La muerte de Leonardo Ruiz Pineda, clave del triunfo de Rómulo Betancourt y de sus planes con Rockefeller

En el mismo 1958, apenas caída la dictadura, comenzaron los partidos que habían firmado los "Pactos de Nueva York" y "Punto Fijo"´, éste una ratificación del anterior y llamado de esa manera, por haberse concretado y firmado en la casa de habitación del Dr. Rafael Caldera, a desplegar sus tareas electorales.

Entre la militancia adeca, aquella que, en su mayoría formó luego el MIR y otros sectores más del mismo partido, como el llamado "Grupo ARS", liderado por Ramos Jiménez, había tomado fuerza la idea de la unidad de los factores democráticos, mediante una candidatura para esas elecciones, dada la necesidad de originar un gobierno de amplio espectro y suficiente respaldo ante el temor de la reacciones de factores dictatoriales y, tal proyecto, incluía al PCV, dado el significativo aporte de este partido durante la lucha clandestina, para deshacerse de la dictadura y también por las estrechas relaciones generadas entre la dirigencia y militancia de AD y el PCV, durante los últimos años y el compartir tareas y dificultades, como la persecución, cárceles y centros de tortura. Y esta unidad hasta ese momento se mantenía, pese la firma del Pacto de Nueva York que excluía al PCV y desconocía la realidad de la lucha clandestina, donde COPEI y URD, firmantes de ese acuerdo, tuvieron poca participación.

En buena medida, fue aquella unidad en la lucha popular, entre la gente, desplegada por la militancia adeca y comunista, sobre todo los jóvenes, la herencia dejada por la labor y sacrificio de Leonardo Ruiz Pineda. Este mártir y acertado combatiente, impuso dentro del partido AD, la línea de acercarse a los trabajadores, estudiantes y la multitud posible, para incorporarlos a la lucha colectiva, en todos los espacios, contra la dictadura, tal como al mismo tiempo venía haciendo la vanguardia clandestina del PCV. Eso implicó poner a un lado las acciones vanguardistas, "terroristas", ordenadas desde el exterior por la dirigencia de AD.

Esta forma de lucha común entre ambos partidos, que encontró eco también entre la juventud de URD, terminó siendo exitosa, pues aparte del ingrediente militar, incentivado desde la calle, contribuyó al derrocamiento de la dictadura el 23 de enero de 1958. Esta unidad, nacida en la clandestinidad, mantenida llegada la legalidad, estaba ganada para una candidatura unitaria, nacida del acuerdo entre sus componentes.

Por ese estado de ánimo, disposición derivada de la lucha unitaria en la vida clandestina, que alcanzó el éxito de contribuir a derrocar la dictadura, comenzó a tomar cuerpo la candidatura de un independiente que había sido de los promotores de la autonomía universitaria, hablo del Dr. Rafael Pizani. Hasta ese momento privaba la idea que había que mantener aquella unidad y hasta reconocer los méritos de los factores que bien lo merecían.

Pero Betancourt y sus más íntimos, habían regresado a Venezuela con un plan diferente, ligado a sus acuerdos en materia de política económica con su amigo Nelson Rockefeller, también auspiciador del Pacto de Nueva York. Al comentar este asunto, es bueno tomar en cuenta que, quienes firmaron El Pacto de Nueva York y luego el de Punto Fijo, poco a nada tuvieron que ver con quienes dieron en los últimos años las luchas populares contra la dictadura, aquellos fueron otros. Sobre todo, Betancourt, en muy poco representaba el interés y concepción de la mayoría de este nuevo partido que, en la clandestinidad, había asumido la lucha de masas, en contacto con el movimiento popular, que se derivó de la línea establecida por Ruiz Pineda y abandonado la vieja práctica terrorista y golpista que atendía los dictados y línea de la dirigencia radicada en el exterior. Copei mismo, como URD, poca participación tuvieron en la lucha clandestina contra la dictadura, tanto que fueron muy pocos los militantes o dirigentes de esos partidos encarcelados, salvo los de los últimos días de combate popular. Recuérdese que, ambos partidos opositores al gobierno del maestro Gallegos, derrocado en 1958, tuvieron hasta una actitud complaciente con el golpe y el gobierno usurpador en sus primeros momentos.

Y aquel plan, entre Betancourt y Rockefeller, de hacer del primero el nuevo presidente, estaba concebido, pese la consideración predominante que era éste el primer responsable de los sus errores en la conducción de la lucha clandestina, como haber mantenido por años a la militancia en la práctica del terrorismo, lo que propicio que la dictadura se excediese en represión, crímenes y torturas. Con aquella concepción betancourista, que se refocilaba en los actos terroristas, una lucha estrictamente vanguardista destinada a restarle influencia al movimiento popular y optaba por el golpismo, lejos de debilitar a aquel modelo represivo, autoritario de gobierno, lo fortalecía y hasta le daba fundamentos para sus arbitrarios procederes y condujo a duros sacrificios, que implicó largos años de prisión, exilio, tortura y muerte para muchos. Sin olvidar a los miles de venezolanos, dedicados a la lucha clandestina y por ende sujetos a la persecución y el terror.

Recuerdo, como esa dirigencia "de la vieja guardia", venida del exilio que se apoderó de AD, todavía derrocado Pérez Jiménez, ante cualquier rumor de golpe, en lugar de alertar e incitar a la militancia a movilizar a la gente, le dotaba de "rolos" policiales de goma y ordenaba pararse frente a los cuarteles, como sin con aquello era posible derrotar a quienes se alzaren.

Aunque URD y COPEI, en las elecciones inmediatas lanzaron sus propias candidaturas, el primero al Contralmirante Larrazábal y el segundo al Dr. Caldera, por lo dispuesto en los pactos de Nueva York y Punto Fijo, quien ganase, formaría gobierno compartido con los partidos perdedores con la exclusión del PCV a fin que no hubiese estorbo para la implementación de los planes concebidos con Rockefeller.

De modo que, ya en los inicios de 1958, apenas días de haber caído la dictadura, AD se vio envuelta en una seria, persistente discusión, acerca de la candidatura de partido, la de Betancourt o la independiente y unitaria, representada en la figura del Dr. Pizani, la que también gozaba del respaldo del PCV y buena cantidad de la dirigencia de URD. Este proyecto, estaba sustentado en la unidad nacida entre esos factores durante la lucha clandestina y por el movimiento de masas desatado por meses en las calles de toda Venezuela. En los jóvenes adecos, la recordada figura de Leonardo Ruiz Pineda, por su estrategia novedosa y triunfante, pese su lamentable muerte, tenía más influencia que la de Rómulo Betancourt.

De antemano sabíamos que el PCV no apoyaría a Betancourt dadas las demasiadas muestras anticomunistas de este y por sus estrechos vínculos y compromisos con Nelson Rockefeller. Además, los planes del guatireño empezaban por la exclusión del PCV, pese el determinante y demasiado significativo aporte de ese partido en la lucha contra la dictadura y en la derrota de esta. Esto último quedó demostrado, en la firma del "El Pacto de Punto", del cual se excluyó al PCV, pese ese partido jugó un rol por demás importante en la resistencia contra la dictadura, tanto que las cárceles estaban llenas de sus militantes y fue descollante su participación en los últimos meses de lucha en las calles. Casi se podría asegurar que fue el partido líder de los momentos finales del combate contra la dictadura. Y fue tanto así que, ese partido emergió como una fuerza cuantitativamente muy significativa.

No obstante, lo anterior, regresado Betancourt de su muy largo exilio y siendo Simón Sáez Mérida, el secretario general de AD, emergido como tal de la lucha clandestina triunfante, demasiado joven e inexperto para moverse con la necesaria perspicacia y hasta audacia en aquellas circunstancias, se reconoció al de Guatire, su rango de presidente y máximo líder del partido. Simón, demasiado joven, como lo era la aplastante mayoría de quienes le acompañamos a lo largo del país en los últimos tiempos del combate, no puso reparo alguno que Betancourt asumiese la presidencia del partido y que muchos de los viejos dirigentes llegados del exilio, la dirigencia del mismo en los diferentes niveles en el país todo, llegando a sustituir en sus respectivos roles dirigentes a los militantes de la resistencia clandestina dentro de Venezuela. Es decir, quienes manejaron el partido en la clandestinidad y de ella emergieron triunfantes, cedieron, en gran medida, su liderazgo formal y el derecho a seguir en sus funciones, ganado en la lucha diaria y jugándose la vida, a los de la vieja guardia, regresados del exterior. A lo de haber vivido por años en el exilio y a una supuesta experiencia, se le dio prioridad ante el aporte y derecho de quienes estuvieron hasta el último momento en el propio frente de batalla y hasta resultaron triunfantes y exitosos con sus nuevas formas de lucha.

Y mientras tanto, Betancourt se valió de toda clase de artimañas, para separar a dirigentes y grupos que lo adversaban para sacarle provecho e imponer su candidatura, como al fin lo consiguió. La división suele ser planificada con fines personales, grupales y hasta inconfesables. Si la diatriba, el debate emocional se impone y generaliza, termina favoreciendo intereses mezquinos.

Todo aquello sucedió, pese en los debates internos, recordando el significativo cambio estratégico y táctico asumido por Leonardo Ruiz Pineda, que implicó una ruptura con Betancourt, solíamos decir que, de no haber sido asesinado, aquél hubiese emergido como el verdadero líder de AD. Y era frecuente el comentario según el cual, la muerte de Leonardo favoreció, en primer término, a Betancourt. Y hasta no faltaron los comentarios maliciosos.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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