"Si la prudencia te acompaña,
ningún poder celestial te desamparará"
Juvenal
"La imprudencia suele preceder a la calamidad"
Apiano
Este lunes 16 de septiembre, apenas abro la página web del primer diario de Portuguesa y en este momento el único de Acarigua, me encuentro con varias noticias lamentables, pero todas forman parte del mismo problema: los accidentes relacionados con las motocicletas y ya no alarman tanto por lo frecuente: 5 muertos, nueve heridos y paremos de contar, porque son reseñas de todos los días. Me parece que tenía toda la razón un amigo, quien toda su vida anduvo en una moto, el cual parecía rescatada de un camión cargado de materiales para reciclar. Siempre repetía, con una sonrisa, acompañaba con una vivencia de las que no faltan en la calle: "cuando las viejas aprendan andar en motos, como chucos, esto se jodió" Parece que es verdad, porque hasta una amiga muy voluminosa, se pasea exhibiendo sus pronunciadas posaderas en licras de colores resaltantes.
El amigo, repetía esa expresión por varias razones, entre ellas porque su vecina, una mujer de unos 40 años, prácticamente había vuelto "loco" a su compañero de vida, para que se comprara una moto, argumentando miles de razones para insistir en la compra, a tal punto, que se puso a vender empanadas para reunir el dinero, hasta que adquirieron el valioso y práctico vehículo de dos ruedas. Empezó andar, con toda la prudencia de un principiante, pero, de un momento a otro agarró vuelo. Parece que le repetían la misma expresión, que utilizaban para joder al amigo, quien, andaba, como buscando una aguja en un pajal y siempre oía ¡pareces un morrocoy en esa moto! Eso le sirvió para presagiar con mucho tino el desbarajuste, que hoy en día estamos viendo a cada momento. A los pocos días la mujer, se estrelló, por suerte quedó viva, pero no ha podido recuperarse de las lesiones sufridas.
La edad de la mayoría de las personas muertas o lesionados en accidentes de motos, no llegan a los 30 años. Las causas son varias, entre ellas la principal: la imprudencia al lado de la juventud, que ligada con alcohol produce efectos muchas veces mortales, pero a esto se agrega, que el problema ha desbordado a las autoridades y prácticamente se encuentran incompetentes, antes el incontrolable aumento de estos vehículos, ya que, está pasando, como en los Estados Unidos, con el negocio de armas; si, carga los dólares se lleva la de su agrado, no importa si es para producir una destrucción masiva. Así, está pasando en nuestro país; cualquiera persona, con las verdolagas en la mano, sale rodando en una moto, así, se estrelle en la próxima esquina, ya que, eso no es problema del vendedor; después de entregarle la llave, el comprador sale a su propio riesgo.
En el centro de cualquiera ciudad, se hace imposible estacionar un vehículo, porque los motorizados ocupan todos los sitios y por el mínimo espacio salen o se meten y ahí precisamente está el peligro de una colisión y después a enfrentar una turba; y si sale ileso el conductor de la moto, entonces vienen las discusiones, donde pasan a hacer el papel de juristas y solamente ellos tienen la razón y la verdad. Eso motivó, que una profesora jubilada, pero en plena capacidad para desenvolverse, tomará la decisión de vender el carro, ya que, pasó por una experiencia muy desagradable, con un motorizado que por poco le pega. Terminó, dándose cuenta, que, contra ese monstruo, el cual crece todos los días no podía hacer nada.
¿Dónde está la solución? En primer lugar, sin consciencia no se puede, ni siquiera dar o recibir consejos por muy pequeño, que sea la complicación, nos podemos imaginar la que significa la proliferación de motocicletas, el cual se ha convertido en una anarquía total, para influir a la vez en un problema de salud pública. Todo el que ha sido arropado por los años, ni se le ocurra salir solo para el centro de una ciudad, y menos cuando ha despertado, bajo el ruido tormentoso de los escapes y las cornetas de las motocicletas, convertidas en muchos casos en arbitrariedad y necedad, y en otros momentos para asustar a los transeúntes, choferes de vehículos de cuatro ruedas y a los mismos motorizados, porque, casi parece un grito: apártate que viene un "loco" conduciendo una moto, pero lo más grave es que son guapos, apoyados y de paso son muchos. El problema es muy grave, las autoridades encargadas del tránsito, parecen no existir. El abuso es parte de la vida diaria al conducir, por supuesto no faltan las piruetas. No les importa el riesgo de seguir directo a la eternidad y de llevar por delante algunos atravesados con diligencias. En la consciencia y mano dura está solución. Una no la venden, la otra terminan llamándola dictadura.