Lejos de ser una "lucha por la libertad", cayó Bashar Al-Assad en Siria, en medio de movimientos geopolíticos que tienen que ver con la guerra de los norteamericanos para evitar el colapso del dólar. Antes que nada, es increíble que, en Occidente, en algunos sectores, se crea que los líderes calificados como terroristas por Washington, y que tienen orígenes en ISIS y Al-Qaeda, lleven adelante una revolución relacionada con asuntos de "libertades", basados en las imágenes de estatuas derribadas. Es ignorancia o es ingenuidad.
Al-Assad es una pieza de cambio, del que diversos bastiones sacan provecho. Para Rusia, que el foco se vaya de Ucrania al Medio Oriente, le beneficia para buscar una solución a su conflicto, sobre todo con el cambio de gobierno en Estados Unidos. Para Turquía, implica ejercer una mayor influencia en la región, en medio de toda la desestabilización. Para Estados Unidos, tal inestabilidad le permite mantener el esquema del petrodólar con Arabia Saudita. Para Irán, significa, que al cortar los canales de enlace con Palestina y Hezbolá, pierde influencia y se debilita frente a Israel. Todo el caos en el Medio Oriente, evita que los países petroleros puedan agruparse en torno a la idea de crear una moneda que rivalice contra el dólar, a partir de los BRICS.
Aunque se desarrolla una narrativa equivocada de que lo ocurrido en Siria, podría pasar en Venezuela, más bien es todo lo contrario. Es evidente que Miraflores, en sus intercambios con la Casa Blanca, dio pasos adelante y hace tiempo.
Hay que regresar a 2018, cuando en Venezuela había una hiperinflación que alcanzó 825.000 %. Había una situación en que el gobierno estaba en un contexto de un "castillo de naipes", debido al colapso social por la pérdida de valor de la moneda nacional y de paso, con medidas económicas ortodoxas, que, a pesar de que se les vendieron a los venezolanos como una revolución, haber pasado de RECADI, a CADIVI, con un extremo control cambiario, no fue, sino extender el colapso económico que ya había empezado décadas atrás y eso no era nada revolucionario.
El 20 de agosto de 2018, en medio de la controversia interna entre las facciones ortodoxas y reformistas del gobierno, se anuncia el Convenio Cambiario Nro 01. El mismo tenía como base principal que el Banco Central de Venezuela (BCV) no tenía ya la exclusividad del uso de divisas en el país, es decir, los ciudadanos también podían hacerlo, ahora sin ir a la cárcel. Lo anterior solamente tiene una interpretación: el dólar salvó al gobierno de Nicolás Maduro, al permitir el uso de la moneda extranjera en las transacciones comerciales.
Ese giro permitió acabar en poco tiempo con la escasez de alimentos, medicinas y bienes y servicios en el país. Además de desacelerar el fuerte aumento de los precios. Combinado con un error político de la oposición, que fue el de convocar a abstenerse en los procesos electorales bajo las órdenes del Departamento de Estado, Maduro pudo seguir en el poder, en el momento en que había más probabilidades de que lo perdiera. Hay que recordar que, en la historia contemporánea, Venezuela es el país 57° con hiperinflación. Los otros 56 países que sufrieron esa condición, vieron caer a sus gobiernos, incluso uno de los casos derivó en la Segunda Guerra Mundial.
Pero también hay que volver a 2019, cuando surge el evento del "gobierno interino". Para Washington era crucial evitar que los rusos entraran a Estados Unidos, a través de Citgo, una filial de Pdvsa. Se crea el "gobierno interino" que tuvo como objetivo real, cambiar la directiva de esa empresa, hoy a punto de perderse en medio de demandas. El único propósito del "interinato", era ese, aunque a los venezolanos se les vendió la narrativa de que había "una lucha por la libertad", como ocurre ahora, de que los miembros de ISIS y Al-Qaeda, luchan por las libertades y son institucionalistas.
En ese año se aplicaron por primera vez sanciones petroleras contra Venezuela, lo que produjo la retirada de la rusa Rosneft y el "campo de batalla", quedó solamente para Chevron, después del colapso de Pdvsa.
A grandes rasgos, Venezuela está dentro de la esfera del dólar y es parte de los acuerdos entre Xi Jinping y Joe Biden en San Francisco. Al igual que Brasil, se maneja con China, con yuanes y con Estados Unidos con el dólar. Una posición pragmática que le permite al actual gobierno mantenerse en pie, en medio de la crisis global. En entregas anteriores, se explicó que, en lo sucesivo e independientemente de la situación política nacional, ya que es ingenuidad creer las narrativas de la "lucha por la libertad" en medio de tantos intereses, que habría más Washington y menos BRICS (1). El único efecto que tiene la caída de Al-Assad, es que los planes de una moneda para rivalizar contra el dólar se atascan.
En cualquier caso, para Washington y su pragmatismo, la situación actual de Venezuela pareciera ser la ideal. Los últimos eventos tras el proceso electoral del 28 de julio, le permitió a Washington no reconocer los resultados electorales. Esto les permite justificar la aplicación de la Licencia 41, que, en otras palabras, toda empresa extranjera interesada en participar en la explotación petrolera venezolana, antes debe pasar por la Casa Blanca. Eso es un éxito para Washington; a cambio, los líderes opositores se conformaron con los fondos de la "ayuda humanitaria". No tiene sentido, en medio de la situación geopolítica mundial para los norteamericanos, eliminar tales restricciones, lo que es lo mismo que no hay incentivos para producir un cambio de gobierno que al final no tenga tales sanciones, una herramienta útil para el control del flujo petrolero, en vista del desastre en el Medio Oriente.
Lo que acaba de ocurrir en Siria, más bien acercará aún más a Washington con Caracas, en la actual situación. Para los norteamericanos, mostrar en los medios a Abu Mohammed al-Jolani, calificado de terrorista anteriormente, ahora como un "rebelde moderado" después de haber decapitado a personas como su forma de hacer política, además de presentarlo en CNN, en una entrevista que lo mostró como un "institucionalista", es otro de esos prototipos que la "lucha por la libertad", es un panfleto o una estrategia de marketing. Es parte del pragmatismo norteamericano en que, si la moral no es útil, entonces sirve la alternativa.
Caracas está al tanto de todo ello y por eso se ha movido antes. De hecho, las reformas incluyen, como una nueva fase, la privatización de al menos 500 empresas que están en poder del Estado venezolano y para una apertura a capitales privados. Aunque ello trajo consecuencias y diferencias internas en el gobierno de Maduro, cabe recordar cuando él mismo los llamó "la izquierda rancia" debido a las críticas de "reformista". Se recuerda entonces aquel foro en el que participaron chinos y le explicaron al entonces ministro Wilmar Castro Soteldo, que el crecimiento económico de China, tenía que ver en que más de 85 % de las empresas en ese país eran privadas.