De dónde venimos y hacia dónde vamos

Hay algo que podamos decir que ya no se haya dicho hasta la saciedad, lo hemos relacionado de mil maneras distintas para siempre volver a lo mismo, sin que realmente se avance en nada sustantivo, porque todo gira en torno a las mismas necesidades sentidas y padecidas generación tras generación, como si todos indefectiblemente tendríamos que pasar por lo mismo desde que se nace, hasta que se muere, lo que ya le ha ocurrido a quienes estuvieron antes, desde la creación, descrito por las historias recogidas por los hijos e hijas de Abraham, en comandita del Dios de los judíos, de los cristianos, de los musulmanes; de Yahveh, Jesús, Alla, no siendo exclusivos sino posteriores a las deidades o divinidades que les precedieron, según se vaya a las culturas más antiguas, presentes en orden a su aparición en la Tierra, una vez preparada para acoger a las criaturas en evolución, según se narra entre los mitos, llenos de magia y de religiosidad, para cada gusto y color, a la imagen y semejanza de los observadores presentes para recoger los vestigios y datos, con los cuales se interpreta lo acontecido para dejar constancia a las generaciones venideras, desde el más allá, hasta el más acá, más próximo a nosotros que lo estamos confrontando. Quienes entre los presentes está libre de pecados, se atrevería a arrojar la primera piedra sobre el impío, para que así expíe sus culpas y pase luego del martirio al purgatorio, mientras espera ser juzgado el último día para tener la vida eterna. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, del triuno uno y único uno consuno por gracia de Dios.

Reflexionemos al respecto sobre tales temas universales, objeto de debate, contemplación y crítica en la historia de la humanidad. El título del artículo es sugerente, ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? Basa su fundamento en lo que ha sido abordado desde infinitud de perspectivas, míticas, místicas, religiosas, filosóficas, científicas, culturales, y hasta cuánticas, en su vertiente humanista y el enfoque hacia la conciencia del ser o encarnación. Sin dudas preguntas centrales desde muy antiguo, antes que Platón y Aristóteles se exploró respecto de la naturaleza y la existencia, como del propósito y sentido de la vida individual, que desde la modernidad, pensadores como Kant y Hegel, reordenaron tales tradiciones aportándonos otras visiones más acordes con los procesos y las mentalidades sobre tales ideas y pensamientos implícitos sobre qué destino le aguarda a la especie humana, que desde el ámbito de lo religioso, mantiene como narrativa, los relatos en la historia recopilada en la Biblia, la Torá o el Corán; sin obviar el resto de textos sagrados que ofrecen sus propias perspectivas del origen y el final de la existencia, con sustantivas semejanzas en los propósitos de vida. Narrativas que difieren entre las religiones, incluso en el seno de ellas mismas, reflejando de esta forma la rica diversidad de interpretaciones y creencias.

En cuanto a la ciencia, esmerada en dar cuenta de aspectos más concretos y materiales, que se pueden cuantificar, y mostrar experimentalmente, como en el caso del Big Bang o la Gran Explosión de algo, como si de una idea primigenia y original, cual singularidad, logra manifestarse y evolucionar física, química y biológicamente. Una visión que con lo holístico presenta un cuadro completo pero complejo, de un proceso que puso en marcha todo lo que hay y es la realidad, manifestada hace millones de años, proyectándose hacia un futuro incierto, donde vamos aportando por nuestras parte las acciones individuales y colectivas, con mayor o menor compromiso con el planeta. Otra de las perspectiva señaladas, la cultural, arroja desde sus propuestas, algunas de las posibles respuestas a las incógnitas por revelar, que tienen influencia en los mitos, las leyendas, las tradiciones, la herencia de cada grupo, en cada sociedad, formando civilizaciones avanzadas, o en vías de desarrollo y progreso, para adecuarse a los tiempos que corren. Tales historias no solo nos dicen de dónde venimos, sino también nos ofrecen modelos de comportamiento y valores que guían nuestras acciones hacia donde quiera que vamos, que depende, en resumen, de lo que hayamos abordado desde el conocimiento y sus múltiples ángulos y perspectivas, aunando en cada nueva generación los aportes propios de las interpretaciones y la comprensión, reflejadas en los cambios de lo que se sabe y las circunstancias del tiempo.

Entonces, al sol de hoy, podemos decir que es poco lo que hay de nuevo, puesto que hemos dependido de los sentidos para saber y actuar en consecuencia, una vez nos damos cuenta, nos percatamos, que lo que nos integra y permite estar y permanecer en el mundo, ideado, pensado, recado y realizado por cada uno como esencia presente por el mero hecho de estar, suficiente para dar fe, de que se pertenece a una cultura terrícola, que a su vez crea civilizaciones, resolviendo lo que atañe a la especie humana, y que construye desde la naturaleza, todo cuanto requiere para la vida, mientras cumple con exigencias ineludibles, que son básicas y necesarias, en lo biológico, que ha permitido a un organismo vivo, alcanzar estadios a escalas que solo la imaginación puede ser capaz de intuir, percibiendo también con los sentidos, todo lo que está afuera como idea, intención, necesidad, circunstancia, búsqueda y valoración de lo que se puede alcanzar a realizar con lo que somos y trascender.

Tales han sido las opciones de vida, en combinación con cuánto somos capaces de inventar, un logro de las habilidades y destrezas, que desde el pensamiento y el conocimiento como herramienta cognitiva categorial, nos hace ser, seres con conciencia, y las más sublimes asociaciones, cuando se logra alcanzar el despertar, dándonos cuenta en el transcurso de los eones y las eras, en permanente cambio de niveles, planos y dimensiones, de lo desconocido a la conocido, del estar al ser. Cuando a Buda le preguntaron quién era. Respondió: Estoy. En un monólogo no se dialoga, ni se conversa, pero si alguien se niega a oír, esto no quiere decir que esté consciente de que su silencio le de paz interior. Lo esencial es tener una meta y seguir el propio sendero y ascenso, es como las paradojas en la mecánica cuántica, donde se rebasa la física, para dar cuenta de la esencia de las cosas, en un laberinto en el cual se permanece como partícula o como onda, dependiendo si se está siendo observado o la manifestación es aleatoria. Es como la vida misma, que en realidad nadie sabe qué es, cómo surgió, ni qué hace que sea, siendo interpretación que parte de la nada como idea, en el vacío como temporalidad en secuencia y movimiento, que solo puede llegar a ser percibido por cada contemplador en una realidad aparente.

Conciliar tales argumentos es lo que nos invita a presentar estas reflexiones, que laten como un corazón, al ritmo de las circunstancias que se presentan, y las razones que se esgrimen desde el pensamiento de cada ser. Por cierto, tiene que haber otro elemento que sea la solución a tales problemas, que hagan que el paso por esta experiencia de la existencia, desde este aquí y ahora presente, en el cual exponemos tales cuestiones a la consideración de los lectores, puedan servir para desde otra perspectiva distinta, otear el horizonte con nuevos diálogos, donde todas las preguntas y las respuestas posibles, posibiliten en intereses del conocimiento y de la verdad, avanzar en orden a la cultura, la ciencia y la tecnología, tan necesaria para la especie humana, cuya historia en el planeta Tierra, adolece de sentido en relación a la convivencia de los humanos, en un mundo donde pareciera estar ausente la justicia y lo justo, la legalidad y la igualdad, las reglas y normas en el juego que juega la gente, donde no se respeta, ni se cumple lo que es de todos y para todos, la posibilidad de la existencia, de la población mundial que está rondando los 8 mil millones de bocas que algo deben decir, que algo deben tener, que algo debe querer, que algo deben ser y hacer.

Estos alegatos son como una semilla que se siembra en tierra fértil y que hay que cuidar para que germine y pueda brotar y llegar a ser una planta que de sombra, fruta y madera, si fuere el caso, a conveniencia de las necesidades de la gente que habita el mundo, y espera que la democracia sea el sistema idóneo del funcionamiento de las instituciones, donde se otorgue a cada quien lo que le corresponde por el solo hecho de haber nacido en el planeta, con independencia de lo que con posterioridad se ha impuesto por quienes han venido controlando al mundo, como si un destino manifestado a particulares, haya hecho que así sea el mundo, bajo la gobernanza de los pocos sobre los muchos, un derecho que difiere de lo que dicen los textos sagrados, las culturas, y que solo la historia de los hombres de la antigüedad, escribieron bajo el mandato de quienes imponiéndose sobre el resto, hayan alimentado tales epistemes como lo que debe ser, siendo que lo que está antecede a cualquier hecho posterior, que es lo que debería quedar en claro, ahora que estamos por finalizar el primer cuarto del siglo XXI, es decir, que según la tradición cristiana han pasado apenas 2500 años, nada en comparación con los 4,5 millones desde que el hombre comenzó a diferenciarse del resto de las especies como homínidos. De manera que nuestra participación desde estas reflexiones quiere llamar la atención sobre lo que es de vital importancia y necesitamos aclarar ante el universo entero, que somos polvo de estrellas, resultado de lo que se ha manifestado hace 13.8 mil millones de años, y que antes de que el tiempo fuera este que contamos, tuvo que haber habido algo, y ese algo es lo que hoy sigue estando, como la encarnación en la materia, que hace que esta se manifieste más allá de la razón y de la comprensión que pueda haber por parte de nuestra mente, y del ego. Somos eso y mucho más.



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Franco Orlando


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