182 ANIVERSARIO DE LA REPATRIACIÓN DE LOS RESTOS DEL LIBERTADOR
Acaecida la muerte de Simón Bolívar, el gobierno de Colombia dispuso que el cadáver del libertador fuese embalsamado para luego ser sepultado en Santa Marta en dos urnas, una contentiva del cuerpo y otra del corazón. Hubo de esperar 12 años para que sus restos fueran repatriados al país que lo vio nacer; eso sí, su corazón quedó para la eternidad en su también amada tierra colombiana.
Febrero de 1842 fue un mes de solemnidad y reflexión para Venezuela. En un gesto que resonaría en la memoria colectiva del país, el general José Antonio Páez proclamó con fervor que "los restos preciosos del hijo Ilustre de Caracas permanecen en el lugar en que terminó su existencia; ellos deben venir al lugar en que la principió". Las palabras de Páez no sólo evocaban la figura de Simón Bolívar, sino que también recordaban a una nación que había luchado por su libertad.
El Congreso Nacional, conmovido por estas afirmaciones, el mes de abril decretó el traslado de los restos de Bolívar a Venezuela y designó una comisión, compuesta por el general Francisco Rodríguez del Toro, el general Mariano Montilla y el doctor José María Vargas, para presenciar la ceremonia, recibir los restos y trasladarlos a Caracas. Puestos a bordo de la Goleta encargada de traer los restos del Libertador, esta izó Vela el 22 de noviembre y el 15 de diciembre de 1842 fueron desembarcados en La Guaira.
Al día siguiente, la población guaireña le rindió honores al Libertador y una Comisión del Concejo Municipal los condujo hasta la ciudad que lo vio nacer. El 16 de diciembre los restos repatriados de Bolívar, fueron conducidos en hombros por las autoridades oficiales de la ciudad de Caracas hasta la Capilla de la Santísima Trinidad.
Hoy, más que nunca, la figura de Bolívar y su legado nos invita a recordar las luchas pasadas y a comprometernos con un futuro donde las tiranías no tengan cabida. En tiempos donde la opresión parece asomar nuevamente en nuestra nación, es vital rendir tributo al Libertador no sólo con palabras, sino con acciones que defiendan la vigencia de nuestra democracia.