Refería el maestro y filósofo don Simón Rodríguez, en la época del fervor independentista, que para tener una república había que formar republicanos. Tiempo de una Venezuela donde la mayoría de los habitantes era analfabeta, cuando el ejército de Boves estaba formado por blancos, indios, mestizos y negros esclavos, el período, que ante la derrota del ejército realista los antiguos soldados que se batían en la defensa del rey, ingresaban luego a la tropa libertadora. Estaba claro que aquellos soldados, muchos de ellos, no sabían la diferencia entre una monarquía y una república. Por todo esto, una vez ganada la batalla de Carabobo y luego la del lago de Maracaibo, cuando los realistas abandonaron el país, Venezuela se transformó de una monarquía a una república sin tener republicanos. Quizás por esta razón, por ignorancia, llegamos al siglo XX, después de varias guerras intestinas asoladoras, verdaderas montoneras, sin que muchos de nuestros habitantes comprendieran que una República es solo concepto. Una teoría de la soberanía política, según la cual todo poder político proviene del pueblo y todo acto de gobierno debe someterse a las leyes justas que procuren el bien común. Todo lo contrario al absolutismo de un rey, sobre lo que se basa la monarquía.
Si me atengo a la definición de la RAE, sobre la República, como la organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado, barrunto que en aquel período aciago de la independencia, pocos venezolanos sabían por lo que estaban luchando y quizás por la que muchos de ellos dejaron su vida en los campos de batalla. Tengo la certeza que lo ocurrido en Venezuela se repitió en todos los países de América.
El concepto de republicanismo está muy ligado al de democracia, que según Abrahán Lincoln la define "como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo". Algo extraño esta apreciación porque es sabido que para gobernar se necesita dinero y por lo general, no es en el pueblo donde reside la posesión de la riqueza. El problema de los conceptos o una definición es algo complicado, porque no envuelve el verdadero sentido, por el contrario, siempre esconde algo que hay que descubrir. Es sabido que la democracia proviene de la Grecia antigua, la cual se fundamenta en dos principios básicos: igualdad de derechos y la igualdad de palabra para todos los ciudadanos. Sin embargo, en esa Grecia democrática los grandes señores eran poseedores de esclavos que no tenían ningún derecho. Así mismo, en la democracia de Lincoln cuando la esclavitud, se impedía ejercer el derecho al voto tanto a los esclavos, como también a las mujeres.
Es curioso que los países occidentales institucionalizaron, a raíz de la independencia de EEUU y de la Revolución Francesa, la democracia representativa para que fuese el modelo que debía imperar en todo el planeta. Pero lo extraño se mantiene, y los conceptos y las definiciones, solo sirven para adornar algo llamado Constitución. Es sabido que EEUU y los países europeos apoyaron durante media centuria (siglo XX) las dictaduras más crueles de América del Sur, Centro América, África y Asia, inclusive llegaron a condecorar los tiranos más sanguinarios del orbe.
Cada país entiende la democracia a su manera, sobre todo, los viejos imperios y EEUU. Aquello de la igualdad, fraternidad y libertad por lo cual murieron miles de franceses solo quedó en los libros de historia puesto que Francia, un modelo de democracia representativa, posee actualmente colonias en el Caribe, como son Guadalupe, Martinica, Guayana francesa, San Bartolomé, San Martín, sin dejar de lado Nueva Caledonia, una isla situada en el océano Pacífico.
Da la impresión que hay democracia solo en el papel, porque los demócratas no la ejercen en los países llamados democráticos. Un ejemplo palpable lo constituye el Reino Unido que mantuvo por catorce años en prisión a Julián Assange por el delito de ejercer el periodismo y decir la verdad sobre los asesinatos de los iraquíes en manos de militares estadounidenses. Aquello de la libertad de expresión como uno de los pilares de la democracia quedó en la constitución como un ornamento.
La mayoría de los demócratas del mundo occidental no siguen las reglas de la democracia. Esto es evidente en la "mejor democracia del mundo", la de EEUU, que tipifica delitos de acuerdo con sus intereses. Es conocido que la administración del país más democrático del mundo mantuvo en prisión por 35 años a López Rivera, por el único delito de luchar por la independencia de Puerto Rico. Así mismo, incluyó en la lista de terrorista a Nelson Mandela, quien luchó contra el apartheid de Suráfrica, del mismo modo, los diferentes gobiernos de EEEUU mantienen a Cuba, sin prueba alguna, como patrocinador del terrorismo. En este mismo pote incluye a Siria, Irak, Yemen, Libia, entre otros. Algo extraño, ya que son los aviones de EEUU los que han sembrado y siembran el terror en Oriente Medio, bombardeando pueblos y ciudades. Además, es el que suministra armas al gobierno sionistas y terrorista de Israel para bombardear la franja de Gaza, Yemen, Siria, Líbano y otras ciudades.
EEUU se tiene la desfachatez de certificar a los países como narcotraficantes, siendo la nación de mayor consumo de drogas, donde su sistema bancario está comprometido con el mercadeo de los estupefacientes, donde la DEA la CIA y otras agencias policiales son parte de negocio y sus jefes, reciben grandes dividendos de manos de los capos de la droga. Cosas de democracia representativa.
Otros de los grandes pilares de la democracia representativa es el libre comercio, este eslogan lo utilizó EEUU hasta que la economía China avanzó a pasos agigantados, hasta que Rusia dominó en el negocio de los combustibles en Europa. Cuando la unipolaridad quedó desplazada y ya USA y los gobiernos de UE no tienen el dominio de los monopolios y del mercado mundial, aparecieron las sanciones y bloqueos contra Rusia y China. Hasta se convirtieron en actores y cómplices de un delito como fue la explosión y sabotaje del gasoducto ruso Nord Stream. Todo esto tenía por objetivo evitar que el mercado de combustible de Rusia compitiera con las empresas estadounidenses, debido al bajo costo del gas y del petróleo eslavo. Lo mismo ocurre con las exportaciones chinas hacia EEUU y UE las cuales abarrotan las tiendas de occidente, así mismo, parte de materia prima de las grandes industrias europeas provienen de las tierras de Confucio. Es evidente que los demócratas de la civilización occidental no siguen las reglas de la democracia, sobre todo en materia de la oferta y la demanda, una ley inventada por los capitalistas, pero que solo fue útil para cuando ellos dominaban el mercado mundial. Hoy por hoy con un dólar tan débil y el surgimiento de los BRICS la tortilla se volteó.
Las elecciones del 28 J en Venezuela, con la reelección del presidente Maduro se evidencian que EEUU y la UE poseen una especie de democratonómetro, una especie de artilugio de alta tecnología para medir si las elecciones de un país, en el caso particular la de Venezuela, se hicieron de acuerdo con unos patrones que sus gobierno establecieron y que nadie conoce. Cónsono con la narrativa anterior, los gobiernos occidentales, sobre todo el de EEUU y la UE, violan los principios más elementales de la democracia, como son la libertad de expresión, el principio de la autodeterminación de los pueblos, el derecho a la vida, la libertad de comercio, el derecho de asilo, la vida privada, derecho a la reunión entre otros. Y son estos los que tienen el descaro de no reconocer el triunfo, no el de Maduro, sino el triunfo del pueblo venezolano que acudió a la urnas para ejercer su derecho.
La democracia se ejerce y Venezuela tiene los cinco poderes que respaldan a un pueblo que cree en la soberanía, un pueblo que no está obligado a rendirle cuenta a otros países, a entregar ninguna acta para que los demás acepten o no los resultados. Desconozco que otras naciones, una vez finalizada la justa electoral, la institución oficial encargada de tal actividad entregue a otras naciones una prueba de los resultados que los satisfaga. Ni el gobierno de EEEU, tampoco el Reino de España, mucho menos el de Chile, así mismo, ninguna otra nación puede obligar al pueblo de Venezuela a dar prueba del triunfo de Maduro. El pueblo cree en sus instituciones, sobre todo en el CNE, es el que tiene la última palabra en materia electoral. Los venezolanos sabemos ejercer la soberanía, creemos en la democracia participativa y protagónica de Venezuela y no en la democracia chucuta que vende la civilización occidental. La democracia la ejercen los demócratas, no los charlatanes.
La democracia deberá encontrar sus propios correctivos en el interés de mantener este modelo político que tiende a desaparecer, pero estos no lo podrán hacer los "demócratas corruptos" del mundo occidental. Tal vez por esto el escritor inglés George Bernad Shaw sentenció: "La democracia sustituye las designaciones que efectúa una minoría corrompida por las elecciones de la mayoría". Lee que algo queda.