¿Qué será del salario? ¿Tiene o no candidato? ¿Cómo manejará ese dilema el matrimonio gobierno-Fedecámaras?

El guionista de un programa cómico de televisión, creo que de Radio Rochela", en base a la muy común sentencia, según la cual "quien pestañea pierde", o lo que es lo mismo, quien se descuida lo agarran desprevenido y lo atrapan, creó la expresión muy popularizada en el lenguaje coloquial venezolano, "quien pesta pierde ñea", con igual significado. Fue ella una ingeniosa frase que, por serlo, como se dice ahora, "se hizo viral".

Con respecto a las elecciones venideras, que son muy pronto, ahora mismo, el 28 de julio, esta frase adquiere relevancia y se vuelve oportuna. Pues las posibilidades de ganarlas por un sector u otro, son estrechas por diferentes razones. Por lo menos, ese es el criterio que prevalece y el que uno mismo percibe, particularmente, por algunas de las razones aquí expuestas. La primera y sobre la que hablaremos más adelante, es la relativa al salario.

Del lado opositor hay varias candidaturas. Es decir, ese universo, por mucho que, desde un espacio se hable de haber logrado la unidad con una candidatura, la verdad es otra, pues es abundante la tendencia a la abstención, dada la poca fe que, una gran mayoría de venezolanos, tiene en los políticos, política y candidatos. De ello, muy poco o nada esperan. Y pese que se redujo el número de candidatos, por decisiones de ellos mismos, derivado de nuevos acuerdos, todavía quedan 10.

El universo gubernamental, ese que suelen llamar chavismo oficial, está también en buena medida diezmado, pues ha habido allí, como en la vieja oposición, separaciones y hasta divorcios muy traumáticos, tanto que quedaron profundas heridas y enconados sentimientos. Y todavía está viva la discordia y el proceso de desgaste sigue en activo movimiento.

Lo que determina la actitud de la mayoría de los venezolanos no es eso que llaman ideología, ni la calificación que la multitud hace de los candidatos, sino las enormes calamidades que padecemos, como la desmesurada deficiencia de los servicios públicos y la poca esperanza que hay de que los políticos eso resuelvan. Pues si algún factor está desprestigiado en este país, son ellos, los políticos. Una gran multitud ya no piensa en gobierno, como trabajar con este y hasta tampoco con los empresarios, dada la poca demanda en el sector y el poco salario, sino que intentan hacer algo por su cuenta para poder subsistir, por lo que le trae sin cuidado quién gobierna. Esto sin contar la inmensa cantidad que se han ido y la que para eso se preparan.

Problemas sustanciales, como el correspondiente al agua, que llega una o dos veces a la semana, en el mejor de los casos, a hogares y hasta hospitales. En estos, los médicos especialistas desertaron, muchos de ellos se han ido del país y los generales están, en gran medida, también ganados para irse; los insumos médicos, empezando por las medicinas, brillan por su ausencia. Mientras que las clínicas privadas cobran cifras impagables para la determinante mayoría de los venezolanos y los seguros que antes protegían a los trabajadores y familiares desaparecieron y, por lo dicho antes, la oferta de eliminar estos para fortalecer el servicio público de salud, para lo que muchos sindicalistas y sindicatos se prestaron, resultó una de las tantas ofertas incumplidas. Fue otro de los grandes fraudes contra los trabajadores. Como el desconocimiento de los contratos de trabajadores. Por lo que los sindicalistas, también son objeto del mismo del rechazo o mala evaluación que los políticos.

Ayer mismo, por las redes escuché a un sindicalista ponderando lo de los bonos, que según él, se aumentarían en este 1° de mayo, en lugar de aumento salarial, por lo que me creo la confusión si hablaba lo que él representa y hasta decía ser, un combatiente revolucionario o un agente de Fedecámaras.

En Universidades y escuelas públicas, un gran número de docentes ha desertado y se fortalece cierto sector de la escuela privada en todos los niveles, particularmente el universitario, mientras la deserción escolar aumenta de manera alarmante. Pues, en definitiva, por la crisis familiar, derivada de los bajos ingresos, en las escuelas públicas la matrícula desciende o un creciente número de jóvenes y hasta niños han quedado fuera del sistema escolar a todos los niveles. El cuadro de niños y ancianos suplicando ayuda en las calles ha retornado.

La energía eléctrica se ha vuelto una calamidad, dada la falta de inversión en el sistema, el aumento de la demanda y la precariedad de los medios para producirla, distribuirla y hacer el mantenimiento correspondiente.

Y si hablamos de las sanciones como causa de esta miseria, estado deprimente dentro cual vivimos, no es digno ni respetable ignorar la ineficacia del gobierno para abordar los problemas y la descomunal corrupción que dentro del mismo ha anidado.

Por supuesto, uno, en honor a la verdad y el justo equilibrio debe reconocer que todo eso es el resultado de la incompetencia histórica de las clases dominantes y sus respectivos gobiernos, que no fueron capaces de utilizar el cuantioso ingreso petrolero en la construcción de una poderosa economía y además independiente. La cifra invertida en el llamado Plan Marshall, para recuperar a Europa de los estragos de la segunda guerra mundial, es una insignificancia con lo que aquí ha producido el petróleo en cualquier corta etapa que escojamos.

Pero obviando aquello, como decir en el lenguaje coloquial, "ya es clavo pasao", si vale reconocer que en los últimos años por la pugnacidad que ha privado entre los factores políticos venezolanos, la inserción en ese conflicto de Estados Unidos y sus aliados, que aprovecharon, con el pedido y aplauso interno, para aplicarnos unas sanciones que determinantemente afectan a los venezolanos, entre otras razones por la drástica disminución de los ingresos, hemos llegado al cuadro que al inicio pintamos, caracterizado por la precariedad. Lo que no niega, como ya dijimos, pues sería desdibujar los hechos, la incompetencia gubernamental y la corrupción tienen mucho de culpa en todo esto.

Y al empezar a pintar aquel cuadro, dejamos para el final, el asunto de los salarios. Cuya precariedad o escaso y miserable monto para algunos economistas, no monetaristas, no se justifica en argumentos como la baja producción y tampoco en la masa monetaria circulante, lo que el sindicalista de marras que aludí antes repetía como un loro, sino en otros motivos.

Es histórico, propio del modelo capitalista que la clase empresarial hace lo necesario, hasta en China, por reducir los salarios o pagar lo menos posible de ello. La tecnología tiene como meta fundamental reducirlos. En Venezuela, es por demás percibido que el gobierno, por razones tácticas y de la percepción de la coyuntura, hoy parece acordado con el sector empresarial obstinadamente contra cualquier aumento salarial en el estricto sentido de la palabra. Y el gobierno, por la disminución de los ingresos, no está en condiciones, como aquellos del pasado, de contener cualquiera presión de devaluación monetaria de parte del capital y menos dispone de la capacidad para mantener los precios de la canasta básica estables. Es decir, no puede controlar la tasa de cambio ni los precios, colocando en el mercado la cantidad de dólares necesarios y hasta compensando al empresariado, bien a través del impuesto sobre la renta u otorgándoles dólares preferenciales, como se solía hacer antes.

Pero también es valedero resaltar, como en el gobierno mismo, uno no sabría explicar las motivaciones, el pensamiento neoliberal, propio de los factores económicos dominantes, han ocupado espacio y alcanzado poder de decisión y hasta poner a los sindicalistas de su parte. Hasta aquellos "bueyes cansados", como se le llamaba a los manejadores del Buró Sindical de AD y la vieja CTV, no hubiesen llegado al extremo de aceptar la política salarial que ahora se impone en Venezuela.

Es como si los de la vieja escuela "revolucionaria" hubiesen desaparecido y sustituidos por otros de pensamiento opuesto o aquellos cambiaron de parecer. Y por no ceder y mantenerse tercos, uno ha podido percatarse que Pascualina Curcio, Tony Boza y hasta Valdez, han quedado como la Zarzamora, "llora que llora por los rincones".

Teme el gobierno y los nuevos especialistas en economía, esos que aparecieron después de muerto Chávez, le hacen temer que, al aumentar la circulación de la masa monetaria, por la subida de los salarios, sin que eso rebase los límites pertinentes, la inflación volvería, algo así como por atavismo, sin que quienes manejan las mercancías, desde sus fábricas y almacenes hagan ninguna trampa; es decir, sin que ellos retornen a las maniobras del pasado reciente. Las mercancías, por sí mismas, marcarían nuevos precios. Y el dólar, volvería a dispararse, hasta sin que "Dólar to Day" marque la pauta.

No hay en ello, ninguna amenaza ni maniobra preconcebida del capital, pues este "más bien está lleno de buena fe en lo que a salarios concierne", sólo aspira de manera "por demás justa que le modifiquen la LOT" y le quiten una piedra que, dentro del zapato, le molesta.

La coincidencia entre gobierno y Fedecámaras, se fundamenta en un toma y dame. El gobierno contiene los salarios para que el capital pague como lo que le convenga, hasta "generosamente" por encima del mínimo legal, de no hacerlo no tendría mano de obra, para que no suban las utilidades y Fedecámaras se deslinda de la oposición política y respalda el reclamo de levantamiento de sanciones. Aparte que el gobierno ha otorgado al capital beneficios establecidos en La ley antibloqueo y las Zonas Económicas Especiales.

Pero hablamos de un pacto donde los trabajadores son los grandes perdedores y el empresariado gana. Y de haber un cambio de gobierno, las circunstancias para el ente empresarial serían las mismas, no saldría afectado.

De donde, para concluir, dada la urgencia electoral, el gobierno debe ponerse las pilas y decidirse en favor de los trabajadores que tienen o representan suficientes votos, sin olvidar la inmensa cifra de jubilados y pensionados que significan, electoralmente hablando, mucho más que Fedecámaras.

La oposición que pudiera ganarle al gobierno, tampoco tiene en sus planes inmediatos eso de subir los salarios, dado que en ellos prevalecen los intereses del gran capital, como en Fedecámaras misma. Y este ente empresarial, dado un cambio de gobierno, no durará un instante en plegarse gustoso a la nueva situación. Perdiendo también gana.

Y hay una abundante gente, entre ellos trabajadores, engañados por la idea que el sector opositor, con posibilidades de ganar, estaría por reconocerles sus derechos, pese esa dirigencia sobre ese asunto no les ofrece nada y menos reclama.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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