"Los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder"
FERDINAND LASSALLE
"Camarita… menos mal que esta semana no habrá la reunión acostumbrada ya que la mayoría de la gente anda enfrascada con eso de la celebración de la festividad religiosa" – fue la expresión de Anacleto cuando me vio llegar. Fumó su cigarrillo, lo apagó y continuó. "No me refiero a nuestras reuniones, porque esas las tenemos en cualquier lugar y hora. Me refiero a las que se acostumbraron los demás: una vez por semana y a una hora determinada, como si fuera una escuelita o una clase de post grado. Para ellos, estos días son días de familia, como si no lo fueran cada día. Ah, y una cosa es la familia que nos tocó a cada uno de nosotros y otra cosa es la que por voluntad propia escogimos: los amigos. La familia es la base de la sociedad por lo que es un núcleo que debemos cuidar y proteger. En un mundo cada vez más complejo, la pregunta sobre qué tipo de país dejaremos a nuestros hijos debe ser sustituida por una aún más trascendental: ¿qué tipo de hijos le dejaremos a nuestro país? Sí, la verdadera reflexión debe centrarse en qué tipo de hijos dejaremos a nuestra patria, que tanto necesita gente que la quiera, la proteja y la ayude a desarrollarse. Usted sabe que siempre tocamos el tema, de una manera u otra, sobre la necesidad de proporcionar a las futuras generaciones de una formación integral que no sólo les deje tener éxito en sus vidas personales y profesionales, sino que también los convierta en ciudadanos responsables y comprometidos con el bienestar de la nación. Así no habrá vendedor/a de ilusiones que pueda engañarles con aquello de «por la democracia, la libertad de expresión y los derechos humanos» tan cacareados, promovido por el hegemón imperial que lo único que deja a su paso es muerte, destrucción y tierra arrasada. Usted bien sabe que para lograr el desarrollo de estas cualidades debe existir un enfoque integral que incluya no sólo conocimientos académicos, sino también valores como la empatía, la justicia y la solidaridad; una educación bien diseñada puede capacitar a los jóvenes para que sean líderes efectivos y ciudadanos comprometidos." Hizo una pausa para encender otro cigarrillo y luego de un sorbo del café que le acababan de traer, continuó: "Es primordial que las familias y la comunidad asuman sus responsabilidades en este proceso porque es muy importante un entorno familiar que fomente el aprendizaje y el desarrollo personal, tanto como la necesidad de una sociedad que apoye y valore la educación como un pilar fundamental. Antes siempre se dijo «¿Qué país le vamos a dejar a nuestros hijos?» pensando en que era nuestro deber dejarles todo arreglado y si bien este ideal sigue siendo relevante, es igualmente crucial centrarse en la formación de individuos con sólidos principios morales y éticos, capaces de enfrentar los desafíos del futuro con integridad y responsabilidad. Así podremos ser optimistas y pensar que genocidas odiadores como La Loca, Inmundo González, Locoldo López, el pelanalgas Guaidó, el asesino de niños Julio Borges, el vampiro Ledezma, el venado Simonovis, la enferma Pangola, y otros, no podrán manipularlos, porque su pasado los delata. La generación de creyentes de esta bazofia ya está completa, llegó al llegadero creyendo en el «hasta el final» y se dio cuenta que el final era un «Jardín de Borrell». A los odiadores debieran aplicarle el novísimo artículo de Extinción de Dominio y todavía nos quedarían debiendo, por el daño que le han hecho al pueblo venezolano. Una educación de calidad puede capacitar a los jóvenes para enfrentar los desafíos del futuro con integridad y responsabilidad. A través de ejemplos y estudios, se demuestra cómo programas bien diseñados pueden formar líderes efectivos y ciudadanos comprometidos. Dependerá de nosotros lograrlo, como resolución para el 2025, ¿no cree?"
La sociedad en su conjunto siempre habla de valorar y apoyar la educación como pilar fundamental para el desarrollo y el progreso, pero vive denigrando de la enseñanza en las universidades creadas por la revolución. Dicen que "la educación en instituciones del gobierno es chimba" y que en el área de la medicina sólo salen matasanos. Sin embargo, los "médicos integrales comunitarios" siguen curando al pueblo y salvando vidas, no en "clínicas privadas" sino en instalaciones públicas. El Programa Nacional de Formación en Medicina Integral Comunitaria es política de Estado para la formación de talento humano, para dar cumplimiento a lo establecido en la CRB en cuanto a "garantizar el derecho a la salud integral" de la población como derecho fundamental. De ahí la importancia del entorno familiar y comunitario en la formación de estas personas para que puedan alcanzar su máximo potencial. Si la sociedad no lo valora, entonces ¿qué se puede esperar? Sólo dejando hijos bien formados a nuestro país, estamos asegurando un futuro más justo, próspero y ético para todos.
Siempre se habla, se analiza y se revisa la tradicional perspectiva que pone énfasis en "construir un país mejor" para las próximas generaciones, argumentando que para lograr ese objetivo es esencial formar individuos con "sólidos principios morales y éticos", por lo que la educación juega un papel crucial en ese proceso. Por eso, la crítica ha cometido más de una injusticia para con los que se han ido formando en esas instituciones, sus decisiones y sus circunstancias. Tan solo debemos recordar la conseja aquella de que "la educación pública es un desastre", promovida por una clase social indefinida, que se creía "medio rica" pero era "medio pobre" y que en el Zulia olvidaba los logros de quienes salían del Baralt o del Udón Pérez. Esa campaña promovida por los dueños de los planteles privados olvidaba los y las graduadas en sus aulas gracias a la influencia política y/o a las excelentes "contribuciones" de quienes los representaban; ¡bueno… para eso pagaban! Recordemos una "egresada" de la Universidad Santa María que tenía más poder que el mismo Presidente del país.
La élite en declive, que ejerció el dominio como un banquete para satisfacer intereses extranjeros y deseos de la clase media desconectados de la realidad, apadrinó con sus "protegidos" una generación de privilegiados que sólo pensaban en la defensa de sus "intereses de clase". La concienciación de un pueblo despertado por Chávez, de que su futuro les pertenece, reforzó la lucha de clases: los que formaban parte del status y los demás; los superfluos tipo Guaidó y los de la claridad de un Robert Sierra o Héctor Rodríguez. Otros integrantes de esa "élite en declive" enviaron a sus hijos a estudiar al extranjero, unos supuestamente porque "allá" los estudios son superiores y otros porque aquí les "estorban" como testigos de sus bajos procederes. ¿Cómo se puede enseñar a los hijos a no mentir, no calumniar, no dañar, no traicionar, cuando es el ejemplo que ven "en casa" a diario?, ¿cómo se les inculcan sólidos principios morales y éticos?, ¿cómo se forman defensores amantes de la patria? ¿De dónde creen que salieron nuestros "negociadores" de litigios fronterizos en el pasado?
Por eso, cuando hablamos de "Forjar el carácter de las futuras generaciones", "La educación como pilar de una sociedad justa", "Formando ciudadanos para el bien común", "Hijos para un futuro mejor", hablamos del ideal de hijos que dejar a la patria que con amor y dedicación la hagan más grande, justa y próspera. Yo, como muchos, no quiero "chatarritas", "locas", "inmundos", "pelanalgas", "vampiros", "matacuras", "mataniños", "venados" y menos "inalámbricos", en el futuro de la patria. Sabemos que habrá algunos infiltrados, enchufados, camuflageados, e insensatos, no lo podemos negar. Pero esperamos que sean tan pocos como para tener alguna influencia en el trabajo por hacer. Nadie dijo que sería fácil, sobretodo porque se ha sido muy "permisible" con el comportamiento apátrida de ciertos grupos que han maleado parte de la nueva generación. Creo que es hora del "Puño de Acero" que debe usar Nico para todo el que conspire. Se puede adversar al gobierno y al Presidente, esa es su libre decisión. Lo que no se debe es cruzar la delgada línea para dañar a la patria.