Salté de alegría cuando encendí en televisor en la mañana, sintonicé VTV y el predicador evangélico no estaba en el aire. Yo no tengo nada en contra de la religión, los religiosos y las religiosas. La religión es una cuestión individual, personal. A lo que si me opongo es que se usen los medios de comunicación del Estado para favorecer a una cierta religión, o denominación dentro de una religión. Tampoco estoy a favor de la censura. Pero creo que la programación de VTV debe usarse con mejores fines que el de hacerle propaganda a creencias religiosa y esotéricas.
Mi alegría duró poco. Estaba desprevenido buscando unas medias cuando oí en el televisor a un tipo con una voz super fastidiosa leyendo versículos de la Biblia. Por un momento pensé que era un sueño, que todavía no me había despertado completamente. Me estrujé los ojos, me di unas cachetadas y pude darme cuenta que era verdad. No lo podía creer. Pues sí, se trataba de un cura. Para mi mayor asombro, en la escenografía hay un altar con una fotografía del Papa Ratzinger. Yo entendería que se presentara una imagen de Jesucristo o de San Francisco, pero del Cardenal Ratzinger. El mismo que se encargó, mandado por el Papa Juan Pablo II, de liquidar a la teología de la liberación. Realmente yo no entiendo que está pasando en VTV.
El cuento de Jesús socialista lo puedo pasar, pero la imagen de Ratzinger todos los días en el canal de todos los venezolanos es simplemente inaceptable.
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