Existen dos palabras que, a pesar de su sencillez semántica y fonética, están vinculadas con tétricos eventos sociales y humanos, estas son el odio y el terror.
El odio, palabra de cuatro letras, es la antipatía o aversión hacia alguna cosa o persona, o grupos de personas cuyo mal se desea. El odio es hostilidad, resentimiento, rencor, el cual genera un sentimiento de profunda antipatía y rechazo que conduce al mal hacia un individuo o el deseo de enfrentamiento con el mismo o contra un grupo humano. El odio es lo opuesto al amor y es un sentimiento que a menudo conduce a la rabia, la animadversión e incluso a la violencia, que puede generar terror.
El odio no es parte de la naturaleza humana, es una conducta aprendida, inoculada por un agente externo, por lo general, con una finalidad. Este agente externo puede ser la familia, la religión, la sociedad, la educación y también operadores especializados en esta actividad, tales como los partidos políticos, los medios de comunicación y actualmente las redes digitales.
El terror no solo es un género literario o cinematográfico, este es el sentimiento de miedo o fobia en su expresión máxima. Es una experiencia de miedo agudo conocido también como horror, espanto, pavor, pánico o miedo. El terror es una emoción intensa caracterizada por el medio, el espanto y el pavor generado en un sujeto. El terror es la respuesta a un estímulo proveniente del exterior o del interior de una persona, surge como respuesta a una percepción de amenaza inminente, ya sea real o imaginaria, lo cual provoca reacciones sicológicas y física extremas. Estas sensaciones pueden ser desencadenadas por situaciones que ponen en peligro la integridad del individuo, ya sea de forma directa o mediante la exposición a narrativa o imágenes que evocan dicho estado.
No cabe duda que el odio conduce al terror. El odio inoculado a un individuo o a un grupo de personas por agentes especializados puede desencadenar conductas inadecuadas, es decir, comportamiento violento de miles de fanáticos que desatan emociones terroríficas en miles de víctimas. El odio intencionalmente manipulado, tanto a un individuo como a grupos de fanáticos, conduce al racismo, animadversiones religiosas, machismo, resentimientos políticos, hasta puede llegar al uso del terrorismo para que el fanático desfogue su odio. El terrorismo es, en algunos casos, la respuesta de un fanático, ante el odio exacerbado, inoculado o no, de aquel contra otra persona, contra una etnia, contra militantes de un partido político, hasta contra los fanáticos de un equipo deportivo.
El vínculo del odio y el terror es de vieja data, ejemplo son muchos y sobre todo en los aspectos religiosos y políticos. En tales áreas existen los protagonistas es decir los manipuladores, los fanáticos (los manipulados) y las víctimas, es decir, los perturbados.
Si nos remontamos a la Edad Media tenemos el palmario ejemplo de la manipulación que hicieron, primero, los jerarcas de la iglesia católica y luego los protestantes durante el Renacimiento. En ambas épocas, en los púlpitos de aquello templos los sacerdotes y pastores, basado en una mitología teológica, responsabilizaron a los judíos de la muerte de Cristo (un personaje mitológico, no histórico). Fue a partir de aquella acusación cuando se desató el odio de los feligreses católicos y protestantes contra los hijos de David, odio que trajo graves consecuencias que se tradujo en millones de muertos. Inclusive, durante ciertas épocas se utilizó el terrorismo para dirimir las desavenencias sobre el mismo Dios de Abrahán, padre de las tres doctrinas. Mucho fue el dinero que hicieron los frailes de la Inquisición quienes se apoderaron de las propiedades de los judíos y de los masones acusados de herejes.
Aquella animadversión de los católicos y protestantes hacia los judíos fue aprovechado por los nazis alemanes para crear un odio exacerbado contra los hijos de David. Un odio que se la fue sembrado al pueblo germano no solo contra los judíos, también contra los bolcheviques, polacos, gitanos, homosexuales y todo aquel que no pertenecería a la mal llamada "raza aria". Todo esto mediante un planificado programa racista dirigido por Josesph Goebels, ministro de propaganda de Hitler. Para llevar a cabo el mensaje del odio utilizó la radio, la prensa escrita, libros, algunos oradores nazis, ciertos frailes católicos y pastores protestantes, quienes utilizaron sus púlpitos para arremeter contra todos los grupos, tanto religiosos como étnicos, en una política de exterminio, dominación y extensión territorial. Resultado de aquella barbarie más de 100 millones de asesinados y una Europa destruida que todavía no ha aprendido de las lecciones del pasado.
Los ejemplos anteriores son dos muestras de la existencia de agentes especializados para sembrar odio y terror en la sociedad. Hoy en pleno siglo XXI la situación no ha cambiado mucho respecto a la Edad Media, El Renacimiento y el siglo XX. La única diferencia es que la maquinaria propagandística para sembrar odio y terror en las poblaciones de todo el planeta se ha modernizado y tecnificado. Entre uno de esto agentes se llama: USAID (United States Agency for international Development, por sus siglas en ingles), que se traduce como "agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional".
La USAID, es una agencia federal independiente, responsable de planificar y administrar la asistencia económica y humanitaria en el mundo. Cuánta falsedad en un concepto: no es independiente, puesto que el dinero para su funcionamiento se lo entrega el gobierno de USA y eso del "desarrollo internacional" es una impostura, dado que el único desarrollo que le interesa a los EEUU es el de las avaras empresas de ese país.
La USAID es una agencia federal que tiene un presupuesto de 43 mil millones de dólares, una cifra que muy pocas personas pueden concebir en su cerebro. Lamentablemente esta agencia, desde hace años opera como un agente desestabilizador de los gobierno que no le son sumisos, para esto cuenta con una maquinaria comunicacional y un sistema tecnológico que le permite divulgar "fake news" para propiciar el odio, el miedo y el terror en todo el planeta. Esta sucursal, operadora del odio del Departamento de Estado de EEUU, maniobra de acuerdo con los planes y programas que este le dicta y para esto manipula la información con el objetivo de desprestigiar los gobiernos y los líderes progresistas del planeta.
La USAID logró durante todos estos años crear su propio sistema de propaganda, tal como lo hizo Hitler. Para alcanzar sus objetivos mantiene dentro de su nómina a más de 6.000 periodistas y más de 4.000 medios de comunicación que incluye radio, televisión, cine, prensa escrita, influencer, canales digitales, libros y todo aquellas vías que le permitan divulgar informaciones falsas sobre lo que ocurre en todas partes del planeta.
El presupuesto de la USAID no solo sirve para financiar información manipulada a través de los mercenarios del teclado y de la palabra cuyo objetivo es desestabilizar los gobiernos. Así mismo, contrata mercenarios para planificar y ejecutar golpes de estados contra las democracias que no son afines a los EEUU. Es decir, para sembrar el odio y el terror en la población. 43 mil millones de dólares es bastante dinero y sirve para comprar a líderes de la derecha del planeta para financiar una campaña electoral, también invierte parte de ese capital en el pago de miembros de algunos partidos para que se comprometan en divulgar por todas partes del mundo lo que el Departamento de Estado les ordene. Verdaderos traidores a la patria cuyo único interés es la codicia, no les concierne los problemas de su pueblo y mucho menos la política.
No cabe duda que la USAID es una agencia globalizada del odio y el terror, opera en todas partes del planeta que además, presuntamente, controla la droga que sale de Afganistán con un beneficio de 50 millones de dólares anuales. Un verdadero cartel cuyos directivos deben cobrar jugosas comisiones en el reparto millonario de unos dólares que pertenecen a los contribuyentes estadounidenses. La USAID es un verdadero cartel superior al de Sinaloa o al del Medellín en sus mejores tiempos, o al del Golfo. En nada parecido a la fantasía mediática del "tren e Aragua" con la que Trump pretende enlodar al gobierno y al pueblo venezolano, como si tal banda fuera una especie de franquicia de la delincuencia que opera en los cinco continentes. Para la prensa comprometida todas las transgresiones al nivel planetario son perpetradas por el "tren de Aragua", dejando de lado todo las operaciones ilegales por miles de millones de dólares que suceden a manos de los directivos de la USAID. Además, de los violaciones de los derechos humanos de los pueblos, consecuencia de las asesinas acciones desestabilizadoras de los mercenarios financiados por esta nefasta agencia que solo responde a los intereses de las avaras corporaciones financieras, tecnológicas y de la industria militar de EEUU.
El cartel de la USAID, la agencia del odio y el terror ha sido responsable de muchas muertes y debería ser juzgada por un tribunal internacional por sus acciones. Razón tuvo Nelson Mandela, el líder sudafricano, cuando expresó: "Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, por su trasfondo, o por su religión".