La mentira como "deporte nacional"

Cambiar una sociedad de individuos acostumbrados a obedecer leyes y normas dictadas por unos cuantos codiciosos, y acostumbrados a pensar con la misma avidez y egoísmo de esos cuantos, lleva su tiempo, supone una fuerte motivación moral y un trabajo sostenido. Por eso son fundamentales los líderes conscientes, la vanguardia revolucionaria para que marque el paso y el camino hacia los cambios. La exigencia de actuar cercanos a la verdad, de la crítica implacable con la propia conducta y la de los demás, es para los que dirigen los cambios, necesaria. Un mentiroso no puede dirigir una revolución socialista, que actúa básicamente en el espíritu del individuo.

No pretendemos educar al común de las personas ofreciendo fórmulas mágicas para cambiar de un día para otro, pero tenerle miedo a la verdad, ocultar la verdad es la peor manera de hacer que cambie una sociedad pervertida como la nuestra. Desde la perspectiva del hombre que queremos, del "hombre nuevo", sabremos con bastante exactitud cuáles son los vicios más perversos del hombre que no queremos, y el más arraigado, más común, más patológico es la mentira, la deshonestidad, el miedo a ser señalado por la sociedad, el miedo a la culpa y asumir responsabilidades por nuestros malos actos y errores. Vivimos en una sociedad donde nadie se equivoca, siempre se equivoca el otro, o los otros. Eso es lo que nos enseñan nuestros líderes, a no asumir responsabilidades o a aceptar las suyas por ellos.

Si el escándalo en las calles con motos no es útil para un líder, éste lo condenará y lo perseguirá. Pero si le es útil, convencerá al escandaloso de que lo que hace está bien. Puede que el infractor dude de su "buen comportamiento" y siempre se sienta un infractor; eso pueda que lo excite, pero el líder, por conveniencia personal, buscará la manera de convencerlo de que no hace nada reprochable. ¿Por qué la gente admite de forma natural que el presidente en campaña haya declarado esa estupidez que llaman "motopiruetismo", deporte nacional?,… ¿que, por ganar unas elecciones se llegue a esos extremos de superficialidad política? Resulta que ante un comportamiento reprochable de los motorizados – irresponsable, peligroso – se activa la sociedad de cómplices, y todos los que reciben algún bienestar o beneficio del líder, en este caso, del gobierno, hacen silencio ante tamaña ridiculez e irresponsabilidad. Por buscar votos un grupo de dirigentes es capaz de aliarse con el diablo, si fuera necesario, y un resto de "conciencias limitadas" hace silencio, no dice nada por no perder alguna ventaja o beneficio frente al gobierno. Para no ser condenado por "el grupo", por la sociedad de cómplices, de nuevo es pisoteada la verdad, y la verdad es que arriesgar la vida propia y la de los demás es un acto irresponsable, una detestable manipulación electorera que se caga en los principios más elementales de la convivencia ciudadana y de seriedad política, mucho más de una revolución social socialista. Cosas como estas degradan la política a niveles de albañal.

Más honesto sería para el gobierno decretar de una vez "la mentira como Deporte Nacional", hacer de cada elección, nacional, regional o municipal, una competencia de mentiras y mentirosos donde compitan, no nada más lo candidatos, sino todo el mundo, apoyando con ánimo los mejores disfraces, los mejores cuentos de ficción y los más gordos engaños, y pasen a formar parte del "parley electoral nacional". Más honesto todavía es hacer de Venezuela entera, (hacerlo oficial) un gran casino donde compitan en un mega torneo los más pícaros y farsantes, del color político que sea, y juegue todo el mundo, a ver quién convence mejor a sus apostadores (todos los habitantes) de sus virtudes, destacando entre todas ellas, la virtud que han tenido para ocultar los vicios y crápulas que los anima a mentir y mentir cada vez mejor.

Y todavía hay gente que se entusiasma con estas elecciones… ¿qué puede resultar de ellas, que no sea otra mentira? Gane quien gane perdemos todos, perderá la verdad. El asunto es grave, porque "quitarse la máscara" de políticos serios o revolucionarios, y hacer de la mentira el "deporte nacional", en sustitución del béisbol y al "motopiretuismo" sería muy "honesto" para gente tan perturbada, tan obsesionada con la comedia democrática.

No votar es un acto de decencia, de afirmación democrática verdadera. No seremos cómplices de esta payasada.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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