mismo, lo que incluye las casualidades y el azar. Es como al no tener la respuesta para cerrar la hipótesis, le echamos la culpa al genio que juega con lo predestinado, cayendo en las contradicciones del ego, de los sentidos, de la ilusión. Ocurre que a veces al ocuparnos de determinados papeles y roles, los resultados nos sorprenden al momento de la verdad, puesto que lo que ocurre las veinticuatro horas del día, son las necesidades y voliciones por satisfacer, como corresponde a todo ser vivo que medra en, de y con la naturaleza: alimento, juego, trabajo y reposo. Cumplido el ciclo, desde el nacimiento, su desarrollo, los procesos que se deben cumplir para alcanzar metas, hasta que, llegado el momento final, sucumbimos al tiempo en un determinado espacio, y todo lo físico, químico y biológico cesan. Es tal lo que existe en el planeta, que no deja de sorprendernos, un enigma profundo que intriga a la humanidad desde hace milenios, y que, desde todo conocimiento previo y posterior a los antiguos, hemos intentado comprender en razón de qué es lo que hay en realidad, desde que el ser se ha ocupado en el lugar que ocupa en el vasto cosmos. Si exploramos algunas perspectivas al respecto sobre la vida, debemos comenzar por su origen, y la teoría evolucionista aporta que la vida en el planeta Tierra fue gradual, en el desarrollo por millones de años, lo comprobamos mirando hacia el cosmos y ver sólo lo que pasó, que se inició desde formas simples de microorganismos que, evolucionando en un proceso selectivo, se adaptaron a la naturaleza. Miller-Urey realizaron experimentos simulando las condiciones primitivas de vida en la Tierra, descubriendo moléculas orgánicas, los aminoácidos, componentes básicos que pudieron haberse formado por sustancias químicas presentes en la atmósfera primigenia. Desde el espacio exterior en meteoritos y cometas que impactaron sobre el planeta pudieron haber depositado lo que trasportaron, microorganismos, a la Tierra. Si hay libre albedrío y volición en los seres humanos, somos conscientes y desde la conciencia podemos tomar decisiones a voluntad, controlando los impulsos con los que actuamos resolviendo necesidades y deseos. Pero aclarando que nuestras acciones no reflejan nuestra supuesta superioridad moral, ni la ética debida, que las virtudes cardinales propuestas por sabios religiosos y filósofos, nos ayudan a comprender que lo que elegimos puede afectar a los demás, y al mundo en general. Abriéndonos desde la plena y pura conciencia, nuestra intuición y percepción extrasensorial, más allá de lo cognitivo, podemos apreciar cómo nuestros comportamientos y nuestras vidas son parte de causas y de efectos, llenas de causalidades y efectos interconectados; cada acción tiene consecuencias, y a menudo no somos capaces de prever por completo los resultados, porque el azar tiene un desempeño a veces crucial por el |papel que juega en nuestras vidas; y a veces eventos inesperados alteran el curso de las acciones y los acontecimientos, demandando adaptarnos a las nuevas circunstancias. Todo transcurre en lo real, es decir, hay una trascendencia y una realidad en paralelo, inherente a los humanos, y queremos saber qué significado tienen las cosas más allá de lo material y cotidiano, prepararnos para la muerte pudiera ser lo que nos coloca frente a la realidad como un todo. Y como la realidad es multifacética, pues abarca lo físico, lo emocional, lo social, lo espiritual, que en cada uno tiene sus propias perspectivas, pero que, si lo notamos, todas en su conjunto, forman una imagen más completa, aunque compleja sin duda. Para ello echamos mano de las disciplinas y las ciencias, tenemos la axiología para explorar los valores y la ética, la ontología con la cual se investiga la naturaleza del ser y la existencia; moviéndonos sobre la guía metodológica tratamos de buscar las respuestas, apoyados por la epistemología para examinar lo que vamos conociendo y comprendiendo. Y por supuesto desde teorías que nos proporcionan los marcos conceptuales para interpretar el mundo. Con tales guías a disposición, que en última instancia nos acercan para develar el misterio de la vida, la invitación que subyace es a seguir explorando, cuestionando, y seguir maravillándonos por lo que arroja la religión, la filosofía, la ciencia, la tecnología, la conciencia, y podríamos agregar la mística y la cuántica. Tantas y tan vastas posibilidades hay en nuestra imaginación, que nos permite continuar buscando respuestas a las preguntas profundas que se han formulado desde que hay uso de la razón. Pero la cosa no queda ahí, pues apenas estamos rozando la superficie, ya que estamos tratando tales aspectos puertas afuera, y no desde dentro de lo que está, o sea, la encarnación.