"El amor, la amistad y el respeto
no unen tanto a la gente
como un odio común hacia alguna cosa"
Chéjov
A una mujer campesina, bondadosa y muy gentil le escuche decir en una tarde, cuando el sol le daba paso a la noche, apenas comenzaba el mandato del comandante Chávez, una expresión, la cual no le conseguía ninguna razón en el momento: ¡Que palabra más odiosa es odio! pero con el paso de los años he aprendido a buscarle el motivo y la explicación de una locución tan corta, pero sembrada en muchos corazones, que ni siquiera el amor más intenso a su lado la apacigua y por el contrario en muchos casos parece arder, con mayor violencia.
Con la señora, he mantenido una amistad, el cual se ha profundizado por los vínculos políticos, lo que me ha permito curiosear en su manera tan jovial de tratar, que por momentos parece formar parte de un elenco de comicidad, porque a todo le saca punta y se ríe de su propia vejez, el cual parece darle el ánimo y la fuerza necesaria para enfrentar esa etapa de la vida.
La última conversación, con mi amiga me sirvió para darle alas a mi corazón y ver el mundo, con todos sus defectos y virtudes, profundizando mi manera de vivir en medio del pantanal, que significa el odio, cuando se piensa políticamente diferente y algunos ridículos mortales, parecen llevarlo recargado, como una planta para generar electricidad. Al preguntarle sobre la expresión de varios años, pero parece, como si estuviera pronunciándola en este momento ¿De dónde saco la afirmación ¡Que palabra más odiosa es odio!? Soltó la carcajada para responderme ¡Todavía te acuerdas de eso!
La invite a un cafecito en una panadería cercana y en medios de risas, recuerdos algunos negativos, pero más eran los positivos para seguir viviendo lleno de alegría, hasta pasar a la eternidad, me contó con lujos de detalles el motivo de su frase: "Todos en mi casa éramos adecos de mantener en la pequeña salita una foto de Rómulo Betancourt, con la pipa, como los católicos, cuando tiene la figura de Jesucristo, pero apenas empezamos a escuchar a Chávez, terminamos cambiándolo por la del comandante, hasta el día de hoy, pase lo que pase"
La plática, como dicen los mexicanos se fue alargando y la inquietud de la mujer se le notaba porque el transporte la podía dejar. Terminó de contarme atropellando las palabras: "Desde ese momento la vecina, empezó a verme con un odio, que por momento me daba miedo y no conforme con eso, se lo dice a todos en la comunidad, pero a todos les respondo, dígale que yo la amo y se puede mudar, porque no la voy a complacer, porque seguimos resteados, como si estuviéramos escuchando al comandante Chávez, con la voz serena: ¡Voten por Maduro, se los pido de todo corazón! sin llegar a odiar a nadie, ya que, esa palabra no cabe en nuestros corazones!"
Narciso Torrealba narciso_t_29@hotmail.com