Don Edmundo, pudiera decirse que, por su edad, no está para recibir consejos; pero nadie, ni Dios mismo, está exento de eso. Seguro estoy que él, justamente por sabio, tiene a su lado buenos asesores, dado que no puede darse el lujo de equivocarse "demasiado", dada su enorme responsabilidad, pese se hable de su omnipresencia. Y uso esta palabra porque seguro estoy que él, pese lo que muchos crean también tiene algo humano, si no lo tiene, no sería Dios.
Por lo anterior, le voy a dar un consejo, aprovechándome de la ventaja de que soy más viejo que Ud., pese cuando le miro y, sobre todo le escucho, me embarga la sensación que es lo contrario.
Mi primer consejo es que no vuelva a meterse en cosas como estas, pues pareció más bien un muchacho manejado por su madre y haciendo majaderías, de las cuales la última, es esta de salir corriendo a buscar asilo, sabiendo bien que, a Ud., nadie lo iba a meter preso, pues por su edad y el rol protagónico que le pusieron a jugar no le iba a pasar nada, como no le pasó a Guaidó, no le pasa ni va a pasar a la señora Machado. Tampoco se deje llevar por la ilusión que, en enero, le van a poner como Guaidó II. Sería eso reponer una obra de mal gusto y como tal fracasada.Su apresurada salida misma, sin motivo, no lo vuelve héroe, pues eso más bien asocia a quien a ella apela, en lo contrario.
Observe que Ud., dijo : Mi salida de Caracas estuvo rodeada de episodios, de presiones, coacciones y amenazas de no permitir mi salida". Y lo dijo, según El Nacional, "a través de un audio de WhatsApp que su coalición, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), difundió a los medios". https://www.elnacional.com/venezuela/edmundo-gonzalez-desde-el-exilio-mi-salida-de-caracas-estuvo-rodeada-de-presiones-coacciones-y-amenazas/
Esta expresión, a la que hace alusión El Nacional, medio informativo muy ligado a su candidatura, revela sin duda alguna que, salió del país por su propia voluntad y no obligado a salir. Pues habla de cosas hechas, se supone que, por el gobierno, para "no permitir mi salida". Cuide bien la manera de decir las cosas y no incurra en los errores de Biden, como llamar a Zelensky, Putin.
Esto me lleva a la conclusión que lo metieron en una "camisa de once varas" y estas camisas, en ciertos casos, terminan siendo "mucho camisón pa´ Petra".
En un combate, donde hasta un bando cree que lo ganó, está ganando o terminará ganando, no es usual que el comandante, así sea puesto como simple símbolo, no puede salir corriendo y abandonar el campo de batalla. Desmotiva y hasta desmoraliza. Más si la consigna es "hasta el final".
Los adecos y comunistas que lucharon contra la dictadura de Pérez Jiménez, en buena medida, fueron como quienes lo hicieron contra Gómez. La consigna de aquel tiempo era más o menos aquella, "de aquí no se va nadie a menos que lo echen". Y una batalla no se pierde hasta que ocurra lo último por ocurrir; pues ella tampoco marca el fin de la historia, esta continúa y si el comandante sale del campo de batalla a buscar refugio, no creo que les dé mucho aliento y menos esperanzas a los suyos.
Eran, adecos y comunistas, los descendientes de unos combatientes metidos en guerras permanentes, desde que, para tomar una referencia, en los inicios del siglo XIX, se iniciaron las luchas por la independencia, con aquellos movimientos libertarios como el de José Leonardo Chirinos en la tierra coriana y luego Gual y España, hasta llegar el 19 de Abril de 1810 y el Congreso de 1811 y con estos acontecimientos, el inicio de una larga guerra que pasó por la llamada Federal, hasta que Cipriano Castro y sus 60 hombres, bajaron de la mansa sierra andina a "poner el orden y la paz".
Aun así, Castro no se fue huyendo, sino en busca de cura, dada la gravedad de la enfermedad que le afectaba y sin dejar la presidencia, pues pensaba regresar al cargo como lo intentó varias veces, y por allá se quedó obligado hasta el día de su muerte en Puerto Rico. Su compadre, a quien dejó el comando mientras estuviera fuera, se alzó contra él y hasta le impidió, junto con la enfermedad misma, que regresase.
El propio Bolívar no salió nunca huyendo, o rehuyendo el combate, sino en busca de ayuda para reingresar a la patria, reiniciar y darle nuevo impulso a la lucha por la libertad. No fue a quedarse por allá, que otro u otros diesen las luchas para las que se sentía llamado y en las que se metía con conciencia y valentía; nadie le puso en eso, como quien desempeña el rol de héroe de una película o hasta payasada.
Los combatientes de los llanos orientales, nunca dejaron su espacio, pese las derrotas y persecuciones de las fuerzas españolas; ríos y morichales les servían de vías de escape y escondite ante la persecución. Para ellos, ser detenidos significaba el fusilamiento.
Al decir lo anterior vuelvo a recordar cómo, en la Cumaná de mis tiempos juveniles, alguien al referirse a circunstancias como estas, de no saberse competente, capaz, audaz y hasta valiente para asumir un rol que pudiera ocasionarle graves resultados, se nos decía "no te metas para que no aparezcas".
Los combatientes de los tiempos de Gómez, en gran medida, preferían llenar las cárceles y hasta morir en ellas, si eso era la decisión del dictador; pero eso de salir huyendo del país no era costumbre. Había que sentirse muy acosado y hasta convencido que corrían peligro de muerte, para salir huyendo por algún orificio fronterizo o invadir una embajada, para luego salir ayudado por los buenos oficios de los respectivos embajadores. Así pasó con Betancourt, quien fue detenido muy joven, encerrado por días en un calabozo, encadenado y engrillado. Poco tiempo después, sabiendo de la rigurosidad de los calabozos gomecistas y los riesgos de ser asesinado, huye y se refugia en Costa Rica y volverá al país, para volver a salir a raíz del golpe de Pérez Jiménez contra el maestro Rómulo Gallegos. Mientras muchos hombres de su partido, como Alberto Carnevali, Antonio Pinto Salinas, Leonardo Ruiz Pineda y una multitud de incógnitos, murieron por los malos tratos dados en las cárceles, la rigurosidad de la vida en los campos de concentración o fueron asesinados en cámaras de torturas y hasta en plena calle. Pues ya en esa época, se había impuesto la idea de morir con las botas puestas y en pleno campo de batalla. Y para aquellos gobiernos, verdaderas dictaduras, el sólo quejarse del calor, de las privacidades de la vida, era un delito político que se pagaba con cárcel o mejor prisión, lo que en definitiva era una condena a muerte lenta.
Escribir algo contra el gobierno, por muy simple que fuese el comentario, muy lejos de acusar de algo a algún funcionario, hasta del más bajo nivel, era calificado como un "delito" que se lo cobraba al escritor y al medio. A aquél se le metía en la cárcel y a éste le clausuraban.
Los gobiernos de Betancourt y leoni, de 1959-1969, se caracterizaron por la permanente suspensión de las garantías nacionales. De modo que hacer política opositora, opinar en contra, era un delito, según la disposición de las autoridades. Y entonces era un riesgo que se asumía con valentía. Los militantes y hasta simpatizantes de los partidos ilegalizados, con sólo ser eso, eran considerados "delincuentes" y sujetos a las más severas persecuciones. Es extraño, si hacemos una severa revisión, hallar de aquellos, alguno que alguna vez no hubiese sido preso y menos quién se salvó de no vivir bajo persecución u observación acuciosa de los cuerpos policiales y de la marginación de la vida civil y ciudadana. Y la cifra de asesinados fue descomunal, como la de presos, por años, bajo duras circunstancias. Y se llegó a algo peor, como lo fue aquello horrible de desaparecer ciudadanos. Como que, hasta ahora mismo, hay casos, como el de mi viejo amigo Bartolomé Vielma Hernández, un abogado nativo de Puerto Cabello, militante del MIR, cuyo cadáver aún no ha sido hallado.
Pese lo anterior, la crueldad represiva de esos gobiernos, de Betancourt y Leoni, pero todavía llamados democráticos, sin discriminación alguna, sin importar las causas, motivos, donde el sólo hacer el más simple comentario en contra de ellos, era suficiente hasta para aplicar la pena de muerte, lo que hasta se dejó en manos de policías, mercenarios extranjeros, la severidad y hasta osadía de los combatientes clandestinos contra los gobiernos, llegó a límites de lo heroico. La militancia impuso como norma disciplinaria, asumir la lucha clandestina corriendo todos los riesgos conocidos sin dejar el país, el refugiarse en una embajada o huir por una trocha a otro país estaba en contra de la moral del combatiente, salvo expresas disposiciones de los organismos autorizados para ello y en determinadas circunstancias. Por eso, las cárceles de esos gobiernos estaban llenas de presos políticos y se vieron obligados, como la dictadura pérezjimenista, a crear nuevos campos de concentración. Espacios estos parecidos al infierno.
El preso político de aquellos tiempos, más de las veces, por no eludir sus responsabilidades, se convertía en una antorcha, una referencia para continuar las luchas. El evadirse, refugiarse, en una embajada, más empezando el combate y sin abundantes razones para ello, era tildado como un acto de cobardía.
Incluso, quienes llegaron a caer en desviaciones, como practicar el terrorismo y actos contrarios a la moral común, aquello asumían y no optaban por negarlo, pues para ellos, era una cobarde manera de restarle pertinencia y valor a sus luchas. Creían sus procederes, moralmente aceptables y dignos de asumir por su causa.
Si algo respetable hubo en el detestable accionar del grupo independentista vasco ETA, fue hacerse responsable de sus acciones terroristas. No fueron terroristas, como los que ahora abundan, que niegan los actos que cometen. No tuvieron la conducta de "la gatica de María Ramos, que tiraba la piedra y escondía la mano". Conducta que le resta valor moral a quienes eso hacen y pertinencia a sus actos; pues esa negativa lleva implícita una autocensura o condena. Como tampoco huye quien no haya cometido delito y menos si está amparado por factores de gran peso e influencia.
Juan Guaidó, sirvió de referencia para un descomunal hecho ilegal y de irrespeto a la institucionalidad y soberanía venezolanas. Como que, en una plaza pública, rodeado de unos pocos diputados, se declaró presidente interino, figura y proceder absolutamente ajenos a la legalidad venezolana. Y pasó unos dos o tres años en eso, amparado en la duración del período presidencial, bajo el respaldo de de EEUU que amenazaba con invadir a Venezuela y "machucarla" con más inclementes sanciones. Circunstancia esa que aprovechó Guaidó, para pasearse por el país casi con absoluta libertad, hasta en actitud de desafío y para manejar ilegalmente, en beneficio propio y de quienes le sirvieron para montar aquella comedia, cuantiosas sumas de dinero, en detrimento de los trabajadores y los venezolanos todos.
Pese a todo eso, por lo que hacía, no sólo ilegal sino dañino en diferentes sentidos, no dejó de correr riesgos. Si, se sabía amparado por EEUU y consciente estaba que el gobierno salía favorecido, como en efecto salió, dejándolo que continuase actuando y con montaje de su obra toda, que aplicarle lo que demandaba la legalidad. Detenerlo, pese sobrasen fundamentos legales, implicaba convertir a quien siempre fue un payaso, en un mártir y hasta héroe. Pero aun así corrió sus riesgos, pues la vida no es perfecta y no siempre las cosas transcurren como debe ser o están planificadas; pues si es verdad que al mejor cazador puede "escapársele la liebre", también salirsele aunque sea un tiro por descuido y, los funcionarios ineficientes o ganados para otra cosa, como El Aissami, no son pocos. Y hubo, más de una vez, pese el empeño del gobierno de evitar darle argumentos para hacer de mártir y desatar acciones contra el país, leves atentados contra él, como rechazos en actos, pequeñas reuniones, no necesariamente desatados por gente del gobierno, sino por opositores, partidarios suyos, inconformes con la manera de repartir lo que atesoraba.
Ud. fue citado a la Fiscalía, dada su negativa a asistir a tres convocatorias del TSJ, con la finalidad de saber, por su intermedio, acerca de lo relativo a las actas que la oposición dice tener y que, según ella, fundamentan su triunfo. Ud. pudo y debió ir con esas actas y mostrarle, al TSJ o luego al Fiscal, que ganó. Que ellos no le reconociesen la validez de sus actas, siendo inobjetables, eso es otra cosa. A Ud., téngalo por seguro, como ya dije, no lo iban a meter preso, pues de hacerlo, el error del gobierno hubiese sido tan descomunal que Ud., saldría favorecido.
Eso de meterlo preso, se lo hicieron a quien en verdad es presidente electo, como Pedro Castillo, en Perú, porque al gobierno de EEUU le importa un pito "ese indio majunche". Tanto es así que, le tumbaron, le metieron preso sin justificación ni derecho alguno, sigue preso y todo el mundo tranquilo. ¿Quién reclama por la democracia peruana y la injusticia con un presidente en verdad electo? Nadie.
No obstante, quiero hacerle saber, por si vuelve a encontrarse en semejante encrucijada, que erró al hacer saber, por intermedio de su abogado que, "que la digitalización y publicación de las actas de 80 % de las mesas de votación que estuvieron habilitadas el 27 de julio, día de la elección presidencial, no fue su responsabilidad sino de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD)". https://eltiempove.com/abogado-de-edmundo-gonzalez-se-reunio-por-tres-horas-con-fiscal-tarek-william-saab/
Fue esa una manera de deslindarse de lo que vienen sosteniendo quienes lo apoyaron como candidato presidencial, conducta esta coherente con lo de solicitar asilo y refugio en España, dadas las circunstancias, que no pueden ser evaluadas de manera simplista y en concordancia con lo convencional e interés de alguna de las partes. Ud. Casi confesó que hubo algo indebido, pero no era su culpa y creyendo que pudieran detenerlo, se deslindó, de hecho, de quienes le habían respaldado.
Por la edad, cuando a veces parece que la tendencia a asustarse en uno aumenta, cometió un garrafal error. Pues en veces, la huida para mucha gente, empezando por la policía, es una confesión de culpa. Los pecadores suelen correr a las iglesias, confesionarios y valerse de dádivas para intentar engañar a Dios, lo que es una forma de huir. Pero Dios, como dije, no está sólo y por eso cubre todos los espacios y no se deja engañar. La voz del pueblo, es la voz de Dios y usted la desatendió y dejó a los suyos guindando. No se vuelva a meter en eso. Quédese tranquilo y descanse.
Lo que hizo no puede explicarse y menos justificarse en la edad, pues esta misma es un arma defensiva ante el mundo. Biden, sabiéndose al final incompetente, precisamente por la edad, le abrió espacio a Kamala Harris. Cada quien sabe para qué sirve y los observadores, en buena medida, también, de esos detalles se percatan.