Elucubraciones de un pendejo, maestro de escuela, en su día, que osa pensar en contra de filósofos y sabios con la bolita en la mano

Hoy es día del maestro y yo lo soy. De profesión, de esos que se pasó gran parte de su vida en el aula con muchachos de la escuela media casi siempre y pocas, demasiado pocas, en el nivel universitario. Y si tuviera que escoger o volver atrás, haría lo mismo, pues allí, en la escuela media, uno siente que está trabajando con una materia prima en su estado natural y puede, si tiene la habilidad necesaria, ayudarle a que, por su propio impulso, inteligencia, generosidad y condición de clase, adopte la forma, en buena medida, definitiva y, no sólo por cumplir una mera formalidad, cuando ellos, los alumnos, están en capacidad de aprender solos, para obtener un título.

Me da pena hablar de mi currículo y, me da pena porque si lo hago, para justificar el tema que abordaré se reirían de mí. Con lo que he dicho basta, ya les he dado información esencial del mismo. Pero como es día del maestro, hablaré de un tema que me apasiona, porque es el que tiene a muchos enredados, tanto que pese la escalera tiene varios escalones, tantos como es necesario para llegar arriba, los muchachos y hasta viejos, con más razón, se caen porque intentan ignorarlos. Pero al tener que advertirlos, lo llaman a uno, simple maestro de escuela, burocrático, reformista, economicista y de tantas formas, como errores cometen por querer llegar arriba sin alas ni instrumentos.

Recuerdo que, unos cuantos años atrás, tanto como que muy pocas personas en este país habían oído hablar de un tal Chávez, pues apenas sería un capitancito que empezaba a soñar con lo que después haría y sería, Eleazar Narváez, quien llegó a ser Vicerrector Académico de la UCV, siendo entonces Director de la Extensión de esa misma universidad en Barcelona, me dijo una noche:

"Eligio, necesito un profesor de Historia de la Economía en la Escuela y he pensado que ese seas tú. Necesito que prepares tu currículum para llevarlo a Caracas."

"No Eleazar, no te suministraré mis documentos porque allá en la UCV, cuando los estudien, sobre todo mi título, de inmediato de vaina si no lo tiran a la basura." Dije yo sin duda ninguna.

Y le agregué:

"Antes, pese la insistencia de Simón Sáez Mérida, me negué a lo mismo, cuando me insistía que intentase entrar al cuerpo docente de la UDO. Pues para entrar a en esta, además de un título distinto al mío, se requiere un sólido apoyo de AD. Todos los izquierdistas que conozco que entraron a esta universidad como profesores, lo hicieron de contrabando, haciéndose pasar como adecos y otros por conversos. A mi, aquí me conocen demasiado para que pretendan meterles ese strike y mi título de universidad nada prestigiosa sirve de excusa para excluirme, no importa lo que haya hecho. Y todos los que entraron, se pasaron para AD o pagaron, lo que para muy sería muy caro, callarse".

Y las tantas veces que me ofrecieron entrar al nivel universitario, bajo la condición que me volviese adeco, no tuve dudas en rechazar esas ofertas. Como tampoco supe hacerme el loco para obtener becas para estudiar en el exterior o aceptar las que tantas me ofrecieron, más teniendo una compañera que solía decir, "nosotros no nos vendemos ni nos arrodillamos ante nadie".

Eleazar insistió tanto, con lo que me llenaba de honor, que opté por darle una carpeta con mi currículo. Pasó un tiempo prudencial y Eleazar, a quien por razones que ahora no vienen al caso, veía todas las noches, aunque fuese brevemente, nada me decía de su diligencia. Por lo que una noche, más por la curiosidad de constatar que se habían confirmado mis dudas, le aborde y:

"Eleazar, ¿qué pasó con el asunto de tus gestiones para que entre a la UCV en la extensión Barcelona?

Eleazar se rascó la cabeza e hizo como quien quiere armarse de paciencia y me dijo:

"Coño Eligio, pese yo tenía la certeza que, por tu currículum y lo que sé de ti, avalado además por tu documentación, allá hicieron lo que tú piensas, al sólo ver tu título pusieron tu carpeta a un lado".

Como dije al principio, esta perorata está destinada a que el lector tome esto como las reflexiones de un viejo maestro que quiere aconsejar, mañas de viejo, pero no tiene el nivel académico adecuado para hablar de estos asuntos.

En los tiempos del Coronavirus leí lo que en abundancia se dijo en los medios y, sobre todo, notas tomadas de grandes pensadores europeos, quienes hablaron acerca de las consecuencias que se derivarían del azote de la pandemia. Los participantes en el debate hablaron que el porvenir estaría entre un "capitalismo más feroz o un comunismo moderado".

Pese a mi deleznable nivel académico me atreví a interceder, como lo sigo haciendo, en ese debate. Comenzaré por hacer unas preguntas:

¿El proceso de cambio de la sociedad feudal, a la mercantil y luego al capitalismo, fue el resultado de una crisis, la gestión emergente y explosiva de una clase, un hombre o grupo de hombres o de una acumulación de cambios por largo tiempo, generación de nuevas tecnologías, como la Revolución Industrial, la conformación de nuevas clases con conciencia del uso y fines de aquellas y sobre las nuevas formas productivas? ¿Las tantas pandemias que azotaron a Europa, las guerras, generaron el paso del capitalismo al socialismo? Hasta las llamadas "revoluciones socialistas" terminaron en fracaso.

¿Puede una explosión, como la asunción de un grupo político al poder, en medio de una crisis económica coyuntural, sin que los cambios cualitativos necesarios se hayan dado, generar un cambio de modelo y sociedad?

¿Es verdad que eso qué solemos llamar revolución, punto neurálgico que marcaría el paso de una forma de sociedad a otra, consiste sólo en la sustitución de una gente comprometida con el presente por otra que en su rol de vanguardia quiere acceder al futuro con nuevas y más justas formas?

¿El nivel de conciencia de la gente, que no es un estado de euforia o idealismo, sino mucho más, como la experiencia, conocimientos, adherencias y compromisos con nuevas formas de organización, producción y distribución de beneficios, carecen de interés y pertinencia?

¿Están el hombre multitud del mundo de hoy, las relaciones de distinta naturaleza ya maduros, para optar por un cambio cualitativo de la magnitud que significaría un modelo diferente?

¿Qué quiso decir exactamente Marx, al abordar, de manera general lo relativo al cambio de modelo de sociedad en "Crítica al programa de Gotha"? ¿Qué entender cuando lo remite o condiciona a que las fuerzas productivas alcanzasensu más alto desarrollo? ¿A qué alude cuándo habla de fuerzas productivas? ¿Acaso no se refiere a lo estructural y lo superestructural? ¿Este cambio sustantivo puede emerger de una explosión, de decisiones voluntariosas de una vanguardia al mando del Estado? ¿De lo derivado de una Ley, pese se cumpla estrictamente el protocolo o, de un decreto generoso de un gobernante?

Mis cavilaciones a esta altura de mi vida sustentadas en lo que ha venido sucediendo en el mundo, me llevan a concluir que, por los momentos, pese el carácter de "eficiente" y drástico catalizador activo que pudo tener la pandemia de COVID 19, no produjo cambios por demás sustantivos en el modelo planetario. No tuvo la capacidad de generar nuevas relaciones de producción ni crear la necesaria conciencia en el hombre para que el cambio se produjera. Se volvieron a equivocar los filósofos y eminentes maestros europeos y americanos.

El acto violento que cierra un cambio de un estadio a otro, no suele ser el que esto genera, sino el que conduce a que al nuevo estado se le dé reconocimiento. Sólo cuando las fuerzas productivas, las relaciones de producción van alcanzando un nivel que al mismo tiempo sirven de sustento de la nueva conciencia o cultura, es posible el cambio de sociedad. Es imposible, por lo menos eso enseña la historiografía, señalar un momento, un hecho, una acción política, como podría decir a manera de ejemplo, la Revolución Francesa, que sirva de límite entre un modelo y otro. Apenas podría ser un hito, un mojón referencial.

Las llamadas revoluciones proletarias, como la de los bolcheviques en la Rusia de los zares, aquella que Jhon Reed describió en sus "Diez días que estremecieron al mundo", no significaron el tránsito del capitalismo al socialismo. La historia de hoy, porque Rusia, Vietnam, el país de Ho Chi Min y China misma, lo confirman, muestra que el capitalismo, bajo distintas modalidades, sigue prevaleciendo sobre el planeta.

Entonces como ni siquiera las grandes explosiones políticas, el resultado de una guerra y hasta la acumulación de una fuerza de inconformes, el coronavirus menos tuvo la capacidad de transformar una sociedad porque hace falta conciencia, solidaridad humana y capacidad creativa. Lo que sí hizo la pandemia fue denunciar las debilidades e injusticias del sistema y la enorme carga de insatisfacción que produce el modelo en las mayorías, pero insuficientes para generar un cambio cualitativo. La rabia, el dolor, como el amor o el odio no son suficientes para producir cambios cualitativos en una forma de organización social. La experiencia venezolana muestra, como la rabia, el odio masificado, no ha servido, a quien ese recurso ha usado por décadas, ni siquiera para acceder al poder.

La tendencia general del capitalismo estriba en el acumular el máximo de riqueza y, en consecuencia, para que eso le sea posible, lo hace bajo la mayor explotación del trabajo. Esto significa, una desigual distribución, como bajos salarios, falta de asistencia en la salud de los trabajadores, porque esta se convierte también en una mercancía que, el capital opta por vender y así en la educación y en todo lo que sea posible y, como ya dijimos, todo eso lo puso en evidencia mayor el coronavirus.

Fue conocido que, por la magnitud de la pandemia, en algún país de Europa, se estatizaron los servicios privados de salud para poder atender la contingencia. En los mismos EEUU, un gobernador, solicitó al gobierno de la Unión, hiciese lo mismo con las empresas inherentes a la producción de bienes para la salud relacionados con el virus. Son medidas contingentes sujetas a posterior revisión y suspensión.

La pandemia demostró lo que es un hecho cotidiano y al cual nadie le presta atención, porque lo asume como lo más natural del mundo, que las mayorías contando a ancianos y trabajadores, están exceptuados de servicio de salud, no sólo en una contingencia como esta sino en la cotidianidad.

Las dificultades que la mayoría, por no decir casi todos, de los países del mundo enfrentaron, para aplicar la cuarentena o aislamiento social, estuvieron relacionadas con el salario o ingreso diario de la gente y hasta la capacidad productiva; eso forma parte de las debilidades del sistema. Y quede claro que, eso también tuvo y tiene su incidencia en Venezuela, por lo que estas reflexiones en nuestro caso tienen la misma validez.

Todo lo anterior significa, es hora de resumir, que lo evidente no es que estamos en los umbrales de un "comunismo renovado", como dijeron expertos y sabios europeos, porque eso no tiene sustento en la realidad, en tanto que en las relaciones prevalezcan la propiedad e iniciativa privadas y de lo contrario no existen ni siquiera atisbos, ni nadie es mago para sacarlas de un sombrero y menos se puede imponer a fuerza de voluntad y buenos deseos, sino más bien de una forma de conciencia de los trabajadores dentro de unas relaciones que a ella le dé fundamento.

Una cosa es el pensamiento de la vanguardia y otra el de la multitud que debe construir y soportar el modelo.

Es iluso pensar que el capitalismo va a desaparecer o perecer, ni siquiera decaer, por los efectos de una pandemia o el berrinche de una vanguardia de muchachos. Sólo, de vez en cuando, desde que existe, el modelo, vive momentos de crisis y hasta emergencias, esas que llaman cíclicas, a las que siempre les halla soluciones. Pero si se abre un espacio de luchas por la denuncia, conquistas, se ayuda a la toma de conciencia de los trabajadores; hay fundamento para todo eso; por razones de humanismo y subsistencia. Por esto mismo, en muchos países, el Estado se ha visto obligado a tomar medidas impensadas en el capitalismo.

El virus y el COVID 15 agredió a la especie humana y sirvió para poner de bulto injusticias y cosas por cambiar, por tanto puede ayudar a la toma de conciencia necesaria para luchar por una mejor distribución; pero el tránsito de un modelo de sociedad a otro, sólo será posible como resultado de un cambio en las relaciones entre los hombres y una toma de conciencia para un nuevo comportamiento en el proceso productivo y esto no puede generarlo un virus como tampoco una dosis de violencia de discursos explosivos. Antes que pensar en el cambio de modelo como meta próxima, es necesario implementar acertadamente las luchas y lograr las conquistas que pudieran abrir el camino al futuro.

Pero también es posible, está en la esencia del capitalismo, si no viene un capitalismo más feroz o salvaje, que ya lo es de por sí en muchas partes del mundo, si un nivel de represión, de normas legales destinadas a convalidar aún más las injusticias existentes. La ferocidad novedosa estaría en eso, la mayor fuerza y represión. Depende de la toma de conciencia de los trabajadores del mundo.

Hoy en el día del maestro, un maestro sin estirpe, de los abajo, del aula de imberbes, ha querido, no revivir, sino insistir en un debate que debe darse, dado que parecemos "más perdidos que el hijo de Lindbergh", como decíamos en Cumaná.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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