En Diciembre todo el mundo entra en un coma político, diciembre es como el recreo de las tensiones familiares y sociales. Pasan las fiestas decembrinas y seguro se escucha una queja áspera, como el ruido sordo que antecede a los terremotos. A lo lejos unos triquitraquis trasnochados no nos dejan dormir.
Volver a la realidad. Yo me quejo de solo pensar en la gente que dice ser feliz y no lo es, me quejo de todo. Afortunadamente, cuando me duelen mucho mis achaques físicos siempre aparece una deuda que pagar que me distrae del lumbago o el dolor de rodillas, o se muere algún amigo que te hace olvidar la deuda, más adelante un vecino te recuerda que no cobramos las presentaciones y se burlaron de nosotros, y olvidas la muerte de tu amigo, hasta que se muere otro, o te detectan un tumor, y así andamos, sumando desgracias, que es otra forma de vivir, corriendo la arruga de la muerte.
Los problemas familiares son motivo de muchas quejas, el hijo de casi treinta, flojo, que no trabaja (¡qué arrechera!),el hijo de cinco que se orina en la cama, la esposa alcohólica, el marido putañero, los primos chulos, ¿quién no se queja de su familia?, ¡levante la mano que hombre adulto es feliz, o la mujer adulta que sea feliz! ¡Ni siquiera los amantes son felices!, siempre se sienten al acecho de alguno y se quejan, secreteando discretamente con otros en una reunión de “supuestos” amigos (y ponemos las comillas, porque nos quejamos),… De algo nos quejamos, el que no se queja es porque no tiene realidad corpórea ni fantasmal, no existe en ningún plano real o astral, y a esos no hay que hacerles mucho caso.
Poner una carita comprensiva frente a un quejumbroso, como uno, esconde la mayor de las quejas. Nadie aguanta a un quejón una noche sin darle un consejo final, que es otra forma de quejarse ¿Quién anda por ahí dando consejos de gratis?, nadie. Dar un consejo es una medida extrema para no quejarse como dios manda. El caso es que las caras comprensivas son un síntoma, o de idiotez o de alguien que está a punto de robarte.
La gente se queja siempre; es su forma de aliviar el dolor de vivir. Quejarse es también una forma de corregir el mundo de forma anticipada, antes de corregirlo. Sin las quejas y los quejones no hubiera avanzado la humanidad, la historia fuera un mismo día repetido al infinito, o sea, un solo día. ¡Alabadas sean las quejas! (Raro que una civilización como lo fue la Grecia antigua, no hubiera levantado un ara al dios de la queja)
Tengo un vecino que se levanta todos los días con sus ayayáes, como si le dolieran las articulaciones. Quizás le duelen las articulaciones de los años y en cada ayayay escapa un poco de muerte, un regulador de la tensión. La queja salutífera en contra de la felicidad de los tontos.
¡Ríanse de la felicidad porque no existe! Amigos quejumbrosos, no sientan vergüenza ni pena por sus quejas, solo los idiotas no se quejan, y los que mueren antes de tiempo.