El rumbo electoral está abierto, aunque siga dominando la incertidumbre. No se trata de unas elecciones atípicas en el sentido estricto del término solo la convocatoria anticipada le da ese carácter. Lo que resulta atípico es una campaña electoral donde la persona que moviliza más electores no es candidata, la preferencia electoral la capitaliza un candidato que no hace campaña y los factores políticos del chavismo siguen descolocados ante el innegable descontento popular provocado por la pérdida de los salarios y el Estado de Bienestar Social.
El contexto electoral sigue bajo una profunda incertidumbre porque la oposición no acaba de asimilar que tiene un candidato que la representa, aunque hay candidatos de otros factores de oposición que no la representan. Tampoco logra entender que todo aquel que compite debe aprovechar las ventajas y superar las desventajas. La posible suspensión de las Elecciones Presidenciales sigue siendo un rumor comparable a las supuestas negociaciones de una transición. Estos elementos provocan la incertidumbre política y alimentan una campaña atípica.
Las elecciones del 28 de julio tienen una trascendencia política y social que determinará un nuevo rumbo para el país. Nadie sabe lo que puede pasar y está claro que todo candidato de gobierno siempre tiene ventajas que le permiten controlar los tiempos, el proceso y determinar decisiones. La presión de organismos internacionales y distintos gobiernos es una maniobra que la oposición utiliza como ventaja sin considerar el daño que causa al país cuando influye directamente sobre la economía nacional y retrasa la recuperación del aparato productivo.
Lo más atípico de esta campaña electoral es que ante una compleja crisis económica, política y social los candidatos no ofrecen un discurso que invite a construir y compartir alternativas de solución a los grandes problemas del país. Es una campaña insípida llena de sinsabores, chismes, rumores y vulgares descalificaciones del adversario electoral. No hay contenido y solo se busca estimular una polarización sin trascendencia política.
Las expectativas populares ante una crisis estructural de compleja naturaleza pasan porque las elecciones del 28 de julio se conviertan en el comienzo de los cambios necesarios para propiciar el nacimiento de un "Nuevo Consenso Social" que unifique el país para la reconstrucción del aparato productivo y ese compromiso no está anclado a la victoria de tal o cuál candidato porque, insistimos, más allá de los resultados electorales después del 28 de julio el país no será el mismo.
Las Elecciones Presidenciales con su campaña atípica se desarrollan en medio de una profunda crisis cuya única salida está en impulsar cambios en la organización del Estado que garanticen la transformación estructural de las instituciones hasta restituir el funcionamiento pleno y autónomo de los Poderes Públicos, la transparencia administrativa, los derechos laborales, la reconstrucción del Estado de Bienestar Social y la concertación de un Plan de Desarrollo Nacional que sea ampliamente debatido por todos los sectores sociales.
Es necesario superar la incertidumbre para darle paso a un debate libre, diáfano, democrático y constructivo que ayude a recuperar la confianza en las instituciones y abrir espacio a las expectativas de cambio para profundizar la trasformación social.
El calendario electoral sigue su marcha y las expectativas populares se profundizan. La incertidumbre continuará y gane quien gane la gente espera cambios…