Mi palabra

Lo nuevo de la oposición Elon Musk en la cayapa

"El mayor reto que tiene que afrontar la humanidad

es el de distinguir la realidad de la fantasía,

la verdad de la propaganda"

Michael Crichton

La palabra cayapa se oiga mucho en el estado Guárico, por los lados de Santa María de Ipire y sus alrededores, donde el nombre de mi abuelo paterno, Valentín Torrealba, era muy nombrado; no por bueno, si no por lo que tenía en medio de la tacañería ¡Vamos para una cayapa en la casa del compadre! ¡Lo cayapearon entre varios y casi lo matan! El vocablo lo define el diccionario de la Real Academia Española de manera muy clara. 1) Conjunto de personas que arremete contra alguien que está indefenso 2) Grupo de personas que, conjuntamente, realizan un trabajo no remunerado. Esto está sucediendo en Venezuela, desde el punto de vista mediático, pero al hacer el enlace de las dos definiciones, debemos resaltar que no están atacando a un indefenso; al contrario, tiene la moral muy alta, la voluntad encendida y un pueblo, que responde en todo momento, cuando es llamado para defender a la patria, y, por la otra los utilizados para la cayapa son pagos, los llamados mercenarios del imperialismo.

Todo parte desde los Estados Unidos, a través de la CIA, utilizando a sus lacayos tanto de allá, como de acá y a este grupo se ha sumado un acaudalado multimillonario, tan desconocido, como la fortuna, que amasa: Elon Musk. Sobre este personaje inmoral dueño de la nueva comunicación de los últimos años: las redes sociales, me pregunto una señora, quién era ese tal Musk, que Maduro, últimamente lo nombra tanto y no sé, ni siquiera de dónde es. La mujer estaba esperando la respuesta rápido y con una preocupación, que no podía ocultar. Le respondí con varias preguntas ¿Usted conocía a Guaidó? con el movimiento de la cabeza respondió No; ¿Usted conocía al tal Edmundo? La misma respuesta. Terminé de calmarle la inquietud de la manera siguiente ¡Los tres juegan el mismo papel, la diferencia es el dinero y poco importa de dónde vienen!

Las campañas a través de las redes han tomado una dimensión imaginable, a tal punto, que en el común de la oposición encontramos personas marchando en contra del presidente Maduro, pero apenas le acercan un micrófono para entrevistarlo dan pena ajena y entre más habla cae en la ridiculez para terminar riéndose de si mismo. Unos son utilizados descaradamente por pertenecer al grupo de cero conciencia política y asisten a cualquiera actividad impulsados por las mentiras desatadas a través de las aplicaciones creadas para manejar la conciencia y el tiempo de las personas, siempre con un objetivo trazada por cualquier gobierno estadounidense pensando solamente en regresar a la hegemonía, que se les ha venido escapando a medida, que los pueblos despiertan, cuando aparecen líderes, como el comandante Chávez, y, ahora Nicolás Maduro, con quien se han equivocado propios y extraños.

La campaña mediática es tan descarada, que no esconden nada y apelan a los mínimos recursos tratando de romper, lo que al principio les parecía una piñata. Todos se pelean por el garrote, pero al fracasar ninguno da la cara, no sin antes cantar fraude, después de haber ensayado bajo la batuta a distancia del gobernante de turno en la casa del "sueño americano". Cada uno es utilizado de acuerdo a la jerarquía ganada al dar muestras de ser un verdadero pitiyanqui, como sucedido con el autoproclamado, quien ejercicio un gobierno tan cómico, que, por mucho disimular la bufonada puesta en escena, nunca pudo ocultar la cara de pendejo, a pesar de haber sido sometido a miles de ensayos, pero le pesaba tanto, que no pudieron seguirlo cargando como un bacalao. Pobrecito de Antonio Ledezma, quien parece el último de haberse arrepentido de la expresión ¡mi presidente Guaidó!

El poder de las redes es tan grande, que de la nada sale un candidato de la oposición y todos los presentan con bombos y platillos, hasta crear la ilusión necesaria para llevar a personas a cometer barbaridades pidiendo libertad, cuando lo que hacen, es para estar en un manicomio o una cárcel. Pero ahora, es para dimensionar el peligro de las redes o los medios de comunicación, ya que, Elon Musk, el propio dueño de X, se está engañando e hiriendo con su misma herramienta, porque parece que soñando pensó: "si, la oposición no puede con el dictador Maduro, yo sí puedo" y se ha lanzado dando la cara apoyada en una montaña de billetes –dólares–a lo Donald Trump. Nadie se puede caer a engaños al saber la actuación de los dueños de los grandes medios del capitalismo y al servicio de quienes están, ya que, siempre prestan el instrumento, pero nunca dan la cara, ocultando la procedencia, como unos verdaderos delincuentes.



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Narciso Torrealba


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