Dar un susto al miedo. El dar un susto al miedo es sobrecogimiento sensorio sorpresivo, llevado, el dar un susto al miedo, por una impresión repentina causada por asombro, llevado por una impresión repentina causada por miedo, llevado por algo espantoso, por algo repugnante, por algo muy feo, por un aspecto tétrico, por un aspecto tenebroso. El dar un susto al miedo, o sea y es decir, decir que has dado avisado susto de miedo y de muerte. Agora ahora hogaño, de entre el susto y el reposo, de entre el miedo y la valentía, es tanto como decir lo de la Moral de Aristóteles, del exceso y el defecto. Y, de entre, el exceso y el defecto, lo forzoso y necesario, el plausible prudente término medio un medio. A mas y a más, pero y empero, ha de estar, de entre el exceso y el defecto, en de por medio y por la calle de en medio, no el miedo y no el susto, ha de estar encaminada y enfocada la ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda, como si fuera de entre la locura y la cordura de Don Quijote. Agora ahora hogaño, si a la política, le ha faltado filosofía, se ha de seguir, que a la filosofía, le ha faltado la ironía. Y, a la sazón, Don Quijote, nos ha de echar un manón de entre el susto y el reposo, de entre el miedo y la valentía, de entre el amor y el odio, de entre la rabia y la ternura, de entre la guerra y la paz, de entre la vida y la muerte, de entre la luz y las tinieblas, de entre la política y la rudeza, de entre la justicia y la injusticia, de entre lo político y lo privado, de entre el exceso y el defecto, de entre la tesis y la antítesis, de entre el consciente y el inconsciente, de entre el conocimiento de lo humano y el conocimiento lo divino, de entre la ciencia de lo justo y la ciencia de lo injusto, de entre natura y persona, de entre lo concreto y lo abstracto, de entre la cordura y la locura. Don Quijote, en su paradójica sostenida ironía, nos ha de rempujar a darle un susto al miedo. Y, con sobrada razón, el poeta uruguayo Juan Carlos Onetti, arengaba a los políticos a leer a Don Quijote, a fin de asentar y acentuar la responsabilidad ética política, asina ansí asín así, el entendimiento de la ciencia, el desarrollo de la sensibilidad y la estética, el desarrollo de la sociabilidad y el desarrollo de la espiritualidad. A mas y a más, el poeta Juan Carlos Onetti, expresaba, esto extraordinario por lo ejemplar: Si tuviera el poder que nunca tendré, decretaría la lectura obligatoria de Don Quijote, y, esa postura dogmática, sería el único cercenamiento que le haría a la libertad. Agora ahora hogaño, en una carrera de lecturas, quien alcanzaría al Premio Nobel de Literatura 1949, William Faulkner, que leyera a Don Quijote, mas de mil veces y más de mil veces, pero y empero, de mil veces. Y, mas y más, sobre un mostrador de un burdel que regentaba y administraba, y, llevaba el control en dicho local, de las santas agitadas de las damas, a William Faulkner, nadie lo alcanzaría por cierto, ni lo superara por cierto en la lectura de Don Quijote. Agora ahora hogaño, quien como el Libertador Simón Bolívar, leyera, a Don Quijote, de entre el borrén delantero y el borrén trasero, sobre el lomo topológico contradictorio borroso de Palomo, leyera a Don Quijote, mas y más de cien veces. Y, con razón, el Libertador decía, que Jesucristo, Don Quijote y él, fueran los mas y más grandes majaderos de la historia y del mundo. Y, el Comandante Fidel Castro, leyera a Don Quijote, mas y más de 69 y otras decenas de veces. Y, Jorge Luis Borges, leyera a Don Quijote, mas y más de cien veces, y casi fuera expulsado, el poeta Borges, de la República de Platón, por lo de repetir lo de Don Quijote, puesto que el Ingenioso Hidalgo, fuera escrito primero, endenates, en árabe y traducido, endespués, al castellano por el arábigo Cide Hamete Benengeli. Y, a Jorge Luis Borges, le gustaba leer a Don Quijote, de la traducción del castellano al inglés, como parafraseando, el poeta argentino, a lo del Ingenioso Hidalgo, y, al poeta de Buenos Aires, casi le costara la expulsión por lo de intentar imitar a uno grande como Don Quijote, tanto como Homero. Agora ahora hogaño, que hubiera dicho el Premio Nobel de Literatura 1949, William Faulkner, que leyera a Don Quijote, mas de y más de, pero y empero, de mil veces, ante el macheteo y la poda que hiciera el Premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, a Don Quijote, y, ese Don Quijote macheteado, se lo vendiera al Comandante Chávez. Y, a buen seguro que fuera la protesta cósmica y no cómica del Premio Nobel de Literatura 1949, William Faulkner, que leyera a Don Quijote, mas de y más de, pero y empero, de mil veces. Y, asina, ante el sostenido macheteo y la constate poda que la Real Academia Española de la Lengua, RAEL, le viene haciendo a Don Quijote, en ejemplar aviso presente del Capítulo de Las Letras y Las Armas, que endenantes en 1977, leíase: Quítenseme de delante … Y, endespués de 1977, agora ahora hogaño, léese: Quítenseme delante. La RAEL, voló de un solo y sólo machetazo para no decir la grosería de un solo y solo coñazo, a la preposición "DE", sin que nadie en el mundo de las letras protestara lo de la RAEL. Y, como hemos tenido por dicho y como hemos detentado por mentado, es en Don Quijote en el Ingenioso Hidalgo, 1605 años después de Jesucristo, que enfocamos la ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda, como si fuera de entre la locura y la cordura de Don Quijote. Don Quijote, en su paradójica sostenida ironía, nos ha de rempujar a darle un susto al miedo.
Con rebozo y sin rebozo, darle un susto al miedo. Y, Don Quijote, nos ha de rempujar a darle un susto al miedo con su ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda, como si fuera de entre la locura y la cordura. Y, uno se pregunta, qué político venezolano, actualmente, ha leído, como el Comandante Fidel, a Don Quijote, mas y más de 69 veces, en que el Comandante Fidel, sintiera el rempujón de Don Quijote, en su paradójica sostenida ironía de entre la cordura y la locura, para darle un susto al miedo, y, asaltara el 26 de julio de 1953 el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Y, el Comandante, recordaba sin olvidar que había leído a Don Quijote por lo mágico del algoritmo cóncavo convexo contradictorio caliginoso concupiscente 69 cojedeño de Cojedes de Venezuela. Un mágico 69 que encerrara a las Leyes de la Dialéctica de Heráclito, Don Quijote, Hegel y Marx. Quizás y sin quizás, seguía el Comandante Fidel, ese número mágico 69 es de la Revolución Cubana y gracias a Don Quijote, por el rempujón. Y, como hemos tenido por dicho y como hemos detentado por mentado, es en Don Quijote en el Ingenioso Hidalgo, 1605 años después de Jesucristo, que enfocamos la ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda, como si fuera de entre la locura y la cordura de Don Quijote. Don Quijote, en su paradójica sostenida ironía, nos ha de rempujar a darle un susto al miedo. Y, uno se pregunta, qué político venezolano, actualmente, ha leído como el Comandante Fidel, a Don Quijote. Y, esto no le ha de tocar a María Corina Machado, cuando, ella dice: ¡Que el miedo nos tenga miedo! ¡Coño!, Si, ella, no ha leído, una página de Don Quijote, por lo de las barbaridades sostenidas que comete. O sea y es decir, decir que a ella, a María Corina Machado, no le ha tocado el Decreto del poeta Juan Carlos Onetti, a según, el Decreto y Sentencia, del poeta uruguayo, de la lectura obligatoria de Don Quijote con su ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda, como si fuera de entre la equilibrada locura y la cordura. Y, de entre, estos casos correlativos complementarios simultáneos contradictorios caliginoso, asina asín ansí así, la locura y la cordura. Y, que dicha estabilidad equilibrada armónica, no lo ha sentido jamás de los jamases, María Corina Machado, quien soltara malograda malcriada: ¡Que el miedo nos tenga miedo! Que el miedo se cague y chorreado el miedo como Sancho Panza sobre el palo gallinero de encina, y, asina, la laxa mierda fluyera como un río heraclitoiano por los calzones mamelucos bombachones de Sancho Panza, por lo de Don Quijote y el león enjaulado, que ordenara su libertad. Y, sobre la encina, Sancho Panza, el miedo téngale miedo como el miedo de María Corina Machado. A mas y a más, pero y empero, la ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda de inspiración, en inspirado impulso rempujón de remedio para darle un susto al miedo.
Si darle un susto al miedo, de remedio, ha de encararse encaminarse enfocarse con la ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda de entre la cordura y la locura de Don Quijote. Entonces sea dicho que darle un susto al miedo es asumir en la política al Comandante Fidel Castro, que leyera a Don Quijote, mas y más de 69 y otras decenas de veces. Ergo vergo sea dicho que el Comandante Fidel, sintiera el rempujón de Don Quijote, con su paradójica sostenida ironía de entre la cordura y la locura, para darle un susto al miedo. Que el Comandante Fidel, con la ironía ofensiva-defensiva quijotesca cervantina absurda medular estable profunda, fuera rempujado para asaltar el 26 de julio de 1953 el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Que el Comandante Fidel, recordaba sin olvidar que había leído a Don Quijote por lo mágico del algoritmo cóncavo convexo contradictorio caliginoso concupiscente 69 cojedeño de Cojedes de Venezuela. Que el mágico 69 encerrara a las Leyes de la Dialéctica de Heráclito, Don Quijote, Hegel y Marx. Que quizás y sin quizás, el número mágico 69 es de la Revolución Cubana y gracias a Don Quijote, por el rempujón. Que Don Quijote, nos ha de echar un manón de entre el susto y el reposo, de entre el miedo y la valentía, de entre el amor y el odio, de entre la rabia y la ternura, de entre la guerra y la paz, de entre la vida y la muerte, de entre la luz y las tinieblas, de entre la política y la rudeza, de entre la justicia y la injusticia, de entre lo político y lo privado, de entre el exceso y el defecto, de entre la tesis y la antítesis, de entre el consciente y el inconsciente, de entre el conocimiento de lo humano y el conocimiento de lo divino, de entre la ciencia de lo justo y la ciencia de lo injusto, de entre natura y persona, de entre lo concreto y lo abstracto, de entre la cordura y la locura. Que Don Quijote, en su paradójica sostenida ironía, nos ha de rempujar a darle un susto al miedo.