La trampa mejor montada por la extrema derecha

A propósito de la elección presidencial del 28 de julio, la ultraderecha realizó la más efectiva operación de neuropolítica de la que se haya tenido registro alguno en Venezuela.

Hoy gran parte de los venezolanos, y muchos de ellos que se asumen militantes de la izquierda, tienen la creencia de que el resultado electoral no es el que publicó el Consejo Nacional Electoral (CNE) en vocería de quien la preside. Hablo de "creencia" porque en términos reales ninguno tiene, ni siquiera un indicio "razonable" (para utilizar una expresión de moda) de que los resultados fueron distintos a los publicados.

La ultraderecha venezolana que llamó en varias oportunidades a no participar en procesos electorales importantes, incluyendo la elección presidencial del 2018, porque estaban absolutamente convencidos que no iban a ganar esas elecciones y sabían que al participar y perder, legitimarían al gobierno frente a la comunidad internacional y sus seguidores nacionales, cayéndose la mentira de que eran mayoría. En esta oportunidad, las encuestas decían que la mayoría de los electores querían un cambio de gobierno y eso le hizo pensar a la ultraderecha que, ante un escenario polarizado, la votación les favorecería. El asunto estuvo en que muchos chavistas y militantes de otras izquierdas, que no comulgan con el gobierno de Nicolás Maduro, no estaban dispuestos a hacerle el juego a la ultraderecha extremista encabezada por María Corina Machado. Es más, esa izquierda sabía que de ganar la ultraderecha, sus propias vidas estaban en peligro y votaron por Maduro.

Sin lugar a dudas, la oposición al gobierno incrementó su votación (si consideramos los emigrantes que no pudieron votar); pero definitivamente no fue suficiente para ganar las elecciones. Pero el plan de la ultraderecha preveía esa posibilidad, y estaban preparados con una ofensiva de marketing político (que operó antes, durante y después de la elección).

Lo sorprendente no es que hayan cantado fraude y que no hayan mostrado ninguna prueba del supuesto fraude. Lo sorprendente es que hayan puesto a voceros de "izquierda" a defender un supuesto triunfo, que la misma ultraderecha no ha intentado defender; porque de hacerlo, tendrían que mostrar las pruebas de su supuesto triunfo, y eso es lo que no podrían hacer, porque la verdad es que perdieron.

Pregúntense usted: por qué no sacaron copia a todas las actas (así como supuestamente las escanearon y montaron en una página web en dos días) y se las entregaron a uno de los dos rectores principales opositores que tienen en el CNE para que, acompañados con esos rectores y con esas pruebas, impugnar las elecciones.

Por qué no le han presentado las actas originales a nadie, ni siquiera al parlamento español, ni a Lula (que anda jugando a dos bandas).

La verdad es que no consiguieron los votos suficientes. Sólo publicaron unas "imágenes" (todo el mundo sabe que cualquier imagen en internet puede ser modificable); además que con esa publicación, uno tenía que tener el número de cédula de más de 30 mil personas que cada una de ella haya votado en una mesa distinta de votación, para poder sumar los votos y poder decir que los boletines publicados por el CNE son inconsistentes con los resultados que arroja la sumatoria de las actas. Eso no lo ha hecho nadie de la ultra derecha, ni tampoco de la supuesta izquierda que están peleando por el triunfo de la ultraderecha.

La supuesta izquierda, que está peleando por el triunfo de la ultraderecha, debe pedirle a la ultraderecha que le dé aunque sea una copia de las actas que ellos deben tener, para poder ejercer mejor su defensa, porque así pueden sumar los votos que sacó la ultraderecha y contrastarlo con lo publicado por el CNE; de esa manera tendría más sustento la defensa que están haciendo.

Pedir los resultados desagregados por mesas, municipios y estados, no está mal; pero resulta que se eligió un solo funcionario y es suficiente con sumar todos los votos que deben estar en las actas de la ultraderecha y, como ya dije, contrastar el resultado con la cifra publicada por el CNE. Porque, entiendo, que la impugnación es sobre el resultado final (total) y no es una impugnación parcial. Además, la diferencia fue superior al millón de votos. Es ridículo insistir en la publicación detallada de los resultados para, entonces, poder ejercer la impugnación, cuando ya se publicaron los resultados totales que, se supone, es lo que están poniendo en duda.



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Juan Carlos Valdez


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