Estos poetas anti panfleto

En la casa de mis padres siempre hubo más libros de corte anarquista que libros casi obligados en una familia comunista, mi viejo alguna ocasión me comentó que se había hecho comunista por la falta de anarquistas en Venezuela. Los títulos en casa eran diversos sellos desde la CNT /FAI, El cero y el infinito, Malatesta, Dios y El Estado y un largo etc.

A mi casa la visitaban los poetas y uno que otro que pretendía serlo, unos escribían y otros se comportaban como poetas de folletín, venían de cien caminos distintos, algunos que siempre fueron adecos y que habían tenido una pasantía por el MIR. Otros, comunistas generalmente con más formación, los menos que se habían quedado enquistados en las guerrillas.

Pero algo los cortaba a la medida, su discurso contra los abusos del gobierno, esa era su marca de fábrica, su sello al fuego. Los años pasaron como ráfagas y me fui encontrando a unos y a otros, venían con las charreteras de haber guardado silencio ante la tortura y el castigo, ante los verdugos del Estado y el gobierno.

Poco o nada cambió, todavía guardan silencio ante los verdugos, solo que hoy las víctimas son otras. Ni un solo comentario contra los abusivos del poder sale de la boca de los poetas cómodos, de los poetas que van al Helicoide a extasiarse con el castigo a otros, no se atreven a comentar. Callan y colaboran con los nuevos dueños del poder, van dejando caminos señalados para que encuentren a cualquiera que critique el clan de Miraflores, se aplauden entre ellos, sueñan con el besamanos del día siguiente, participan en el festín de los que mandan, saltan de alegría si aparecen en los portales del gobierno donde anuncian los libros que vendieron el fin de semana.

Hace unos meses, en una estadía corta en mi ciudad, violentando todas las normas de seguridad, pude ver a algunos a la distancia, me acerqué con disimulo a escuchar en los centros oficiales su mofa a los perseguidos, a los presos políticos y a Enrique Márquez y el calvario que lleva este valiente y ejemplar venezolano.

Hablan sin cesar, imponen la mano, se enervan si les recuerdas que fue su abuelito quien disparó contra Humberto Méndez Figueredo cuando salía de mi casa, van añorando cuando en alguna ocasión tuvieron arrestos para denunciar la perversión de los poderosos contra los débiles, hoy limpian el fuete y le cargan las baterías a la garrocha, al verbo para denunciar a quien ose criticar al gobierno, van con sus notas soñando con el próximo libro editado por sus socios, escribiendo coplas para enaltecer al nuevo amo de una hacienda llamada Venezuela.

Van por ahí hablando de sus años en Basirruque (aquel periodiquito) cuyo único valor era la posibilidad de ponerlo de fondo en la jaula de los pericos, poetitas de papel maché, con gruesas costuras, tucanes de mucho pico y poco vuelo.

Van soñando con la próxima visita del ministro, van deseando salir en algún programita, en tomarle fotografías a algún cangrejo para editar una revista que nadie leerá. Van por ahí como soldados romanos apostando a los dados las vestiduras del próximo martirizado, solo me queda mirarlos con disimulo, pasar desapercibido, dicen ser amigos, pueden apellidarse Figueredo, Padrino o Páez, pero te señalarán y no cobrarán 30 monedas, no recibirán nada, lo harán como un ejercicio de servilismo y se sentirán satisfechos con la sola sonrisa del verdugo.

Notas a pie de página: El "flaco" Gustavo siempre "escuálido2 anda por ahí buscando votos para su socio Christian, como candidato a gobernador. Si el "flaco" es el ejemplo vivo de lo que nos espera como gobernados de este dúo, entonces que dios nos agarre confesados.

 

 



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Yuri Valecillo


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