La mentira: prometer un mundo mejor con las armas del peor de los mundos. El gobierno entrega la conducción de la economía a los privados, y estos se hacen más ricos a costa de los bajos sueldos, de la eliminación de las prestaciones sociales que les restan ganancias, la eliminación de las contrataciones colectivas que los obligaría a pagar beneficios colectivos a los trabajadores, y de la suspensión de la ley del trabajo si así lo permite el gobierno. Es natural que crezca la economía en estas condiciones, los empresarios están ganando más dinero y están invirtiendo más, al precio de que el gobierno sostenga en calmada a la clase trabajadora y la ate a sus necesidades, a sus temores y limosnas. Para eso son las soluciones prácticas: darle a los pobres y a los trabajadores regularmente una limosna, una bolsa de comida y bonos irrisorios con nombres ridículos que sugieren lealtad: lealtad al gobierno. Si Maduro distribuye las ganancias de los empresarios de forma más equitativa, éstos dejan de producir, de exportar, de invertir, y la economía en manos privadas decrece, desaparece.
Pero Maduro no es socialista, no cree en el socialismo y no lo quiere. Cree que los pobres también pueden ser empresarios, que pueden explotar el trabajo de otros, que bajo la codicia individual se puede desarrollar una sociedad sana. Pareciera que no saben que el capital se concentra, que los peces grandes se comen a los pequeños, que el pobre como empresario es solo una ilusión que dura mientras sea el mismo gobierno su cliente principal; otra forma práctica de postergar la crisis social.
Privatizar 350 empresas con la bendición de Conindustria, de Fedecámaras, Fedeindustrias, no sería un escándalo si lo hiciera un gobierno abiertamente neoliberal, o la privatización de Mercal y Pdval con los aplausos de Fedecámaras, las cámaras de comercio y la burguesía revolucionaria ahora dueña de las tiendas Milenium (perfectas para la clase media y nuevorica), sustitutas de las redes de mercados socialistas, tiendas de transición hechas para los que menos tienen. Pero de esta forma pragmática el gobierno de Maduro se libra del compromiso de hacer una revolución verdadera.
Chávez quiso hacer de Venezuela un territorio libre de capitalismo, hacer en nuestro territorio el ensayo de un nuevo mundo, de hacer real un ideal. Hacía falta mucha imaginación y sobre todo cojones para eso, pero Maduro y los maduristas no tienen ni una cosa, ni la otra, su trabajo ha sido hasta ahora retrasar la crisis social como sea, mintiendo, repartiendo limosnas, chantajes y amenazas a los más pobres, y encarcelando a los rebeldes y críticos, como lo haría un energúmeno.
¡Feliz Año Nuevo!