La Tierra, un planeta en terapia intensiva

Un paciente está sometido a terapia intensiva, también llamada de atención crítica, cuando tiene lesiones y enfermedades que pueden ser mortales. Suele atenderse en una unidad de cuidados intensivos (UCI). A tal asistencia médica puede estar sometido cualquier ser viviente que está en peligro de extinción, tal como nuestro planeta Tierra. Es conocido por todos los malos tratos que sufre nuestro globo viajero desde hace miles de años, por parte de los humanos, en sus diversos ambientes, es decir, en el aire, en el agua y en la tierra.

Ya nos son frecuentes en los medios y en las redes sociales los nombres de conocidas megalópolis, es decir, ciudades de gran tamaño o urbes muy pobladas. En estas, el desarrollo urbano de sus distintas áreas metropolitanas obliga a ciertos sectores a unirse transformándose en ciudades gigantescas, por ejemplo Tokio con 37,3 millones de habitantes, Delhi con 32,1 millones, Shanghái con 27,8 millones, Sao Paulo con 22 millones, entre once como ellas que agrupan el 4 % de la población mundial. Estos conglomerados humanos y urbanísticos son importantes polos de desarrollo, pero igualmente surgen muchos inconvenientes producto del crecimiento desenfrenado de la población. Entre los inconvenientes se pueden enumerar la contaminación sónica, el calentamiento global y sobre todo, la contaminación del aire producto de los millones de carros que circulan por las vías públicas, edificios gigantes y las fábricas instaladas dentro de los sectores metropolitanos que vierten gases enrarecidos. Aunado a lo anterior, millones de toneladas de basura que se acumulan en las calles y en los vertederos de desperdicios de los cuales emanan vapores que corrompen el aire. Tales fluidos contaminados circulan por todas estas inmensas urbes y forman parte del aire que respiran los humanos quienes insisten en vivir en dichas abarrotadas vecindades.

Pero no solo lo anterior contribuye a la contaminación del aire que respiran los humanos, así mismo la quema de los bosques contribuye, no solo a la deforestación, también al calentamiento global y a la contaminación del aire. Estudios serios han demostrado que nuestro planeta ha perdido en las últimas tres décadas (entre 1990 y 2020) un total de 178 millones de hectáreas de bosques, es decir, una extensión equivalente a tres veces las superficie total de la península Ibérica (España y Portugal). Se calcula que cada año se queman 10 millones de hectáreas de bosques y a dichos gases que se van hacia la atmósfera debemos agregar los emanados por los volcanes en erupción, situados en diferentes países de la Tierra. Como vemos, muchos de los habitantes de la Tierra y sobre todo, los que residen en las colosales urbes no respiran el mejor aire. De allí las grandes enfermedades respiratorias.

Los habitantes de la Tierra gozan de un bien que sin este sería imposible vivir, se trata del agua que nos llega, bien por los ríos y ciertos lagos de agua dulce y el agua de mar que provee a los humanos de ricas proteínas. Tales fuentes acuíferas son posibles por la existencia de las lluvias, que han mermado por la tala de los bosques, es decir, si no hay aguaceros no habrá ni ríos ni lagos. Sin embargo, los humanos han tomado a los ríos, a los lagos y los mares como vertederos de basura y lugar donde desembocan miles de cloacas de las ciudades y desechos líquidos contaminantes provenientes de las grandes industrias. A estos debo agregar los derrames de petróleo que ocurren con frecuencia en los diferentes océanos y mares que dañan el hábitat marítimo por muchos años, generando graves problemas a la fauna marina y a los pescadores, quienes viven de faenar en estas aguas. Es el empeño de quienes quieren "el progreso" a costa de la destrucción del aire y el agua, tanto salada como dulce.

La Tierra con T mayúscula, el planeta y la tierra con t minúscula es la que rodamos, caminamos, sembramos, donde se practica deportes, donde los niños juegan en los parques, en la que se elevan enormes y hermosas montaña, la que nos muestra primorosos paisajes donde confluyen algunas veces, magnificas elevaciones de donde provienen prístinas caídas de aguas que algunas veces es y ha sido fuente de inspiración de poetas y artistas para describir el lugar paradisiaco. Un sitio donde aspiramos a amanecer un día para respirar el céfiro puro del aire proveniente de un lugar recóndito donde los humanos no han puesto sus garras. La Tierra con T mayúscula está padeciendo de una enfermedad mortal llamada "humanidad" y la tierra con t minúscula que deseamos está desapareciendo paulatinamente y dentro de muy poco desaparecerá por completo y por siempre. La Tierra con todo sus componentes es un gran paciente que se encuentra en terapia intensiva. Es el empeño de un grupo de crueles e incivilizados quienes buscan destruir el planeta sobre la base de aumentar las riquezas.

Para demostrar el empeño de ciertos sectores humanos en acabar con el planeta de todos es bueno hacer ciertas aclaratorias. Un "megatón" el Sistema Internacional de unidades (SI), es equivalente a 1x106 toneladas: 1.000 kilotones, en el sistema decimal 1000 000 de toneladas de trinitrotolueno (TNT), es decir dinamita, un potente explosivo.

La triste y cruel historia de Hiroshima y Nagasaki registra que las bombas arrojadas por EEUU contra la población civil inocente, que, aparte de más de los 300 mil muertos, acabaron con gran parte del territorio donde fueron lanzadas. Durante décadas esas regiones sufrieron las consecuencias de la radiación. A pesar de que ambos poblados no eran objetivos militares de guerra, las bombas de 15 y 21 kilotones, algo así como 15.000 y 21.000 toneladas de TNT, produjeron un hongo nuclear que alcanzó una altura de 15.000 m. En la actualidad existen bombas atómicas como la B83 de 1,2 megatones (1000 kilotones), la Caltle Bravo de 15 megatones (15000 kilotones) mil veces más el potencial de la Hiroshima, la bomba zar de 50 megatones (50.000 kilotones) 3300 veces más que la potencia de la Hiroshima, entre las 15.000 bombas que existen en el mundo y en manos irresponsables, que parece no importarle el planeta ni los pasajeros que están encima de esta.

Ciertos grupos humanos, los dueños de las empresas militares, se sienten orgullosos de los nuevos inventos de máquinas de destrucción masiva. Ya las ojivas nucleares no se trasladan en aviones, moderante existen misiles con cabeza nuclear que pueden llevar "el regalo" hasta un poblado situado a una distancia 2000 y 10.000 km. Son verdaderas máquinas de guerra, los misiles, que pueden medir hasta 35 m y pesar hasta 200 ton. Y si en "encargo" no llega por vía aérea también existe el servicio por vía marítima, donde modernos submarinos llevan misiles con cabeza nuclear que pueden lanzar desde cualquier punto de un océano. No queda la menor duda sobre la creatividad de ciertos sectores poderosos del planeta que están empeñado en la destrucción del globo viajero que los provee de los productos necesarios para que estos aumenten su fortuna: esto se llama brutalidad al máximo.

Todavía el planeta da señales de "arrechera" por los malos tratos y se lo comunica a los humanos mediante terremotos, maremotos, huracanes, volcanes, tsunamis, tornados, pestes, deslaves, entre tantos desastres naturales. Esto demuestra los frágiles que son lo humanos y los gritos desgarradores de estos ante tales desgracias. A nuestro Sol le quedan alrededor de 5.000.000.000 (Cinco mil millones) de años de vida. Al final de ese período, no habrá más años nuevos que celebrar y el Sol se volverá una estrella gigante roja y se volverá más grande y más frío. Por qué el empeño de algunos de adelantar lo que la naturaleza hará inexorablemente. El planeta es de todos, los seres humanos de a pie no son responsables de lúgubres declaraciones de guerra, simplemente son hombres mujeres y niños que desean vivir en paz, con las dificultades normales de lograr aumento de salarios para tener calidad de vida, para tener la ilusión de un futuro que parece nunca llegar, ilusiones que heredarán sus hijos y sus nietos. Son seres que desean la paz de la vida y no la paz de los sepulcros. Cinco mil millones de años es una cifra inimaginable para la mayoría de los humanos cuyo promedio de vida es 80 años. Consientan a los pueblos de Ucrania, de Israel, Palestina, Yemen, Irak, Siria y muchos países africanos vivir en paz, que ellos no son la causa de la guerra, que lamentablemente son víctimas del entramado de un sistema siniestro que busca sacar grandes dividendos con la muerte de millones de seres humanos y la destrucción de poblaciones y ciudades enteras. Lo extraordinario de una Tercera Guerra Nuclear es que esta será la última, de seguro la Cuarta nunca sucederá.

Nuevamente los habitantes de la Tierra se mantienen a la expectativa de lo que está ocurriendo en Ucrania y en Oriente Medios, si Biden, Netanyahu, Zelenski, Macron y otros como ellos quienes creen que el planeta les pertenece a ellos y no los terrícolas. Es hora de salvar lo que queda del globo, que vale la pena una terapia para recuperarlo porque es el único que heredarán las generaciones futuras. Razón tuvo Fidel Castro cuando sentenció: "El emplazamiento de medios cada vez más sofisticados y destructivos multiplica los riesgos y hace más cierta la posibilidad de cualquier acción irresponsable e irreflexivo pueda desencadenar una catástrofe nuclear" Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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