Tres líneas de legislación madurista para acabar con la democracia

Ya en Venezuela el fraude electoral, el abuso institucional, el terrorismo de Estado, tienen a la democracia en los estertores de la agonía. Todavía queda un pequeño resquicio donde comparten informaciones y artículos de opiniones algunos que, a fuerza de coincidencias, se hacen conocidos. Pero todo indica que la pequeña brecha se va estrechando cada vez más. A esta impresión contribuye ese carácter aparentemente irracional y hasta casi azaroso de las detenciones y desapariciones forzadas del gobierno, acusaciones absurdas como esas de "terroristas" o "traidores a la Patria" aplicadas a adolescentes, esa crueldad gratuita contra esos muchachos, muchos de ellos ya afectados de por vida en su salud mental y física, por torturas físicas y mentales y todo tipo de abusos. También los asesinatos por descuido.

La censura previa y posterior ya existe desde hace tiempo, pero ahora hay amenazas de penetrar hasta en la aparente intimidad de las redes sociales. Se señala con mucho odio a los otros de promover el odio. Solo es delito (y grave) el odio de los demás, de los que expresan su desacuerdo con los abusos del poder. En cuanto al propio odio, a ratos parece reducirse a una atroz competencia a ver quién odia más, si Ilenia o Iris, a ver quién propone lo peor, quien es capaz de decir el delirio sádico más horroroso. Eso, y las mentiras sistemáticas, enrarecen el ambiente y contribuyen, junto al hambre, las interrupciones de los servicios, la precariedad que nos va venciendo, y nos inclina a pensar que los resquicios de libre pensamiento y comunicación también se van a cerrar pronto en una pesadilla nicaraguense.

El grotesco ejemplo nicaraguense sigue guiando la demolición de lo que queda de institucionalidad democrática. Ya se aprobó una reforma constitucional donde se instala la parejita perversa (ella, asegurando la lealtad de él, mediante su complicidad con el abuso que el cometió con su hija) como "copresidentes", se establece el control de todos los Poderes Públicos por la parejita copresidencial y hasta se instaura como símbolo patrio la bandera del partido de gobierno, mancillando de paso la bella gesta sandinista. Como en la Alemania de Hitler, como en la Italia de Mussolini, como en la España de Franco, el camino ha sido el "reformismo" despótico que, primero, suspende la Constitución indefinidamente, y, segundo, va construyendo una jaula de leyes que aniquila la democracia y va conformando un nuevo esquema institucional, propio de la dictadura monopartidista con organizaciones de "oposición leal". Y dicen que los fascistas son los otros, cuando son ellos los más claros seguidores de las hordas pardas.

Son tres las líneas del montaje legal del despotismo burocrático-militar-lumpen burguesía:

  1. Una serie de normas de exclusión política y limitaciones de derechos sociales, económicos y políticos. Se trata de una legislación concebida para impedir la participación en los pocos resquicios que quedan, incluidos, desde elecciones, hasta el ejercicio de la libertad de expresión, asociación y movilización;

  2. Ultracentralización política, lo cual implica cambios sustanciales en la división política territorial tradicional de la República, con el fin de vaciar de recursos y competencias a gobernaciones y alcaldías, dada la posibilidad de que se cuele algún "traidor de la Patria" o hasta la CIA en persona, en esos cargos. Para ello se recurre a ya viejas ofertas políticas, que en un momento correspondió a cierta "imaginación utópica", confusa y construida a punta de cortes y pegues de bricollage ideológico que, vagamente, remite a experiencias históricas como la Comuna de París (una municipalidad tomada por la clase obrera de la ciudad, para defenderla de la invasión extranjera) y las comunas populares del maoísmo chino más extremo, experiencia fracasada de producción, basada en una comunidad de bienes. También participa en este tejido de retazos, alguna alusión indirecta a los "soviets, los consejos obreros, campesinos y de los soldados, que por un tiempo sostuvieron una dualidad de poder con la derrocada monarquía zarista y luego dio legitimidad a una revolución que, en pocos años de asedio, guerras civiles y sangrientas purgas entre revolucionarios, devino en una tiranía que es paradigma de monstruosidad política. Pero más allá de esa confusa bruma ideológica, lo que hay de concreto es el control directo del Ejecutivo, en la persona del presidente de la república, quien también controlará los otros Poderes Públicos, ya sin autonomía alguna por la vía del abuso del Partido Único.

  3. Eliminación del voto universal, directo y secreto. Esta la culminación del plan de reformas legales. Ni siquiera a los colaboradores de la tiranía les darán sus mendrugos, sus ilusorias "representación proporcional de las minorías", ni "financiamiento de los partidos políticos", su "composición equilibrada del CNE".

Se trata de un plan legislativo para terminar de enterrar la Constitución de 1999 y hacer un bestial retroceso en las conquistas democráticas del pueblo venezolano.

Ante esto, solo cabe una alianza de todos los factores democráticos sin exclusión. Por supuesto, en su construcción hay que superar todavía muchas dificultades. Pero los venezolanos y venezolanas debemos recordar el aprendizaje de la necesidad de la unidad de los diversos, que dio la victoria en la lucha contra Pérez Jiménez, así como en las experiencias en todas partes del mundo, contra la opresión perversa y despótica.



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Jesús Puerta


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