El "hijo de Minerva" levantó su vuelo

Reflexiones de cara al Congreso del Bloque Histórico

(Primera parte)

Nelson Pineda Prada

… Solo cundo irrumpe el ocaso levanta

su vuelo el búho de Minerva.

Hegel

Un futuro lleno de esperanza

Cuando los Partidos Políticos anunciaron la selección de sus candidatos a la Presidencia de la República, para el chavismo la situación electoral era de una gran complejidad. La secta, apátrida y fascista de la extrema derecha había posicionado, en la opinión pública nacional, una imagen de éste que lo presentaba como una fuerza política en decadencia. Hubo quien llegó al extremo de hablar de la muerte del chavismo. Alegrías de hoy, pesares de mañana. Poco tiempo disfrutó esa secta, formada en "Tradición, Familia y Propiedad", su alegría.

María Corina, convertida en máxima figura de la ultraderecha nacional, quien sabiendo que, por razones judiciales, no podía ser candidata se impuso en unas elecciones primarias de una parte de la oposición, en la cual no participó ni un millón de venezolanos, se erigió en la "dama de hierro" del sector más derechista, apátrida y fascista, del mismo. A todo el que se le atravesó, lo mandó para el sepulcro. No pudiendo inscribir su candidatura ante el CNE, impuso y cuestionó a quien ella quiso. Así, se buscó a Corina Yoris y, por razones que nadie conoce, a los días se deshizo de ella. Lo mismo ocurrió con Manuel Rosales, quien después de haber inscrito su candidatura, María Corina le impuso renunciar a la misma. Del Departamento de Estado y de la CIA, le enviaron el nombre de Edmundo González Urrutia quien, al decir de esas instituciones del gobierno estadounidense, con absoluta obediencia, cumpliría las órdenes e instrucciones emanadas de dichos organismos.

La ultraderecha, apátrida y fascista, desprecia la capacidad política del venezolano, demostrando, de tal manera, su ignorancia sobre él. No sabe que este tiene su propia forma de comunicarse, su propio idioma; que él, en sí mismo, no es un peligro, por tanto no debe seguir siendo alejado, colocado distante de las esferas de la toma de decisiones. Lo sigue considerando con desdén, desde una perspectiva de superioridad. No ha logrado entender que, el pueblo no puede seguir siendo visto desde una perspectiva reduccionista. Que éste, como hacedor de cultura, es lo más amplio, lo más heterogéneo, lo más diverso y a su vez lo más único que existe sobre la faz de la tierra. En definitiva, para la secta ultraderechista, el pueblo no es el sujeto fundamental de la sociedad, tiene de él una visión utilitarista, lo considera un objeto que puede ser usado solo cuando lo necesita.

Y, desde una mirada distinta, Nicolás Maduro conoce al pueblo venezolano. Salió de él, fue parido en él, es parte de él. Por eso, cuando habla y se comunica con el pueblo lo hace con naturalidad. Se hace entender y lo entiende. Conoce sus aspiraciones de vivir mejor, es su abanderado.

Y, es que Nicolás Maduro entendió, desde su inicio como militante revolucionario, que lo que distanciaba a la izquierda del pueblo venezolano no era solo la acción de la derecha; la que, con su inmensa capacidad de manipular la opinión pública le impedía avanzar y hacer permeable el mensaje revolucionario por el pueblo. Por lo que, uno de los mayores retos que tenían las fuerzas impugnadoras del capitalismo subdesarrollado y dependiente venezolano residía, precisamente, en achicar ese distanciamiento.

Entendió que, el "poder cultural" fraguado por la burguesía nacional, como clase dominante, le había permitido crear una "falsa conciencia", a través de la cual se hizo creer que su proyecto económico, político y social era el de toda la nación. En otras palabras, la irreverencia de su accionar político siempre ha estado fundada en el principio de que, lo que ha determinado que el pueblo asuma como suyo el discurso de la burguesía; y, se haya generado ese distanciamiento de la izquierda con el pueblo, ha estado determinada por el hecho de que las fuerzas revolucionarias, por muchos años, no logró entender la necesidad de escuchar al pueblo para comprender sus problemas.

Basta oír los discursos de Nicolás Maduro -o conversar con él-, para constatar la fuerza y la lealtad que asume ante los principios. Para él, ser de izquierda no es una posición espacial, mucho menos temporal. Ser de izquierda es una conducta de la vida y para la vida. Por ello, su planteamiento revolucionario tiene como propósito sustituir el poder cultural creado por la burguesía en función de sus intereses.

De allí, la interrogante de: ¿Cómo abrir un camino hacia el poder en esta difícil y conflictiva Venezuela contemporánea? La respuesta no la encontraremos sino la buscamos en nuestra propia realidad de pueblo. Proceso qué no puede estar signado por conductas burocráticas, de vanguardismo voluntarista, ni dogmáticas. Sino de cambio dentro de una permanencia, verdaderamente dialéctica. Y aquí reside, precisamente, el éxito político que acompaña a Nicolás Maduro en su gestión gubernamental.

Haber logrado constatar que, en todo proceso histórico, el diseño de una determinada estrategia revolucionaria para la toma de decisiones fácticas debe ser trazado de manera inseparable del momento que se vive, que éste es la base para darle concreción. Haber entendido que a los problemas generados por la guerra económica, el bloqueo y las criminales medidas coercitivas unilaterales debíamos encararlos a partir de dicho planteamiento estratégico. Haber llegado a la conclusión de que era necesario un estudio profundo de la situación vivida, que fuese más allá de la tradicional conducta voluntarista y dogmática con que han sido percibidas algunas coyunturas de este tipo; decían que era necesario formular una estrategia revolucionaria que permitiera salvar la Revolución Bolivariana. Proceso para el cual era necesario diseñar una nueva manera de relacionarse con el complejo tejido social de nuestro país. Que era necesario establecer nuevas políticas de alianzas estratégicas con los mismos. De avances y repliegues tácticos, que hagan posible la superación de la situación que vivimos. Para lograrlo, era necesario superar las simplificaciones y la superficialidad analítica a que conducen dichas desviaciones políticas.

Estrategia ésta que fue diseñada y comenzó a implementarse a partir del año 2022. Dos años después el éxito de la misma está a la vista. La paz ha retornado a nuestra Patria; la convivencia y la fraternidad se han apoderado nuevamente de las relaciones entre los nuestros; la familia vuelve a reconstituirse en núcleo fundamental de la sociedad; se ha reactivado el aparato productivo nacional, somos la economía de mayor crecimiento en el hemisferio, hemos derrotado la inflación y el desabastecimiento de los productos que conforman la canasta básica, para solo citar algunos avances experimentados a partir de la reformulación y redimensionamiento del Proyecto Nacional. El Plan de las Siete Transformaciones (7T), es el brazo ejecutor de dicho proceso.

Pues bien, el Presidente Nicolás Maduro, consciente de los peligros que acechan a la Revolución Bolivariana, decidió tomar -de manera directa- las riendas de la conducción del Plan Transformador. Convirtió la campaña electoral en una tribuna para la comunicación directa con el pueblo venezolano. Atendió los reclamos de éste; y, ordenó, de manera enérgica y con mucha autoridad, a los funcionarios de su administración la solución de los mismos o, en caso contrario, depusieran el ejercicio de los mismos.

Por si esto fuese poco, bajó a las bases del PSUV para revisar en profundidad el funcionamiento del mismo. El estado de los 1x10, a estos los transformó en 1x10x7, en honor al Presidente Hugo Chávez, el Soñador Mayor de la Revolución Bolivariana. A las UBCH y demás órganos del poder popular, las sometió a un profundo proceso de revisión y evaluación. Todo ello, convencido de la necesidad de corregir "entuertos", para salvar la Patria libre y soberana que estamos edificando.

Nicolás Maduro confía en el pueblo venezolano y éste confía en él. Se ha establecido, entre ambos, una suerte de simbiosis que resulta difícil encontrar fronteras entre ellos. Es esa alianza indisoluble por identidad recíproca, la que nos permitió afirmar que no albergabamos ninguna duda de que Nicolás Maduro, el 28 de julio, sería reelecto como mandatario nacional. A partir de entonces, la Revolución Bolivariana entrará en una nueva fase para su consolidación. Encontrar los mecanismos que nos permitan darle viabilidad a la instrumentación práctica del Plan de la Patria y las 7T es el reto que vamos a enfrentar. Para viajar en ese tren yo ya compre mí boleto, convencido de que el FUTURO de nuestra Patria está lleno de esperanzas las que, con Nicolás Maduro, haremos realidad.

Tras la huella de "El Ángel de la historia"

Los resultados electorales del pasado 28 de julio nos corroboraron lo duro que fue el camino transitado del VENCEREMOS al VENCIMOS. Nunca tuvimos duda de que el Presidente Nicolás Maduro sería reelecto. Conscientes estábamos de que el suelo electoral que íbamos a pisar era muy diverso, un relieve multiforme, lleno de obstáculos. Conscientes estábamos, asimismo, que nos "jugábamos a Rosalinda", que era la existencia misma de la Patria y la Revolución Bolivariana, la que podíamos perder. Y que, como lo señalamos en las prédicas que hicimos en el marco de la lucha previa al referéndum por el Esquivo, "apoderarse" de Venezuela es la última oportunidad que tiene EEUU para recuperar su lugar de primera potencia hegemónica mundial.

Tengo la impresión de que el Presidente Nicolás Maduro, una y otra vez buscó en El Ángel de la Historia de Walter Benjamín, al qué hacer y cómo hacerlo para seguir siendo nación libre y soberana; y que, lo alcanzado hasta ahora con la Revolución Bolivariana, no lo perdiéramos.

"Hijo de gato, caza ratones", proclama el dicho popular. Nicolás, permítaseme llamarlo por su nombre, como buen discípulo del Maestro Mayor Hugo Chávez, analizando la difícil situación política, económica y social producida por el acoso imperial a que fuimos, aún seguimos, sometidos por las potencias capitalistas de occidente, llego a la conclusión de que, como está plasmado en el legado histórico y filosófico de Benjamín, el rostro del Ángel de la Revolución se estaba girando hacia el pasado. Por lo que, al igual que habíamos hecho con el caballo del Libertador Simón Bolívar, al Ángel de la Revolución Bolivariana, teníamos que ponerlo a mirar hacia adelante; darle rienda suelta para un andar más ligero; inundarlo de imaginación; que su jinete fuera el pueblo, ese pueblo que siempre nos ha acompañado y que sentíamos se nos estaba alejando lleno de inconformidades, que comenzaba a desesperanzarse, a creer que todo estaba perdido, que sus sueños se estaban desvaneciendo.

Quien quiere ser político, y hacer política, tiene que saber que esta no es un acto contemplativo; así como tampoco, solo una acción para la toma del poder. La política es mucho más que eso. Sobre todo, si se asume como un postulado que tiene como objetivo no solo la construcción de la democracia como sistema político, sino la construcción de una democracia social en donde impere de manera integral la justicia, la igualdad, la libertad, la felicidad, la equidad, una democracia verdaderamente democrática: una nueva forma de vida.

Y, estos han sido los principios guía del Proyecto Nacional Bolivariano que desde 1999 estamos construyendo. Convencidos estamos que el mejor antídoto contra la nostalgia, la incertidumbre, la desilusión y la desesperanza, es pensar a futuro; y, evaluando hasta donde estos principios se nos estaban diluyendo fue que, el Presidente Nicolás Maduro, para enfrentar el acoso imperial, las guarimbas y devolverle la PAZ a nuestra Patria, propuso la elección de una Asamblea Constituyente el 30 de julio de 2017. Logrado el objetivo y, reelecto por el pueblo venezolano para un nuevo período presidencial en el 2018, comenzó a plantearse la necesidad de diseñar una nueva estrategia política para el redimensionamiento y reprogramación integral de la Revolución Bolivariana.

Había que ser audaz y tener coraje para avanzar en esa iniciativa. La misma debía ser abordada desde una perspectiva que entendiera que no existe una única forma capitalista; así como tampoco, una sola forma socialista. Que entendiera que después de la presente crisis, el capitalismo habrá de desaparecer como "sistema mundo", como sistema hegemónico; pero que, como modo de producción, no va a desaparecer de manera total. Que algunas de esas formas se metamorfosearán con formas no capitalistas de producción, incluso, se podrán generar novedosas actividades económicas en donde, lo público y lo privado, no se nieguen a priori.

Pues bien, una de las principales lecciones que podemos destacar de los resultados electorales del 28 de julio pasado es que, los cambios que se vienen produciendo deben ser consolidados; y que, para lograrlo, debemos pensar el tiempo por venir de manera distinta; y que, tendremos nuevos retos los cuales hay que asumir con entereza y dignidad.

Es por ello que, los principios que guían la Revolución Bolivariana, para poder hacerlos realidad, debemos evaluar permanentemente su implementación práctica. Entender que su carga cuestionadora del capitalismo debe conducirnos al fraguado de un orden social en donde impere la justicia social, en aras de lograr la emancipación del ser social venezolano. El tiempo por venir es un tiempo de grandes desafíos a los cuales la historia nos enfrenta. Construir la Venezuela Socialista, es una hermosa utopía con la cual los venezolanos nos estamos reencontrando.

Los venezolanos hemos entendido que el valor estético, la belleza, que tienen las propuestas teóricas y programáticas que dan fundamentación y fuerza conceptual a nuestro proceso de transformación revolucionaria, constituyen su principal haber, su principal ahorro, su valor ético. Por tanto, la Revolución Bolivariana debe ser entendida como un proceso que se está haciendo, que está sometida a permanentes cambios dentro de una permanencia en sus principios, que es un proceso dialéctico. Por lo que, las propuestas programáticas formuladas, durante estos veinticinco años de revolución no pueden ser concebidas como formulaciones mineralizadas de lujo, como piedras preciosas en un joyero. Concebirlas de esta manera es despojarlas de su belleza; ya que, lo bello de ellas es que fueron útiles, y pueden volver a serlo. Allí reside su ética y su estética. Por eso afirmamos que LA ESPERANZA HA SIDO RENOVADA.

El nazi-fascismo redivivido

El nazi-fascismo no estaba muerto, como la extrema derecha pretendió hacerle creer al mundo. La "guerra fría" le sirvió para ocultarlo o, mejor dicho, para protegerlo. La "democracia capitalista", llamada eufemísticamente democracia liberal, sirvió de porta estandarte para solaparlo.

De nuevo la amenaza nazi-fascista se cierne sobre la humanidad. Los sectores de extrema derecha están regresando a la toma directa del poder. A quienes le encomendaron la tarea de preservarlo afín a sus propósitos, ya no cumplen esa misión a cabalidad. En su empeño de dominarlo todo, la derecha universal, considera que es necesario borrar la memoria histórica para que no queden evidencias de las injusticias cometidas por el capitalismo a lo largo de su historia. Para ello, cultivan el hábito del olvido. Ello no es casual, es la forma como ideologizan las clases dominantes los procesos históricos, para hacer creer y convencer que su proyecto político es el mejor y el de todo el universo.

Para lograr tal objetivo, se han valido de instituciones multilaterales como: La Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM). Así como, de organizaciones para estudios geopolíticos como el Instituto Real de Relaciones Internacionales (RIIA), el Consejo de Relaciones Extranjeras (CFR), y el Club Bilderberg Group, para solo citar algunos.

No debemos olvidar que la extrema derecha ve con desdén, a quienes no forman parte de su entorno. Desde una visión eurocéntrica los consideran pueblos atrasados, incapaces de asimilar la civilización occidental, atascados en un pasado visto con nostalgia. Pueblos a los que ahora se les extermina con otras técnicas.

De manera pues que, el nazi-fascismo, no puede ser percibido como un ejercicio político temporal, incluso casual, como algunos han llegado a considerarlo. Muy por el contrario, éste es un movimiento político engendrado y puesto en acción como respuesta a las necesidades de una situación objetiva en la lucha por el poder. Es por ello que, el nazi-fascismo, tiene como objetivo imponer la economía de mercado neoliberal. En función de ello, el nazi-fascismo es capaz de fagocitar hasta las instituciones creadas por el sistema democrático liberal. Con tal de hallar solución a los problemas presentes en las sociedades capitalistas de occidente, el nazi-fascismo inventa las más diversas modalidades de dominación; con las cuales, pretende darle justificación teórica a su práctica política de carácter totalitario, violento e inhumano, a la cual recurren los sectores de extrema derecha cada vez que su poder hegemónico está amenazado.

La crisis que hoy vive el capitalismo, como "sistema histórico", es universal. La imagen que muestra es la de ser un "sistema mundo" en el cual, sus fases de crecimiento se han detenido; declive económico, que lo presentan como un modelo de desarrollo agotado. Proceso histórico que se inició en el "largo siglo XVI", con la expansión europea, lo cual generó un nuevo orden mundial. Es, en esta crisis, donde debemos buscar la explicación de por qué el nazi-fascismo está siendo redivivido.

El nazi-fascismo concibe al capitalismo como uno solo, el suyo. La situación que se vive en la actualidad nos está indicando que, la relación imperialista que el occidente capitalista impuso, está llegando a su final. Infinidad de preguntas podemos hacernos al respecto. Yo me hago las siguientes: ¿Podrán las potencias capitalistas de occidente recobrar su hegemonía? ¿Cómo harán para impedir la conformación de un mundo multipolar? ¿Lograrán detener el avance de Rusia y China, como potencias emergentes? ¿Será posible fraguar un modelo de sociedad, distinto al capitalismo imperial de occidente y al socialismo soviético? ¿Será la salida a esta situación el encuentro de un nuevo liberalismo y un nuevo socialismo? ¿Dónde queda el marxismo de Marx? ¿Cómo leemos, ahora, el Manifiesto Comunista y El Capital?

Las respuestas a estas interrogantes no son fáciles. Pero, mientras más nos tardemos en encontrarlas, más expedito será el camino para redivivir el nazi-fascismo.

Derrotar el fascismo para garantizar la paz

Decimos que, en esta fase post-electoral, el mayor reto que tiene la Revolución Bolivariana es enfrentar la escalada fascista que se cierne sobre la sociedad venezolana. Por lo que, es necesario derrotar a los sectores fascistas para garantizar la paz; evitar la entrega de nuestra soberanía y las riquezas de la patria al capitalismo financiero y de la tecnocracia mediática, quienes han trazado una estrategia política y comunicacional para alcanzar dicho objetivo. Decimos, asimismo, que para lograr derrotarlos debemos avanzar en la iniciativa de crear un frente antifascista al cual se incorporen todos aquellos venezolanos que no quieren que seamos, nuevamente, colonia de ninguna potencia extranjera.

Acuerdo antifascista que debe ser distinto al tradicional y burocrático frentismo. Por tanto, exige de nosotros, como alternativa socialista, entender que ello implica la posibilidad de convergencia con otras fuerzas capaces de participar, desde su propia visión y consideración del proceso sociohistórico venezolano, en la coincidencia de un objetivo tan caro como es la lucha contra el fascismo. Es por ello que, siendo consecuentes con nuestro proyecto de transformación socialista de la formación social venezolana, debemos estar conscientes que la posibilidad de construir la Venezuela Potencia a través de la instrumentación práctica del Plan de la Patria y del Plan de las Siete Transformaciones (7T), propuestas por el Presidente Nicolás Maduro, solo es posible si es apoyada por la gran mayoría de la población venezolana. Empresa que debe llevarnos a reflexionar sobre la necesidad, no solamente de una política de amplias alianzas sociales, sino también de un determinado sistema de relaciones políticas que favorezca una convergencia y una colaboración entre todas las fuerzas democráticas y populares de nuestra nación.

Ello implica, de igual manera, que entendamos que la expansión y consolidación de la fuerza socialista requiere que, nuestro rechazo al capitalismo neoliberal y fascista sea concebido como una cuestión de principios; por lo que, debemos actuar con amplitud, sin pretensiones hegemonizadoras excluyentes, con sentido político claramente definido, pero sin vacilaciones. Requiere que entendamos que, nuestros potenciales aliados, tienen un espacio político el cual debemos respetar; y que ellos entiendan, asimismo, que nosotros tenemos el nuestro. Se trata, de establecer un acuerdo sincero y respetuoso. Se trata, de entender que el objetivo de la construcción de dicho frente, es el de hacer converger a las fuerzas democráticas y populares del país -en una alianza política entre ellas-, para impedir el establecimiento del fascismo. Por lo que, debemos tener absoluta claridad de que lo planteado no es la conformación de un "frente de izquierda" sino de un "frente de defensa de la nación", proyecto en el cual es posible hacer coincidir, ante tan caro objetivo, a las fuerzas socialistas con otras fuerzas de inspiración no socialista pero democráticas y antifascistas.

Necesario es entender, entonces, que un encuentro de esta naturaleza no puede ser sacado del "sombrero de un mago". Sino que, debe partir de la realidad histórica, política y social venezolana. De una lectura que vaya más allá de los resultados electorales del proceso de pasado 28 de julio. Que entienda que en el país existen fuerzas políticas, económicas, sociales y culturales con las cuales podemos coincidir en un proyecto como el que estamos proponiendo. Por lo que, no es hacia nuestro interior, sino hacia el país, a donde debemos dirigir nuestra mirada.

Es por ello que, en la lucha contra el fascismo, debemos tener una visión profundamente dialéctica del proceso social y político que estamos viviendo los venezolanos. Entender que, entre las fortalezas de la democracia participativa y protagónica la inclusión es un elemento fundamental. Convencernos que vivimos un momento crítico, difícil y complejo el cual hay que enfrentar con decisión y con iniciativas ciertas.

Por tanto, debemos plantearnos, como estrategia política, el redimensionamiento de nuestras relaciones con los venezolanos; la conquista e integración de aquellos sectores de la población que no pueden ser clasificados en el esquema tradicional de clase social; debemos ir, igualmente, al encuentro con los movimientos sociales en su más amplia manifestación y diversidad; en este esfuerzo, no podemos dejar de tener presente que, como fuerza impugnadora del capitalismo neoliberal fascista, debemos garantizar que el pueblo, la sociedad entera, alcance y haga realidad el disfrute de sus derechos económicos, sociales, culturales y políticos. Debemos entender que nuestro propósito fundamental es avanzar hacia la conformación de un ser social emancipado; y, de una sociedad en donde la igualdad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad, la cooperación y la paz sean, entre otros, los principios fundamentales de su estructuración; porque, ellos son el fundamento de nuestro Socialismo Bolivariano.

La gran batalla: democracia socialista Vs capitalismo neoliberal fascista.

La victoria de Nicolás Maduro, el 28 julio de 2024, requiere ser analizada desde una perspectiva que trascienda los resultados numéricos. Tal vez sea por nuestra condición de historiadores que, frente a los datos sobre los hechos sociopolíticos tenemos la costumbre de dialogar con ellos, de interrogarlos; ya que, solo así podemos saber de qué están hechos y por qué ocurren de una determinada manera. Veamos, entonces, esos resultados electorales desde otra perspectiva.

Como se recordará en el año 2005 el Presidente Hugo Chávez le anunció al país que se proponía construir una sociedad socialista en nuestra Patria. En el proceso electoral del año 2006, enarbolando las banderas del socialismo, Chávez gano la Presidencia de la República. Desde entonces, en los procesos electorales presidenciales realizados en los años 2012, 2013, 2018 y 2024, el socialismo ha sido la propuesta bandera del chavismo.

Una primera mirada sociopolítica del resultado electoral del 28 de julio pasado, nos permite afirmar que el ideal socialista está arraigado en el sentimiento político del venezolano, como propuesta para la construcción de una nueva manera de vivir. Los más de seis millones de venezolanos que votaron por Nicolás Maduro, lo hicieron por el Socialismo. De manera contraria, quienes dirigieron la candidatura de Edmundo González Urrutia no pueden afirmar que la votación obtenida por éste, un poco más de cuatro millones, sean votos a favor del capitalismo neoliberal fascista.

Mientras el discurso de Nicolás Maduro siempre estuvo enmarcado en hacer realidad los principios del socialismo; Edmundo González Urrutia, en los pocos actos públicos que participó, presentó un discurso sin propuestas programáticas, sin principios, vacío de ideas, a nuestro modo de ver, presentado de esa manera para ocultar el carácter neoliberal de las razones que guiaban sus pretensiones presidenciales.

Ahora bien, quienes militamos en el ideal socialista debemos evaluar de manera crítica, la votación obtenida por la derecha apátrida y fascista representada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado. No hubo rincón del país, discurso, artículo y nota de prensa, en donde no se les denunciara como tales. Cualquier verbo, cualquier adjetivo, era bueno para hacerlo. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿hay cinco millones de venezolanos que creen y profesan esa conducta? Evidentemente que no. Y, entonces, ¿por qué votaron por ella? Las razones son muchas y variadas; conocidas, en buena medida por quienes militamos en el PSUV; por lo que, nos parece no es necesario repetírnoslas; pero si, comenzar a enfrentarlas de verdad.

Creo, entonces, que damos una mejor contribución al proceso revolucionario si reflexionamos en torno al tiempo por venir, a ese presente por vivir, a eso que llamamos futuro. Se me ocurre que bien podríamos dar inicio a este proceso reflexivo a partir de las siguientes preocupaciones:

La primera, teniendo el ideal socialista 18 años instalado en el sentimiento político del venezolano, siendo parte de su ethos político, ello nos obliga a trazar una nueva estrategia política que nos permita acercarnos a los sectores de la sociedad venezolana de los cuales aún estamos distantes. Distanciamiento que ha impedido que la propuesta de construcción de la Venezuela Socialista sea conocida; y, por tanto, el alcance de sus bondades no hayan sido permeadas por los mismos.

La segunda, estamos obligados a revisar los problemas concretos del pueblo. Tenemos la tendencia de jerarquizar dichos problemas de manera uniforme y universal para todas las comunidades; obviando, de tal manera, las realidades particulares que estas tienen. Debemos, asimismo, mejorar nuestra comunicación con el pueblo; algunas veces nos relacionamos con él utilizando un lenguaje y un estilo que retrasa la comprensión del planteamiento socialista; ello ocurre, porque, seguimos sin conocer al pueblo real; porque, se coloca la función de dirigente por sobre el rol de él como sujeto y actor fundamental del proceso de transformación revolucionario; y, ello ha ocurrido porque no nos detenemos a dialogar con el pueblo sobre sus preocupaciones materiales y espirituales; sobre sus aspiraciones, sobre su situación vivencial.

La tercera, estamos obligados a revisar nuestro discurso. Tenemos la tendencia a mirar hacia atrás. La nostalgia sobre nuestras utopías de ayer algunas veces nos invade. Sabemos que ellas son un presente vivido; pero, queremos convertirlas en el presente que vivimos. No terminamos de comprender que la Revolución Bolivariana y la construcción del Socialismo Bolivariano es un proceso sociohistórico venezolano de nuevo tipo; y que, en tanto proceso revolucionario, puede tener objetivos sociales, políticos, económicos y culturales parecidos a los de otras experiencias revolucionarias, pero no iguales.

La cuarta, como corolario de la anterior, debemos superar el dogmatismo, el esencialismo, la concepción simplista y primitiva que nos lleva a relacionar al pueblo con la pobreza como resultado de una ecuación infalible. Pero, debemos superar, asimismo, la conducta vanguardista cuya actuación está por encima, y es superior a la del pueblo; la cual, engendra el paternalismo y el clientelismo como conductas políticas. Por lo tanto, creemos que, el diseño de una nueva estrategia política, debe conducirnos a comprender que el destinatario principal de nuestra política revolucionaria es el pueblo.

La quinta, del proceso electoral presidencial del pasado 28 de julio extraemos la siguiente conclusión: la lucha política a partir de ahora se va a realizar desde dos posiciones políticas radicalmente contrarias; de un lado, quienes creemos en la necesidad de construir un proyecto nacional que hunda su razón de ser en el establecimiento de un modo de vida de democracia socialista, como su pilar fundamental; y, quienes postulan el establecimiento del fascismo neoliberal como modelo de estructuración de la sociedad. Confrontación de la cual Venezuela forma parte fundamental, dada la variedad de riquezas minerales estratégicas que posee; y que, son imprescindibles para los planes hegemónicos de las potencias capitalistas de occidente.

Sexta, en el objetivo de establecer una relación más próxima con el pueblo, debemos revisar, redefinir, redimensionar los órganos del Poder Popular, otorgándoles siempre el rol de pilares fundamentales de la estructuración del Estado Comunal. Es, en esta instancia, donde de manera directa y concreta, encontraremos la información sobre los problemas; sobre la manera como el pueblo percibe su vida, se forma criterios de ella y sobre ella; es allí donde, se fundan y conforman sus expectativas, esperanzas, anhelos, inquietudes; es allí en donde nace su condición de ser social, donde se hace político y comienza a practicar la política; pero, sobre todo, es allí en las instancias básicas del poder popular, en donde nuestras formulaciones políticas se convierten en asuntos del pueblo.

Séptimo, tenemos que empeñarnos en lograr que nuestras formulaciones programáticas se conviertan en el ideal político de nuestros compatriotas. Para ello, debemos convertir los problemas concretos que hoy padecen los venezolanos en el centro político de nuestra propuesta socialista. Entender que para avanzar en la superación de los mismos es necesario instrumentar algunas reformas políticas y económicas; que, para hacer realidad el socialismo es necesario encontrar solución inmediata a los problemas más ingentes que hoy tiene el pueblo; que, la solución de éstos no pueden esperar la consolidación de la sociedad socialista, para ser satisfechos.

Octavo, es necesario tener presente que vivimos un momento de transición en el camino hacia el socialismo. Debemos entender que, si las bondades de la sociedad socialista son superiores a las del capitalismo, estamos obligados a instrumentar políticas que tiendan a demostrarle al venezolano, durante esta fase transicional, que la construcción del socialismo es, entonces, el único camino que tenemos para alcanzar el reino de la felicidad, la igualdad y la libertad.

Noveno, debemos profundizar en el venezolano, de manera clara y precisa, la certitud de que nuestras diferencias con el capitalismo no son de carácter coyuntural; que no son, tampoco, expresión de un resentimiento político, social, económico o cultural; sino que, el mismo hunde sus raíces en lo más profundos principios del humanismo. Que el Socialismo Bolivariano es una alternativa profundamente humanista y democrática.

Decimo, debemos, para lograr que la propuesta socialista no sea solo una idea preñada de nobles intenciones, exponerle al país por qué al nuestro lo llamamos SOCIALISMO BOLIVARIANO. Debemos tener presente que el pueblo venezolano es un pueblo politizado, al cual ya no se puede engañar con cantos de sirena. Que los niveles de educación que han sido alcanzados le permiten tener una mayor conciencia sobre las expectativas de su vida. Si ello es así, estamos obligados a darle carácter terrenal a nuestros postulados teóricos. Debemos entender que la construcción del Socialismo Bolivariano no puede supeditarse al resultado de la discusión sobre la revolución francesa, rusa o cubana. O, a la interminable discusión sobre el carácter marxista, leninista, troskista, maoísta, gramsciano o guevarista del mismo. Es verdad que, todos estos hechos históricos y postulados teóricos forman parte de nuestras reflexiones teóricas; pero, en sí mismos, no definen la realidad que vivimos los venezolanos. Y, no la definen porque son postulados de teoría social que fueron formulados para otras épocas y otras realidades económicas, sociales, políticas y culturales.

Décimo primero, se trata, en definitiva, de seguir profundizando nuestra participación en la consolidación de un mundo multipolar. La reaparición de sectores de la ultraderecha -en diversas latitudes del universo- no puede verse como un hecho coyuntural, ocasional, aislado. No, tenemos que estar claros que ello forma parte de la estrategia trazada por el gran capital financiero y de la tecnocracia mediática, para recuperar su poder hegemónico a nivel planetario. Ellos saben que la globalización y las políticas de ajuste neoliberal no les permitieron alcanzar ese objetivo; en ese sentido, la candidatura de Edmundo González Urrutia y el rol protagónico de María Corina Machado tienen que ser ubicados en el marco de dichos planes.

Décimo segundo, se trata, pues, de avanzar en la apropiación de un conocimiento pleno de la realidad venezolana. Se trata de entender que, no podemos actuar sobre esa realidad sino sabemos de qué está hecha, como se hizo y por qué se hizo de tal manera y no de otra. Solo así, podremos comprender el comportamiento político de nuestros compatriotas. Solo así, podremos entender lo que ocurrió el 28 de julio pasado. Solo así, podremos trazas la nueva estrategia política que la Revolución Bolivariana y la edificación de la Venezuela Socialista están demandando. Solo así, podremos derrotar a los sectores fascistas en su propósito de entregar nuestra soberanía y las riquezas de nuestra patria al capitalismo financiero y de la tecnocracia mediática.



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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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