Cuando distraído escucho la palabra patria evoco a un monstruo, algo hecho de retazos de sentimientos, de sensaciones perdidas en la memoria, algo conocido y perdido a la vez. Si me apuran, diría que hoy mi Patria se encuentra limitada al círculo de mis querencias y amistades, fuera de él todo parece extraño. Cuando en las arengas políticas evocan a la ¡Patria!, para esconder la verdad en los "pliegues de la astucia", todo se muestra fantasmal. No obstante hay algo nostálgico en ella que remite a algo real, que no está presente y que tiene que ver con el porvenir, es la historia, la herencia, la tradición, es la cédula de identidad de los seres humanos.
La Patria no puede ser otra entelequia dudosa como la libertad de los tiranos, vacía de contenido moral y de historia. Bolívar, así como liberó pueblos fundó lo que ahora debería ser nuestra Patria, la que no acabamos de hallar fuera de nuestro pequeño entorno de la gente que queremos y nos quiere. ¡Bolívar creció sin patria!, porque le tocó fundarla para nosotros, la misma que no terminamos de hallar en los discursos oficiales, intelectuales, y en las calles.
"La respuesta al presente está en el pasado", así habla Mariano Picón Salas, la patria tiene que ver con ese pasado. "La creación humana no parte de la nada, sino de lo que ya existe, de lo que se impone a pesar de nosotros mismos, y que se llama la historia", "El pasado es la respuesta para el presente, el pasado se actualiza en el presente". Patria es eso, una continua "actualización del pasado" en el presente.
La identidad, que hace de fuerza centrípeta de la humanidad, es imposible en una sociedad desigual, fraccionada en lo esencial, por un individualismo mezquino, egoísta y materialista. En Venezuela, la única identidad conocida es la que tenemos en la dieta alimentaria, nos une la memoria del estómago, lo demás es impuesto por el consumo capitalista; ni nacionalista ni cultural porque Venezuela, como dicen, es un crisol de varios pueblos y varias culturas. Coincidimos en la superficie, en el consumo capitalista: todos somos idénticos trabajando y gastando en lo mismo; tenemos los mismos gustos y las mismas emociones en este lado del planeta,… pero no tenemos Patria.
La historia común está negada porque nadie la reconoce en su memoria, porque perdimos la memoria. Ni se puede actualizar en el presente, porque, como dice Picón Salas, ha sido "petrificada", abandonada en los libros y en las disertaciones de los políticos e historiadores. La línea de tiempo de nuestra tradición y nuestra herencia se rompió con la restauración de las oligarquías, luego de la muerte de Chávez nuestra herencia fue torcida. Hoy día el sentimiento de tener patria se perdió en el libre mercado del capitalismo, la Patria mercancía. Ahora, cuando su solicitud moral, cultural, debe trascender las nacionalidades, hacerse patrimonio de la humanidad, ahora que está emboscada por la tromba del capitalismo... ¡Patria es humanidad!, declara José Martí
Para tener patria debemos actualizar nuestra historia en el presente y buscar el interés que nos hermana en la sociedad, que nos iguala como seres humanos (el mismo sentimiento que compartimos con nuestros amigos, pero expandido en el tiempo y en el espacio). Tomar el testigo de luchas libertarias, desde la guerra de independencia con Bolívar, la guerra social con Zamora, Fabricio Ojeda, Douglas Bravo y cientos de mártires más, aquí y en el planeta, la herencia de sus luchas… hasta Chávez, el último mártir de la historia que murió por la igualdad.
La Patria es una pasión, no es el Salto Ángel –que solo conocen los pemones y los turistas con plata –, no es el cuatro, el teleférico de Mérida, la Harina Pan, o el beisbol, ¡eso es turismo barato!, la Patria es una tensión humana para cobijar lo humano.
La pasión por igualar las cargas de todos los individuos es nuestra herencia para restablecer la Patria, la misma de Martí y del Che Guevara, la que reclaman los palestinos, hecha de valores éticos y morales que nos pueden distinguir como pueblo, y más allá, como seres humanos. Y ahora mismo, los mismos valores que nos pueden salvar como especie de la locura demoledora del capitalismo. ¡Patria Socialista!, dice Chávez.
Con la mecánica capitalista actual en diez años se borró la memoria del pueblo. Se lo hizo huérfano de historia y de tradiciones fundamentales, presa de mentiras, miedos y malos hábitos. A los jóvenes, para manipularlos como autómatas, se los convenció de que se puede vivir sin pasado y olvidaron el pasado. Se les enseña a matar por dinero, vivir y morir por él, a competir en la sociedad con asco por sus semejantes, a desconfiar y precaverse del vecino, a delatar, a humillar y humillarse. Podemos decir que Chávez quiso "actualizar nuestra historia" con la herencia del socialismo, pero fue traicionado.
Chávez encontró en Bolívar a un socialista anticipado, por eso lo leyó como un revolucionario antiimperialista, no sólo como militar y político. Bolívar, inspiración para la guerra social de Zamora y la revolución cubana, que luego Fidel y Chávez lo actualizan con muchas experiencias y visiones socialistas y marxistas. El comandante Hugo Chávez, el bolivariano, socialista, marxista, humanista y que creyó en el Cristo hombre y en los primeros cristianos, no en la superchería de la iglesia católica y en la estafa de los pastores evangélicos y sus rituales histéricos.
Si queremos tener Patria de nuevo hagamos la revolución socialista, Patria es humanidad, Patria socialista o nada.