Es «un universo de valores o conjunto de ideas que reflejan una concepción del mundo, codificados en un cuerpo doctrinal, con el objetivo de establecer canales de influencia y de justificación de sus intereses». Define José Luis Rodríguez Jiménez, historiador. Desde las Ciencias Sociales, la ideología es un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias colectivas compatibles entre sí, en especial referidas a la conducta social humana. Describen y postulan modos de actuar sobre la realidad del conjunto, tanto de un sistema general de la sociedad, o uno o varios de sus sistemas específicos como el: económico, social, científico, tecnológico, político, cultural, moral, religioso, medioambiental y otros que se relacionan con el bien común. Las ideologías dominantes, se instalan cuando el conjunto de creencias, valores y pensamientos prevalentes en la sociedad, se promueven por las clases sociales altas en el poder. Estas ideas suelen ser aceptadas como una norma, e influyen en la percepción y el comportamiento de las masas. Además, es reforzada a través de la aceptación social de las personas que tienden a conformarse con tales creencias y comportamientos, evitando el ostracismo y la marginalización. Algunos aspectos claves nos aclaran cómo se forman en la psiquis y prevalecen a través de las ideologías de dominación. Fue Karl Marx quien señaló que la ideología dominante refleja los intereses de las clases dominantes, siendo ideas que se imponen para mantener el control y la estabilidad del sistema social y económico. Y Antonio Gramsci introdujo el concepto hegemonía cultural, sugiriendo que la clase dominante no solo controla los medios de producción, también las instituciones culturales y educativas, esto permite la difusión de ideas y valores que hacen que parezcan naturales y universales. Además, se cuenta con los medios de comunicación, de información y redes sociales, que juegan un papel crucial y determinante para difundir el mensaje de las ideología dominante en los noticieros, el entretenimiento y la publicidad, reforzando ciertos valores y normas que van en beneficio de las élites encumbradas. Siendo el sistema educativo otra herramienta poderosa para inculcar la ideología dominante a edades tempranas, introduciendo en las personas por medio de lo que se enseña, para que acepten esas creencias y comportamientos manipulados, como los correctos y deseables en la sociedad. Y no pueden faltar las demás instituciones, las religiosas y culturales, que apoyan y perpetúan la ideología dominante, al promover los valores y normas alineadas a los intereses alienantes de las clases dominantes. En un primer resumen diremos que la ideología dominante se forma y prevalece por estar influenciada desde las clases dominantes, que a través de la hegemonía cultural, de los medios de comunicación, de la educación y las instituciones, religiosas y políticas, transmiten las ideas que se presentan como naturales y universales, como positivas, facilitando de ese modo que se acepten sin reticencia y se mantengan socialmente como lo debido. Esta relación ideología dominante y el poder político, profundas y multifacéticas, ayudan a legitimarla, presentando desde las esferas donde se toman las decisiones políticas, que pasan como naturales, justas y necesarias; lo que facilita su aceptación por parte de las masas, en apoyo al gobierno de turno y sus políticas, por ignorar la manipulación y el engaño de que son objeto por parte de los grupos en el poder, que dominan con la ideología, influenciando desde las creencias y comportamientos sociales, donde se promueve el conformismo de lo que pasa en el orden y control social de quienes manejan el poder tras el poder. Esto es así, y se e logra por medio de la educación, de los medios de comunicación, de las instituciones al servicio de las ideologías dominantes, difundiendo y forzándola desde la dominación. Lo que conlleva al meollo del asunto de marras, la justificación de las decisiones políticas aberrantes por parte del gobierno, justificación que a menudo parte de la ideología dominante, como cuando en una sociedad capitalista las políticas económicas se llegan a justificar en términos de eficiencia de la mercantilización en el mercado propuesto por tal sistema, y del crecimiento económico que genera para los capitalistas y su acumulación de intereses; siendo tales los valores centrales de la ideología capitalista. Podemos decir incluso que las ideología dominante sirve para la deslegitimación y la marginalización de los grupos y sectores de los movimientos de base que desde la oposición y la disidencia, desafían al statu quo. Estos grupos son etiquetando y estigmatizados por el poder de las clases dominantes como radicales, irracionales, revoltosos, insurgentes y peligrosos; mientras que desde el poder político se mantiene una hegemonía, que reduce y controla las amenazas de sus oponentes. Lo crucial para la clase dominante es el control sobre los poderes político, económico, social y cultural, como lo señaló Gramsci, y así tener el control de los recursos, así como la producción y difusión de ideas y valores para sustentar la dominación. Resumiendo, la ideología dominante y el poder político se vinculan estrechamente, pues la primera proporciona la base ideológica que legitima y sostiene el poder entre los grupos dominantes; en tanto que el poder político utiliza esta ideología dominante para el control y estabilidad social. Nótese cómo desde estas perspectivas podemos inferir dentro del proceso de cambios que arrancó hace cinco décadas, cómo los factores de poder constituidos, le fueron arrebatando y cercenando el mando al pueblo y su soberanía sobre la nación la ejerce el Estado omnipotente a través de las posiciones de poder y control de las clases dominantes, las de la burguesía revolucionaria, que junto a la oligarquía, son responsable de la debacle por los ajustes macroeconómicos neoliberales, que les garantizan cierta estabilidad, disfrazando de populares y socialista, lo que es capitalismo del bueno, que ha empobrecido a los que supuestamente estaban empoderados, lo que sí ejerce una minoría que se mantienen enquistada en el poder en Venezuela. Los individuos y comunidades dirigidas por los sectores de poder enquistados en las instituciones públicas, administran y usufructúan a discreción y a place, las cuotas de poder repartida entre los más leales al régimen hambreador del ejecutivo, al cual se doblegan los demás poderes, y los responsables acatan y cumplen sin autonomía funcional ni orgánica, y por mampuesto le coartan la participación y el protagonismo directo, la contraloría y supervisión por parte del soberano, de las cuentas en los negocios públicos, de donde se generan los recursos que requiere la nación para funcionar, cumpliendo con los compromisos interno y los internacionales, donde la prioridad es la gente, el buen vivir, el vivir dignamente, y no sometidos como en esta última década, al chantaje ideológico dominante, por parte de una camarilla de conmilitones saltimbanquis, en ambos polos, que vienen usufructuando los bienes y recursos de la nación, de la república, de los ciudadanos y las ciudadanas, con el robo descarado de las reservas generadas por las empresas estatales, y del ingreso de las corporaciones transnacionales. La legalidad y la legitimidad están suspendidas en un limbo, en un mar y manipulaciones por parte de esa nueva élite, que peor a la anterior de la IV República ha demostrado ser ideológicamente la más perniciosa para la patria, porque ha entregado al país a los intereses de otras naciones y estados que explotan nuestros recursos, y del importe se sostiene el nepotico y autócrata NiMaMo y sus nimamistas. En medio de esta arrebatada guerra psicológica, que ha desangra al país y a su economía, que se ha venido desmoronando paulatinamente, y con ella los ideales del chavismo originario, y no esa mampara del chavismo nimamismo, que quieren mantener los usufructuarios de los sacrificios del pueblo que hace 25 años despertó con Chávez desenvainando de nuevo la espada de Bolívar para liberar a la patria de los verdaderos traidores que están en el alto gobierno, no en el pueblo que sufre y que padece a diario, que es perseguido y acosado por los cuerpos de seguridad y vigilancia de todos los movimientos, conculcando todos los derechos consagrados en la CRBV, manoseada por las sudorosas manos de NiMaMo, que ya no sabe qué otra mentira inventar. Decía Foucault, "En la medida en que el secreto es una de las formas importantes de poder político, la revelación de lo que ocurre, desde el interior, es algo políticamente importante." Por lo general interpretamos la vida en positivo, es nuestra naturaleza humana, sin embargo, la realidad es muy diferente, funciona con sus propios códigos. Se nos ha engañado desde el idealismo nada inocente ni cándido, levantando barreras que nos mantienen cautivos, en prisiones interiores, y nos incapacitan para darnos cuenta de que hay una vida que vivir a plenitud, con autenticidad, con independencia, sin que tengamos que hipotecar el futuro lejano del horizonte inasible. Nos seducen y engañan, y seguimos esperanzados en que habrá un después, en el paraíso, renunciando a vivir esta existencia, aceptando lo que nos prometen y no cumplen, y dándoles la razón a cualquier cosa que nos digan, consintiendo que nos poseen y de paso los felicitamos por entregarles hasta el alma, y nos vuelven a embaucar, y nos llevan embozalados hacia nuestra propia destrucción. Como señaló Orwell, "En una época de universal engaño, decir la verdad constituye un acto revolucionario".