¿Conciencia de clase y del deber social o servidumbre?
Una población politizada y consciente no necesita de ninguna inteligencia que la lleve de la mano, ella sabrá elegir a los más capaces y deshacerse de ellos cuando dejen de serlo. Pero nuestro pueblo todavía se encuentra colonizado en la conciencia, piensa y aspira como sus dueños.
El intento de Chávez de formar un verdadero poder popular capaz de decidir sobre sus propios asuntos, y más allá, sobre el destino de toda la sociedad, se truncó con la falta de apoyo político gubernamental y del partido PSUV. La ambición y codicia se sobrepuso al interés de la revolución socialista, que es decir el interés de toda la nueva sociedad. Los órganos comunales fueron secuestrados por el clientelismo electoral, creando parcelitas de poder en cada comunidad, gobernadas por un pícaro caudillo, reproduciendo el orden de la sociedad que se quiso cambiar. En vez de educar y formar un nuevo orden y un "nuevo hombre", nuevas relaciones de poder, en vez de crear consciencia política y una nueva espiritualidad, se exacerbó el clientelismo y la manipulación, la esclavitud al sistema electoral y al eterno chantaje de los que más tienen y pueden.
Hoy estamos políticamente más atrasados que nunca, somos un pueblo aprensivo, acobardado, evasivo incapaz de reaccionar frente a las dificultades y desgracias sociales, cuando mucho solo logramos huir de la (que una vez fue nuestra) patria. La idea de patria se diluyó en símbolos superficiales, la arepa, la vinotinto, en lo más vulgar de nuestra nacionalidad, manipulados por intereses comerciales claros, pero la patria de Bolívar y de Chávez quedó menospreciada como algo ridículo y vetusto, "trasnochado".
De lo contrario, hoy no necesitaríamos de tantos intermediarios para que nos digan qué hacer, como comunidad, como sociedad. Somos una sociedad insana que ha perdido la memoria, sin historia, sin herencia y sin futuro, y sin verdaderos líderes, disgregada en el egoísmo burgués o pequeñoburgués, y en el miedo y la ignorancia del esclavo.
Ninguna ONG dedicada a monitorear y vigilar la conducta de los gobiernos y las corporaciones tiene que proteger a una sociedad sana y libre. Una sociedad sana, consciente, educada, culta, es su propia protección. Las ONGs de este tipo emergen en el sistema como brota una urticaria en un cuerpo atacado de células cancerosas. Algo está descompuesto en el sistema. Sin embargo, como se trata del sistema capitalista las enfermedades sociales se multiplican y hasta el mismo "control social" lo ejercen organizaciones privadas que pululan como bubones.
El que hayan tantas ONGs monitoreando al gobierno de Maduro es un síntoma de descomposición, y que Maduro las ataque, sin fortalecer nuestra soberanía como pueblo, sin formar una conciencia de deberse a la sociedad y no a los privados, es eliminar el síntoma sin curar la enfermedad. Las ONGs no son la causa de la enfermedad, la enfermedad está en un pueblo infectado de ignorancia y egoísmo, aburguesado, displicente, desconfiado; la "contraloría social" se diluyó frente a un fiscal pagado, al servicio de intereses personales, que la hostiga y persigue. La enfermedad de nuestra sociedad es vivir dentro de los valores capitalistas, su mal es la espiritualidad del egoísta, del consumista superficial, la superstición del ignorante, la mala educación, con muñecos inflables, vampiros y moto piruetas como modelos morales y de conducta, viviendo de glorias del deporte sin glorias morales y políticas elevadas, somos un pueblo alimentado de mentiras y demagogia; una sociedad así agarra cualquier cáncer social, una sociedad sin ideales, sin objetivos espirituales elevados.
Lo ridículo de todo es que frente a las elecciones ésto parece banal. Para los más preocupados se ve como algo postergable, sin importancia. Y así, corriendo la arruga del cáncer capitalista no morimos, desaparecemos como pueblo, como nación; desaparece la patria a favor de las Empresas Polar y toda la basura nostálgica de la "Venezuela democrática" de la cuarta república, de la gente "decente" que apoya a Mariacorina. Hoy a la juventud se la incita en tener "fe" en la vinotinto ("mano, tengo fe") para que se olvide de la política, del país, de sus hermanos, de la vida misma.
Maduro es el único responsable de que ahora la gente viva esta ignominia, porque es el presidente y ostenta el poder político, porque es "ejemplo moral" para sus electores y para el resto de nuestra sociedad, pero, sin pudor, se vende como un ridículo muñeco inflable, un héroe de mentira. Es lamentable que nadie piense en ésto, que no vean las "moto piruetas" como una burla al desfile del 5 de julio, la fecha patria, todas estas ridiculeces como el síntoma de un problema serio, mucho más serio que participar en unas elecciones, las que ya todos perdimos antes que den los resultados.