"El mundo es ancho", dijo el terrófago a la gente humilde y del pueblo despojada por él de las tierras y agregó, "váyanse a otro sitio", cuando en verdad, como dijo Ciro Alegría, "El mundo es ancho y ajeno" y, particularmente, todavía lo era en ese pueblo. El terrateniente o más bien "cogiente", pudo haber dicho "váyanse mucho al carajo", pero la literatura de los tiempos del escritor peruano, todavía no daba acceso a esas intemperancias.
"Cada cabeza es un mundo" y cada quien mira cómo le conviene; cómo y hasta donde llegan sus radares. Para Álvaro Amenábar y Roldán, el terrófago de "El mundo es ancho y ajeno", o mejor en su cabeza, no cabía otra idea que las tierras eran suyas por derecho divino y los demás debían irse a buscarlas en otro sitio. No había otra manera de concebir al mundo y menos establecer el equilibrio.
Pese lo anterior, también es valedero aquello del lenguaje coloquial, "déjalo que se mate por su propio pulso" o mejor "no hagas nada, déjalo tranquilo que él mismo se encarga se le olvide y hasta deseche". Y un experto pescador, como aquel de "El viejo y el mar" de Ernest Hemingway o el padre de los Serrano, en mi novela "El crimen más grande del mundo", hubiesen dicho "si hala duro dale más guaral hasta que se canse".
Y por no hacer o no entender esto, es habitual que, quienes estén agrupados y dentro de los mismos planes, cuando se trata del hacer, se enredan, dan tropezones y hasta, por las fallas de los radares y el mal humor acendrado, envueltos en incómodo estado de ánimo permanente, hacen de amigos, enemigos.
Un respetado amigo, cuyo nombre omito para evitar malos entendimientos, como indisponerse contra mí, quien lo respeta, casi celebra "el inesperado viaje", como asilado político o "perseguido", de Edmundo a España, "porque eso permitiría la creación de la presidencia en el exilio".
Sería ésta una figura para reemplazar a Guaidó, dado que Edmundo, según su propia confesión, a las pocas horas del zafarrancho desatado por los resultados, se asiló en la embajada española, pese nadie lo estaba persiguiendo. Y digo esto, porque no soy tan insensato para creer que el gobierno estuviese interesado en detenerlo, sabiendo bien que, si le pareció acertado no detener a Guaidó, por lo que todos sabemos y por lo que no hay nada que agregar y sólo los interesados "ignoran"; tampoco le interesa hacerlo con ese señor, más siendo un anciano, quien, al parecer, además, no parece tenerlas todas consigo. Y esto último, está referido a la impresión que en uno ha dejado, la de un ser humano que no goza de la mejor salud y menos disposición para la lucha, pese apenas tiene 74 años. Y lo dice alguien que tiene 86 y "dele"; quien, al terminar esto, debe ir a la cocina a prepararse el almuerzo.
Es más, él confesó a los medios, determinado por esa ancianidad adelantada, como a la carrera, que quería deslindarse del zafarrancho en el que estaba metido y la opción o mejor manera era asilarse, aunque no hubiese motivos, en la embajada española. Por esto dijo a los medios que " su salida de Venezuela, rumbo a España tras una solicitud de asilo y concesión de salvoconducto por parte del gobierno de Nicolás Maduro, estuvo rodeada de episodios de presiones, coacciones y amenazas». https://www.elnacional.com/venezuela/edmundo-gonzalez-desde-el-exilio-mi-salida-de-caracas-estuvo-rodeada-de-presiones-coacciones-y-amenazas/
Es decir, admite que se asiló por voluntad propia y el gobierno se resistía a darle el salvoconducto, porque eso significaba darle validez política y moral a la solicitud y concesión de asilo.
Detener al señor Edmundo, no sólo le daba más valor y hasta respaldo a la idea que había ganado las elecciones, sino que sería crear una antorcha, donde probablemente sólo había cenizas y, al lado de ellas, unos cuantos, soplando para avivar un fuego decadente, como en efecto resultó toda aquella expectativa. Detenerlo, hubiese sido como echar de verdad leña y hasta rociar gasolina al fuego en extinción, convertir en héroe a alguien que, simplemente escurre el bulto, pues como él mismo dijo, sólo se había comprometido a asumir la tarea que le asignaron hasta el 28J.
Entiendo que, las citaciones reiteradas del TSJ al señor Edmundo para presentase las pruebas que convalidaban su triunfo, tenían además como fin demostrar la invalidez de tal reclamo. Pues los suyos decían tener las actas pertinentes. Y si en verdad, esas pruebas tenían, lo más lógico es que acudiese al TSJ con ellas y los mecanismos todos que avalasen la entrega y la posterior subsistencia de ellas; que no dejase cable suelto para que el TSJ, como según teme y hasta asegura la pertinencia de su temor, no desconociese la validez de esas pruebas.
Pero él, en lugar de asistir, asumió aquello como una infantil redada para detenerlo cuando acudiese a la cita del TSJ; o, mejor dicho, quiso vender esa absurda idea que, de concretarse, si a alguien hubiese resultado afectado en el plano nacional e internacional, no sería otro sino gobierno. Este se habría auto infringido una profunda herida.
La salida del señor Edmundo que, como el mismo admite, "estuvo rodeada de episodios, de presiones, coacciones y amenazas de no permitir mi salida". Y lo dijo, según El Nacional, "a través de un audio de WhatsApp que su coalición, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), difundió a los medios". https://www.elnacional.com/venezuela/edmundo-gonzalez-desde-el-exilio-mi-salida-de-caracas-estuvo-rodeada-de-presiones-coacciones-y-amenazas/, estaba planificada de antemano. Antes de las elecciones o a las pocas horas de saber los resultados.
No había cómo acudir al TSJ con unas pruebas inexistentes; pues de haberlas, como dije, lo elemental era acudir a ese llamado, llevar lo solicitado y mostrar al organismo antes señalado, al pueblo todo y la opinión internacional la justeza de su reclamo. Nadie lo iba a detener como no se detuvo a Guaidó, no se detiene a la señora Machado, porque sería "peor el remedio que la enfermedad".
Al llegar aquí es bueno recordar que admitió, que nunca tuvo esas pruebas, sino "que la digitalización y publicación de las actas de 80 % de las mesas de votación que estuvieron habilitadas el 27 de julio, día de la elección presidencial, no fue su responsabilidad sino de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD)". https://eltiempove.com/abogado-de-edmundo-gonzalez-se-reunio-por-tres-horas-con-fiscal-tarek-william-saab/
El señor Edmundo opta por asilarse en la embajada de España y lograr, como lo demuestran los hechos y la rapidez de su salida, porque no tenía prueba alguna, tampoco está en condiciones de soportar todo lo que la resistencia significa, pese nadie lo detenga y así estaba planificado. Por eso dijo, a un medio "mi compromiso era hasta el 28 de julio."
Y hablando de la "república en el exilio", en sustitución del gobierno interino, me acuerdo de mis años juveniles y aquella honorable "República en el exilio", derivada de la naciente dictadura de Franco, creado por exiliados españoles que tuvo su asiento, hasta muerte del "caudillo por la gracia de Dios", en México.
Dado que, el señor Edmundo, no goza de la juventud de Guaidó y lo que eso implica, para estar moviéndose dentro de Venezuela en un trabajo que se supone intenso y por largo tiempo, la mejor salida era asilarse, pues de esa manera, pudiera dar la imagen del perseguido político, sin que nadie eso hiciese contra él; y hasta vender la del héroe necesario para mantener viva la esperanza. Aparte que, a él, tampoco se le percibe interesado en eso, pues lo suyo nunca fue la política militante, sino la prebenda del trabajo diplomático, de poca significación y trascendencia aunque aparente brillo, lo que es un como vivir bien y en la oscuridad; tanto que, hasta los más informados, nunca se habían percatado de su existencia, hasta aquel sorpresivo día que le presentaron como candidato en sustitución de la señora MCM.
El gobierno de España concedió asilo, no por un momento, el necesario, mientras verificaba la pertinencia de concederlo. Pues uno supone que, la solicitud y concesión de ese derecho humano, debe estar justificado. No parece pertinente dar asilo definitivo, en caso no justificado. Darlo implica emitir un juicio, dar por verdadero el alegato de quien lo solicita. Es un tomar posición en favor de quien solicita un derecho, pese no hay motivos para ello. Es además dar una muestra inamistosa contra el país donde aquello acontece.
¿La solicitud reiterada del TSJ de la comparecencia a Edmundo González, para que presentase las pruebas de su alegato de haber ganado las elecciones y luego la del Fiscal por no atender lo anterior, se puede calificar como persecución política, como para concederle la solicitud de asilo? ¿Por qué no asumirla de la manera pertinente, una oportunidad para que el solicitado defienda su victoria? ¿Acaso el gobierno de España dio por seguro que había, hay o hubo la intención de detener, por lo acontecido hasta ahora, al señor Edmundo? ¿No es esa una manera de pronunciarse, de manera precipitada y hasta prejuiciada, en contra de una de las partes, sin razones para ello y hasta en la disputa por la contienda electoral? ¿Da por un hecho, el gobierno de España, que el señor Edmundo González corría el riesgo de ser detenido injustamente?
El gobierno de España sabe bien, como lo sabemos todos, que la mayor torpeza que pudiera cometer el gobierno, sería poner en prisión a ese señor o causarle algún daño. Sería convertirlo en un héroe, hasta por su misma edad, aparente debilidad o escasa salud o pertinencia y una manera nada inteligente de reconocer "al perseguido" como ganador de las elecciones. Bien sabe el gobierno español, como lo sabe cualquiera en Venezuela, que el señor Edmundo, es un simple accidente, una pieza del ajedrez que se pone por delante en los primeros movimientos, una carnada que no importa si el pez se la come y, a éste, de las que no le apetece; es tal como apareció, un accidente.
Más daño se haría así mismo el gobierno, si lo hubiese detenido, que dejarlo ir a España de exiliado y desde allá dar declaraciones o, que por él las den, dado es evidente, tiene dificultades para actuar con contundencia. Tampoco causaría incomodidad quedándose en Caracas tranquilo, como lo estaría, dada su propensión, porque nadie le va a molestar. Y si acaso eso sucede, le incomodan, lo harían quienes le apoyaron, aseguran o creen que él ganó, pidiéndole de manera constante que salga a reclamar lo suyo.
Es infantil pensar que el gobierno, sabiendo además al señor Edmundo no predispuesto a hacer nada que le incomode, le vaya a detener. Siempre recuerdo cuánto daño se auto infligió el gobierno, mexicano de la década del 60 del siglo pasado por haber detenido, por motivos políticos fútiles, a David Alfaro Siqueiros, una de las tres grandes figuras representativas del muralismo mexicano. En México y en toda América Latina, las protestas por distintos medios y formas, fueron constantes.
Pero también es infantil pensar y hasta reclamar que, el gobierno, no habiendo motivos para que Edmundo González se exiliase y menos España concediese el asilo, pues eso, como dije, implica un juicio sin fundamento, debió negar esa impertinente solicitud. Asumir esta actitud, dejarlo encerrado en la embajada de España, implicaría crear un foco para la persistente protesta, generar un héroe y lo peor, hasta provocar que la salud del asilado se deteriorase y el gobierno terminase siendo responsable. Había dos opciones, garantizar a España que no sería detenido, lo que no haría falta, porque el interesado no aceptaría, pues su interés está en desligarse de ese asunto donde aparece metido sin querer o darle el salvoconducto pensando lo que retenerlo en la embajada afectaría su salud y tranquilidad, con lo que de paso, si se sobrepone la sensatez, las relaciones con el gobierno de Pedro Sánchez, no se afectarían más de lo que están, después que el Congreso español, no el Ejecutivo, reconoció a Edmundo González como presidente.
Edmundo no molesta ni molestará; ese señor quiere descanso; no es difícil saberlo y nada cuesta complacerlo y ayudarle se salga del enredo en el cual le metieron.