Por Memo Fernández
Dado que, después de ver y reflexionar en lo que se ha hecho con la revolución chavista, nos damos cuenta tardíamente, que en tal desastre también están implicados los errores teóricos y prácticos, principalmente de los chavistas revolucionarios, aunque comunistas y socialistas no están exentos de las fallas cometidas en este proceso.
Sostengo que reconocer los errores cometidos, es saludable para ejecutar una aguda y refrescante autocrítica, que ayudaría a definir el rumbo que se le tiene que dar a la revolución, si se quiere seguir en el camino; sino, vámonos a la playa con una botella de ron a bailar con las mujeres en tanga o a pescar para comer.
El debate está abierto, yo planteo los resbalones y tinos siguientes:
Aceptación tardía del origen de la traición; para que todavía, después de una década, existe un movimiento de chavistas que apoya a Maduro, parece que no hay claridad en el vuelco que Maduro y su equipo le ha dado al proyecto socialista de Chávez. Hace falta mucho trabajo de concienciación, demostración práctica y propaganda revolucionaria, chavista y socialista convincente, vigorosa, actualizada y constante. Trabajo que debe realizarse no sólo desde aporrea, se deben ampliar los medios.
Abandono de los seguidores dc Chávez, es decir, se ha caído en la negación casi absoluta no solo de la militancia del Psuv, sino también se ha disminuido la relación política y personal con los trabajadores de todos los niveles del Estado. Así se deja que el madurismo desempeñe libremente su trabajo distorsionador. Sería bueno restablecer los vínculos orgánicos y organizacionales con los chavistas que siguen a Maduro.
Hay un aspecto ideológico político esencial, este es que ha habido una muy grande incapacidad de las fuerzas progresistas en demostrar la buena vecindad entre Maduro y Fedecámaras y sus consecuencias en la violación de los derechos de los trabajadores y el compartimiento entre el gobierno y Fedecámaras de los beneficios derivados de las privatizaciones de los recursos naturales y activos fijos y circulantes del Estado.
En términos geopolíticos ni comunistas, ni socialistas, ni chavistas revolucionarios pudieron crear un staf de relaciones internacionales alternativas al daño diplomático que Maduro y su equipo le ocasiona a Venezuela. Más bien, parece que ese mecanismo de rechazo internacional fue el eco ambiguo que buscaba Maduro para esconderle al pueblo el giro capitalista de su proyecto. Y lo logró, encubierto en una fraseología socialista y en un escándalo internacional anti chavista.
También, con estos políticos revolucionarios no se pudo unificar la idea que Maduro y el Grupo de Lima forman parte de una misma cosmovisión que mantiene lazos de dependencia política y económica respecto al dólar y a la globalización norteamericana.
Las presiones políticas del Grupo de Lima iban encaminadas a obligar que Maduro no girara de vuelta al socialismo y ese escándalo quería Maduro que sucediera.
Maduro no es error de la época, es el personaje que salvó a los capitalistas locales y al imperialismo, del peligro socialista que significaba el proyecto revolucionario de Chávez.
Todo eso sucedía con el agravante de que comunistas, socialistas y chavistas revolucionarios no pudieron continuar, sostener y luchar por el proyecto socialista de Chávez.
Por tanto, decir que la estrategia es separarse de Maduro y trabajar para la revolución, significa asumir con coherencia teórica-práctica, la responsabilidad en los errores, sus consecuencias negativas y desastrosas en el desarrollo de la lucha revolucionaria posterior a Chávez; pero a la vez, agarrar el compromiso histórico de continuar la revolución ya recargada.
Ahora, hay mucho trabajo que hacer para que los comunistas, socialistas y chavistas revolucionarios reconozcan que, Maduro es producto de los errores políticos de tales movimientos sociales y que una autocrítica, acompañada con la vuelta práctica a la revolución, puede darle un aliento de esperanzas a los venezolanos que creen en el retorno de Chávez.