El 15 de agosto de 1805 marcó un momento trascendental en la historia de América Latina. Precisamente en la mencionada fecha Simón Bolívar hizo su Juramento del Monte Sacro. La importancia de esta fecha y su simbolismo para la lucha por la independencia en América Latina no puede ser subestimada.
Bolívar sé compromete a liberar la región del dominio español. Este acontecimiento ocurrió en las afueras de Roma, y contó con la presencia de testigos notables como Fernando Rodríguez Del Toro y el destacado educador venezolano, Simón Rodríguez.
«Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español».
La influencia de Simón Rodríguez en la formación de Bolívar como líder y libertador fue fundamental. Rodríguez, como maestro y mentor, inculcó en Bolívar valores cruciales tales como: el amor por la libertad, la justicia y la igualdad.
Su enfoque educativo estuvo centrado en el pensamiento crítico y la reflexión. Este permitió a Bolívar comprender la importancia de construir sociedades justas e inclusivas. Además de luchar por la independencia de las tierras oprimidas por el colonialismo fuera de las fronteras de Venezuela.
Sin embargo, es importante señalar que figuras ejemplares como Simón Bolívar no nacieron como líder. Su evolución fue resultado de experiencias educativas enriquecedoras y la dedicación de mentores como Rodríguez.
Efectivamente, lo guiaron y apoyaron en su camino hacia la grandeza.
La Educación es capaz de moldear a líderes
Fue en 1813 cuando Bolívar, al honrar su juramento, se convirtió en el Libertador, emprendiendo su lucha por la independencia de la región. El Juramento del Monte Sacro representa un compromiso ético que sigue inspirando a muchos en la actualidad.
Sigue inspirando en tiempos donde se ponen a prueba los derechos humanos y la inclusión social. En el contexto actual de Venezuela y del mundo, reflexionar sobre el legado de Bolívar y su lucha por la libertad y la justicia puede servir como fuente de esperanza y determinación para aquellos que siguen luchando por esos ideales en la actualidad.
La conexión entre mentor y aprendiz es como una danza sutil de crecimiento personal y aprendizaje mutuo. Un mentor competente no solo instruye, también escucha y aprende del aprendiz, generando una sinergia que beneficia a ambas partes.
La relación entre Bolívar y Simón Rodríguez es un hermoso ejemplo de cómo la educación y el mentoreo pueden moldear a un líder.
«Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló. Ud. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa.
(…)
Ud. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Ud. no habrá dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos, ellos son míos»
La forma en que Bolívar reconoce a Rodríguez como su guía es conmovedora. Es un recordatorio de que detrás de cada gran líder hay figuras que inspiran y apoyan su crecimiento. Un mundo en donde persisten las luchas por los derechos humanos y la inclusión social estará a salvo con maestros ejemplares como Simón Rodríguez.
Se hace necesario mantener viva la herencia de Bolívar en la actualidad, revitalizando nuestro sistema educativo como una herramienta que motive a forjar a nuevos líderes, garantes de la democracia, la justicia y la libertad.